Cipollini tira la toalla

A Robbie McEwen, en el Tour, le levant¨® una etapa ?scar Freire col¨¢ndose por las vallas y el veloz australiano del Lotto, famoso por su audacia, confes¨® el d¨ªa siguiente: "Jo, parezco un novato; mira que dejar a uno meterse por las vallas..." Un sprinter que se respete, evidentemente, no puede dejar que le tomen el pelo. Y McEwen se quiere mucho, como demuestra siempre que puede. Ayer, cuando la segunda etapa del Giro por fin terminaba, el australiano se desgaj¨® del tronco principal del sprint -el que formaban los naranjas del Panaria- y abri¨® su propia rama a unos 150 metros de la llegada. Salt¨® por el centro de la amplia avenida. A su rueda llev¨® pegado al veterano Fabio Baldato, quien intent¨® la remontada por la derecha de McEwen, entre el australiano y las vallas. Viendo por debajo del sobaco -el ¨¢ngulo de visi¨®n de los sprinters- que el italiano amenazaba con repetir la jugada de Freire un a?o antes, McEwen, ligera pero perceptiblemente, empez¨® a cerrarse hacia la derecha, convirtiendo en embudo el pasillo por el que adelantaba Baldato. Se cerr¨® tanto que le cerr¨® el paso. Se quej¨® tan visiblemente Baldato, que juega de local en el Giro, que el jurado descalific¨® a McEwen, un sprinter que, definitivamente, no sabe manejarse con las vallas.

Entre unas cosas y otras, Aitor Gonz¨¢lez, el espa?ol con pretensiones, ya es el d¨¦cimo en la general

La peripecia McEwen-Baldato fue lo m¨¢s vistoso de la etapa, corrida a 37 kil¨®metros por hora, lenta, bajo el asfixiante calor de las Pullas, pero no lo m¨¢s significativo. Tuvo m¨¢s valor simb¨®lico, por ejemplo, la actuaci¨®n de Marco Pantani, El Pirata, que se levant¨® juguet¨®n. Lleg¨® un puerto de tercera no muy lejos de la meta, mand¨® a sus fieles Clavero y Conti acelerar la marcha y en un santiam¨¦n el cansino y ¨²nico pelot¨®n de casi toda la etapa se convirti¨® en tres agobiados pelotoncitos. Bien jerarquizados: por delante los de Pantani con los grandes favoritos; en medio, unos cuantos sprinters,incluido la maglia rosa, Alessandro Petacchi; en el tercero, m¨¢s sprinters, entre ellos Mario Cipollini.

Mientras el grupo intermedio consigui¨® enlazar -aunque el esfuerzo fatig¨® a Petacchi, quien no lleg¨® con fuerzas para lograr su segunda victoria de etapa-, Cipollini, acompa?ado por casi todos sus dom¨¦sticos -airados trabajadores que llevan meses sin cobrar-, tard¨® poco en tirar la toalla. El sue?o del 41? triunfo de etapa en el Giro, del r¨¦cord de Alfredo Binda, sigue siendo inalcanzable para el campe¨®n del mundo, quien no es, en estos momentos, el hombre m¨¢s feliz del mundo.

M¨¢s contento, bastante m¨¢s, est¨¢ Aitor Gonz¨¢lez, el espa?ol con pretensiones, quien entre unas cosas -el primer d¨ªa se vio favorecido por un corte que le dio 7 segundos de ventaja sobre Frigo, Garzelli y Rumsas- y otras -los m¨²ltiples cortes finales de ayer- ya se ve d¨¦cimo en la clasificaci¨®n general, el mejor situado de los favoritos, a igualdad de tiempo con Gilberto Simoni. El l¨ªder del Fassa Bortolo se mueve como pez en el agua en el estilo italiano de correr las etapas -muy lentos al principio, un poco m¨¢s r¨¢pidos al final, prohibidas las escapadas- y disfruta con el calor de los primeros d¨ªas de un Giro que vivir¨¢ sus primeros sobresaltos el viernes, con la llegada al Terminillo, el primero de los cinco finales en alto propuestos por los organizadores.