Francia, paralizada
El alto seguimiento de la jornada de huelga convocada en Francia por los sindicatos contra la reforma de las pensiones constituye un serio aviso al Gobierno de centro-derecha de Jean Pierre Raffarin, que acaba de cumplir su primer a?o. Pero el Ejecutivo se siente fuerte y no es previsible que d¨¦ marcha atr¨¢s en la equiparaci¨®n del sector p¨²blico con el privado a la hora de poder cobrar la totalidad de la pensi¨®n: en 2012, en ambos sectores habr¨¢ que haber cotizado 41 a?os, aunque el sector p¨²blico seguir¨¢ cotizando dos puntos menos que el privado. El Gobierno se propone tambi¨¦n indexar las pensiones seg¨²n la inflaci¨®n, no seg¨²n los salarios como en la actualidad, y limitar dr¨¢sticamente las jubilaciones anticipadas. La reforma de gran calado tendr¨¢ un efecto central: aplazar la jubilaci¨®n a los 65 a?os o m¨¢s all¨¢, y forzar por la v¨ªa de los hechos a los empleados franceses a cubrirse con fondos de pensi¨®n privados.
La huelga ha sido seguida sobre todo en el sector p¨²blico, el m¨¢s afectado por la ley que la mayor¨ªa espera aprobar antes del receso veraniego. Hospitales, control a¨¦reo y ense?anza, junto con el efecto multiplicador de la par¨¢lisis del transporte y las grandes manifestaciones, han dado una imagen, equivocada, de una Francia que est¨¢ contra su Gobierno. M¨¢s de la mitad de los franceses, seg¨²n algunos sondeos, apoyaban las reivindicaciones sindicales, pero, a la vez, una amplia mayor¨ªa mantiene su apoyo al d¨²o Chirac-Raffarin. Aunque la huelga ha sido organizada por los sindicatos, puede haber contribuido a sacar de su semiclandestinidad a la izquierda, y especialmente a los socialistas, que este fin de semana celebran su primer congreso tras su tremenda derrota de un a?o atr¨¢s.
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