La leyenda del 'olvidado'
F¨¦lix Mantilla supera al suizo Roger Federer en la final del Masters Series de Roma y se anota el mejor triunfo de su carrera
Disput¨® su primer Roland Garros con 21 a?os, en 1996, y, aunque no deslumbr¨®, Manuel Adrio, entonces especialista de tenis en Abc, coment¨® que acababa de ver a una futura estrella de la tierra batida. Su afirmaci¨®n s¨®lo consigui¨® esbozar algunas sonrisas de incredulidad. Pero el tiempo acab¨® d¨¢ndole la raz¨®n.
F¨¦lix Mantilla (Barcelona, 23 de septiembre de 1974) ha sido siempre un gran olvidado. Algunos de los momentos m¨¢s brillantes de su carrera los vivi¨® porque otros jugadores de
su misma generaci¨®n renunciaron a representar a Espa?a. Sin embargo, ayer encontr¨® su verdadero espacio. Mantilla, 47? del mundo, se proclam¨® campe¨®n del Masters Series de Roma al ganar en la final al suizo Roger Federer (5?) por 7-5, 6-2 y 7-6 (10-8) en dos horas y 40 minutos.
"Recordar¨¦ este d¨ªa toda mi vida", explic¨® Mantilla a trav¨¦s de los altavoces de la pista en el Foro It¨¢lico. "Es mi mejor triunfo y se lo debo a mi familia, a mi entrenador [Joaqu¨ªn Mu?oz], a mi preparador f¨ªsico [Ernesto Lapiedra] y tambi¨¦n a mi primer entrenador, Jordi Vilar¨®, con quien estuve once a?os".
Ya no pudo seguir. Un gran sollozo se apoder¨® de ¨¦l. Y no era para menos. Por fin, este jugador, que atesoraba nueve t¨ªtulos -el ¨²ltimo lo hab¨ªa ganado en Palermo en 2001- logr¨® ser el centro de la atenci¨®n por s¨ª mismo. Roma obr¨® el milagro.
Antes, pocas veces hab¨ªa conseguido la atenci¨®n merecida por su entrega y sus triunfos. A los 15 a?os, comenz¨® a trabajar con Vilar¨®, un t¨¦cnico que le demostr¨® una confianza incondicional y que viaj¨® con ¨¦l pag¨¢ndose sus gastos en muchas ocasiones. "Eran tiempos dif¨ªciles", reconoce Vilar¨®; "F¨¦lix siempre estuvo por detr¨¢s de otros jugadores de su generaci¨®n. Por eso no recibi¨® ayudas ni pudo entrar en los equipos nacionales. Se mantuvo en un segundo plano porque tampoco ten¨ªa las cosas claras sobre su futuro profesional".
A los 18 a?os, en 1992, consigui¨®, al fin, entrar en el equipo espa?ol de la Copa Sunshine, junto a Albert Costa, porque algunos ten¨ªan otros planes. Y la ganaron. "Lo ten¨ªa dif¨ªcil", aduce Vilar¨®; "antes estaban Berasategui, Costa y Corretja". Aquello le sirvi¨® para aumentar su autoestima y decidir que quer¨ªa ser profesional del tenis.
"Entonces lleg¨® la etapa de los circuitos sat¨¦lites y los challengers", cuenta Vilar¨®; "fue duro, porque ten¨ªamos que interrumpir los programas de los torneos para jugar competiciones nacionales con el fin de ganar dinero para poder financiar aquellos desplazamientos". All¨ª ayudaban todos. Los padres de Mantilla, maestros los dos; el entrenador y el jugador. "Sab¨ªa que tarde o temprano iba a llegar", asegura Vilar¨®; "le faltaba un poco de car¨¢cter, pero era un gran competidor, un luchador".
La confirmaci¨®n de todo ello lleg¨® en Montecarlo, en 1996, cuando gan¨® a su ¨ªdolo, Sergi Bruguera, y alcanz¨® los cuartos de final. Despu¨¦s, el primer t¨ªtulo, en Oporto (1996), y otros ocho en tierra batida, el God¨® entre ellos, hasta que en 1999 Manuel Santana, entonces capit¨¢n espa?ol, le llam¨® para el equipo de la Copa Davis tras las renuncias, por lesiones, de Corretja y Moy¨¤ a viajar a Nueva Zelanda. Mantilla lo hizo y gan¨® su punto lesionado. Fue el h¨¦roe de aquel lance, que permiti¨® a Espa?a mantenerse en el Grupo Mundial y ganar un a?o despu¨¦s la Ensaladera a Australia en Barcelona.
Las consecuencias de aquella lesi¨®n fueron terribles. Mantilla pas¨® una p¨¦sima temporada y decidi¨® operarse del hombro derecho en agosto de 2000. Estuvo recuper¨¢ndose hasta diciembre y le cost¨® dos a?os coger el ritmo. Hasta este curso, en el que pareci¨® recuperar la alegr¨ªa y la ilusi¨®n por el tenis. Avis¨® con unas semifinales en Auckland, unos octavos de final en el Open de Australia y otras semifinales en Acapulco. Y en Roma confirm¨® todos los presagios: su tenis ha vuelto. "Tengo hambre de triunfos y no quiero pararme aqu¨ª. Si juego a este nivel", asegur¨®, "creo que soy uno de los que pueden ganar Roland Garros".
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