Las razones de la intervenci¨®n humanitaria
En 1998 visit¨¦ las ex rep¨²blicas sovi¨¦ticas de Asia Central para mantener conversaciones acerca del desarrollo democr¨¢tico que estaba teniendo lugar o deber¨ªa haber tenido lugar en esos pa¨ªses que acababan de independizarse. Mis anfitriones eran antiguos l¨ªderes comunistas que se hab¨ªan convertido en presidentes elegidos con procedimientos m¨¢s o menos democr¨¢ticos. Todos hablaban f¨¢cilmente de instituciones, procedimientos democr¨¢ticos y respeto por el Estado de derecho. Pero los derechos humanos eran otra cuesti¨®n totalmente distinta. En cada pa¨ªs present¨¦ listas de presos pol¨ªticos y me interes¨¦ por su suerte. En uno de ellos, el presidente decidi¨® liberar inmediatamente a un hombre acusado de tramar un golpe de Estado. Pero incluso este ¨¦xito aparente era moralmente ambiguo. El presidente no hab¨ªa tomado una decisi¨®n pol¨ªtica; hab¨ªa concedido un favor personal. Yo estaba recibiendo un regalo, que en s¨ª mismo era tan s¨®lo otra demostraci¨®n del ejercicio arbitrario del poder por parte del presidente, no una prueba de respeto a los principios morales. En otro pa¨ªs habl¨¦ con un l¨ªder de la oposici¨®n fundamentalista isl¨¢mica que hab¨ªa librado una larga guerra civil contra el Gobierno. Ahora se hac¨ªa llamar presidente de un "Comit¨¦ de Reconciliaci¨®n Nacional". Le rodeaban hombres armados hasta los dientes, y, sin embargo, apoyaba firmemente la idea de democratizaci¨®n. La ve¨ªa como su camino m¨¢s seguro hacia el poder, porque la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n pensaba como ¨¦l. La democracia, insinu¨® en tono inquietante, le permitir¨ªa "eliminar" a los discrepantes.
En tales democracias sin dem¨®cratas, los "derechos humanos" son m¨¢s problem¨¢ticos de discutir que los tr¨¢mites, ya que no se piensa en ellos como "derechos" en el sentido legal, sino simplemente como remordimientos de conciencia, o como regalos que pueden intercambiarse por otra cosa de valor. Esta distinci¨®n tiene gran importancia porque pone de relieve la eficacia limitada de las normas legales formalizadas como medio de promover los derechos humanos. Este desfase entre los derechos humanos y el comportamiento de los gobernantes ha provocado el mayor cambio en la forma de conducir los asuntos internacionales en nuestra ¨¦poca: la llegada de la "intervenci¨®n humanitaria". Surgi¨® inicialmente fuera de las instituciones internacionales establecidas y el sistema de la ONU; tuvo su origen en el grupo franc¨¦s M¨¦dicos Sin Fronteras, que consideraba que los derechos humanos eran un valor superior a la soberan¨ªa nacional. M¨¦dicos Sin Fronteras introdujo el concepto de "derecho de intervenci¨®n" en los desastres humanitarios, pasando por encima de las estructuras del derecho internacional tradicional.
El sistema internacional adopt¨® (y transform¨®) con bastante rapidez este concepto, y se produjeron a continuaci¨®n numerosas intervenciones militares humanitarias (en Somalia, Hait¨ª, Bosnia, Kosovo, Timor Oriental y Sierra Leona). Por lo general, dichas operaciones fueron llevadas a cabo bajo el mandato del Consejo de Seguridad. Una excepci¨®n notable fue la intervenci¨®n de la OTAN en Kosovo, que no hab¨ªa sido sancionada expl¨ªcitamente por la ONU. La intervenci¨®n en Kosovo fue tambi¨¦n notable en otro sentido: su legitimaci¨®n tuvo un car¨¢cter totalmente moral, ya que fue una reacci¨®n a la campa?a de limpieza ¨¦tnica llevada a cabo por el r¨¦gimen de Milosevic, que hab¨ªa creado la amenaza real de otro inmenso desastre humanitario. La intervenci¨®n de la OTAN en Kosovo es un precedente que el secretario de Estado Colin Powell utiliz¨® para justificar la guerra contra Irak. Pero, por apremiante que sea el motivo de una intervenci¨®n militar humanitaria, tales acciones deben situarse bajo el paraguas de la Carta de Naciones Unidas. Al fin y al cabo, el promover el respeto a los derechos humanos fue el principio rector que gui¨® la fundaci¨®n de la ONU. Sus tareas a este respecto se establecieron en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de 1948 y los Acuerdos de Helsinki de 1975, que conceden a los derechos humanos supremac¨ªa legal sobre la soberan¨ªa de los Estados individuales.
Sin embargo, existe una contradicci¨®n evidente entre la universalidad y la supremac¨ªa de los derechos humanos y los principios de soberan¨ªa y no injerencia en los asuntos internos de los Estados, que los documentos de la ONU tambi¨¦n consagran. Una forma de superar este abismo es introducir en la Carta de Naciones Unidas un nuevo cap¨ªtulo dedicado a los derechos humanos y redactar de nuevo el Cap¨ªtulo IV, que se refiere al uso de la fuerza en las relaciones internacionales. Adem¨¢s, es necesario redefinir el principio de soberan¨ªa. Lo que el mundo necesita es un sistema de mandamientos legales, acuerdos bilaterales y multilaterales, as¨ª como instituciones de seguimiento y supervisi¨®n adecuadas para regular el uso de la fuerza por razones humanitarias. Las limitaciones legales a la intervenci¨®n humanitaria son necesarias porque los dictadores utilizan con demasiada frecuencia este concepto para justificar agresiones criminales. Adolf Hitler acu?¨® esta estrategia cuando desmantel¨® Checoslovaquia, supuestamente en defensa de los alemanes de los Sudetes, y m¨¢s tarde cuando invadi¨® mi patria, Polonia. Tal como demostr¨® Milosevic de nuevo en los a?os noventa, cuando afirm¨® que estaba defendiendo a los serbios inocentes de Croacia y Bosnia, justificar las intervenciones militares ¨²nicamente sobre la base de los principios morales deja demasiado margen para que se distorsionen y se abuse de ellas.
?sta es la raz¨®n de que los debates sobre la reforma del Consejo de Seguridad deban centrarse no en cambiar su composici¨®n, sino en su misi¨®n. Deber¨ªa hacerse al Consejo expl¨ªcitamente responsable de la "seguridad humana" y de protegerla, adem¨¢s de cumplir su actual papel a la hora de salvaguardar los conceptos m¨¢s tradicionales de seguridad internacional. El principio de no intervenci¨®n en los asuntos internos de un Estado nunca fue absoluto, y la globalizaci¨®n lo enfrenta a un desaf¨ªo radical. El t¨¦rmino "relaciones internacionales" asume un orden surgido del Tratado de Westfalia, basado en compromisos entre Estados nacionales soberanos, que sustituy¨® al orden medieval de comunidades definidas por su fidelidad a un rey. Pero hoy es ese orden westfaliano el que est¨¢ en declive, junto con la importancia de las fronteras estatales. En este contexto de mayor amplitud e incertidumbre, adquiere gran importancia la necesidad de regular las intervenciones militares humanitarias.
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