Un mes sin Sadam
A pesar de flotar en petr¨®leo, los bagdad¨ªes hacen largas colas en la gasolinera y se organizan como pueden para retirar la basura
Son las ocho de la ma?ana y Ahmad Rian Salman, de 26 a?os, se considera afortunado viendo la interminable triple fila de veh¨ªculos formada detr¨¢s del suyo que esperan para poder echar gasolina en el centro de Bagdad. "He tenido que levantarme a las cuatro de la ma?ana para poder obtener un buen puesto y calculo que todav¨ªa tendr¨¦ que esperar otra hora". Esta escena se repet¨ªa ayer en todas las gasolineras de la capital, el mismo d¨ªa en que se cumpl¨ªa un mes desde que las tropas estadounidenses tomaran la ciudad y expulsaran a Sadam Husein y a su Gobierno.
"En este pa¨ªs otra cosa no tendremos, pero gasolina... y ya ni eso. Es de una calidad p¨¦sima y encima se han disparado los precios", a?ade Salman. Antes de la guerra se pod¨ªa llenar el dep¨®sito por 500 dinares (25 c¨¦ntimos de euro al cambio de ayer), ahora el litro cuesta 100 dinares (5 c¨¦ntimos) y en el mercado negro 500 dinares. "Lo peor es la espera", opina resignado mientras empuja su autom¨®vil para avanzar unos pocos metros sin encender el motor.
Todos esperan que este tipo de situaciones termine pronto y lo cierto es que en este mes las cosas han mejorado lentamente tras la semana de saqueos incontrolados que sigui¨® a la ca¨ªda de la ciudad, aunque la falta de una autoridad, del tipo que sea, dificulta notablemente -por no decir que hace imposible-, el mantenimiento de los servicios b¨¢sicos.
Algunos remedian la situaci¨®n por su cuenta. Husein Al¨ª Hadi, de 25 a?os, trabaja con cuatro compa?eros recogiendo basuras en el barrio de Doja, de clase acomodada. Ya se dedicaba a esto con Sadam. Cuando sucedieron los saqueos se fue a la empresa donde trabajaba y rob¨® uno de los camiones -" lo salv¨¦ de los ladrones", explica ¨¦l-, reuni¨® a otros compa?eros y ahora recogen las basuras del barrio cobrando un peque?o impuesto a los vecinos que, naturalmente, se quedan ellos. "Es para la gasolina del cami¨®n y para alimentar a nuestras familias", afirma el joven, que reconoce que ni se plantean recoger basuras en una parte de la ciudad donde no les paguen. No tiene prisa porque vuelva a existir una autoridad municipal, porque ahora gana m¨¢s.
Parecido es el caso de Saad Hadi Yasin, de 36 a?os, conductor de uno de los caracter¨ªsticos autobuses rojos de dos pisos que forman parte del an¨¢rquico tr¨¢fico diario de la ciudad. Los veh¨ªculos est¨¢n bastante mejor conservados que el parque automovil¨ªstico iraqu¨ª. La raz¨®n es que son una donaci¨®n del Gobierno chino a Irak durante los noventa. Al igual que otros conductores, Yasin tambi¨¦n se llev¨® el autob¨²s a casa. "Y fue lo mejor que pude hacer ?se ha fijado en la cantidad de autobuses sin ruedas, motor, ni asientos que quedan por las calles?".
?l conduce y un compa?ero cobra unos 250 dinares por viaje. Aqu¨ª tambi¨¦n los precios han subido. Recorre a diario las calles m¨¢s concurridas recogiendo pasajeros sin seguir un trayecto fijo ni un orden de paradas. Al igual que sus compa?eros del cami¨®n de basuras ni se plantea comunicar el centro con los barrios m¨¢s desfavorecidos. "Perder¨ªa dinero", asegura.
"Algunas cosas funcionan aunque sea de esta manera, pero sue?o con el d¨ªa en que todo vuelva a ser normal", dice Rusd Abad al Satar, una pasajera de 29 a?os. "Estamos cansados de esta situaci¨®n. Nunca sabemos si las tiendas van a abrir, c¨®mo podremos llegar a cualquier parte o si alguna vez recuperaremos nuestros empleos", reconoce Al Satar, funcionaria que acude todos los d¨ªas a la saqueada sede el Ministerio de Turismo. "Hay veces", a?ade, "que tengo que discutir con el conductor del autob¨²s. Cada d¨ªa sigue un camino diferente. Es como una loter¨ªa".
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