El revolucionario de la Bah¨ªa
El alcalde de Puerto Real, identificado con el r¨¦gimen cubano, conf¨ªa en su reelecci¨®n y en liderar el "salto hist¨®rico" del municipio
De Jos¨¦ Antonio Barroso (Puerto Real, 51 a?os) lo primero que llama la atenci¨®n son sus poderosas y grandes manos. Lo segundo es que, con frecuencia, sujeta un puro habano enviado directamente desde el Caribe. "?ltimamente no los fumo tanto porque los regalos de Cuba escasean y mi econom¨ªa familiar no me lo permite", afirma el alcalde con m¨¢s mandatos (cinco) al frente de un ayuntamiento gaditano, s¨®lo superado por Pedro Pacheco, con seis en Jerez.
Acumula dos d¨¦cadas como primer edil de Puerto Real, municipio que est¨¢ en el coraz¨®n geogr¨¢fico de la Bah¨ªa de C¨¢diz. Encabeza de nuevo la candidatura de IU convencido de que esta localidad afronta en los pr¨®ximos a?os "su gran salto hist¨®rico" y de que ¨¦l debe ser el alcalde "del m¨¢s importante proceso de transformaci¨®n" que vivir¨¢ este municipio, de 38.000 habitantes.
Mentar a Barroso en la Bah¨ªa de C¨¢diz es hablar, seg¨²n sus colaboradores, de car¨¢cter, de historia y de movimientos solidarios con Nicaragua, S¨¢hara, Per¨² y, en especial, con Cuba. Jos¨¦ Antonio Barroso se define como un "veterano" pol¨ªtico "con experiencia". Una experiencia de m¨¢s de 30 a?os de trabajo. Con 17 comienza a trabajar como tubero en los antiguos Astilleros de Matagorda, hoy factor¨ªa Izar de Puerto Real. Pronto ascendi¨® a oficial de segunda y se gan¨® el aprecio y la estima de sus compa?eros, que lo eligen para el jurado de empresa.
Su labor sindical le marc¨®. Aquella etapa del joven Barroso sindicalista es recordada por muchos. Algunos consideran incluso que en el Museo del Dique deber¨ªa exponerse el bid¨®n donde se sub¨ªa Barroso a dar los m¨ªtines en defensa de los derechos de los trabajadores, sobre todo cuando form¨® parte del comit¨¦ de la primera huelga en astilleros en plena dictadura franquista por una subida de salarios.
Fund¨® el sindicato Comisiones Obreras del Metal y la Confederaci¨®n de Sindicatos Unitarios de Trabajadores. Al mismo tiempo, ingresa en el Partido Comunista de Espa?a Internacional, que en su congreso en la clandestinidad de 1973 pasa a llamarse Partido del Trabajo de Espa?a. En esta formaci¨®n -definida marxista, leninista de orientaci¨®n mao¨ªsta- estuvo militando hasta su autodisoluci¨®n en 1981. En 1979, es elegido primer alcalde democr¨¢tico de Puerto Real y ah¨ª permanece hasta hoy, a excepci¨®n del periodo 1995-1999 cuando un pacto de cinco partidos le desterr¨® de la alcald¨ªa pese a ser la lista m¨¢s votada.
El compromiso de Barroso con sus ideales se ha mantenido imperturbable pese a las adversidades. Su complicidad con el r¨¦gimen cubano no ha variado un ¨¢pice. "Me sigue sorprendiendo el orgullo patri¨®tico, la altura y la solidaridad del cubano", afirma. La delicada situaci¨®n actual tampoco le hace cambiar de opini¨®n, a pesar de reconocer que esta vinculaci¨®n ha sido aprovechada por los adversarios pol¨ªticos para intentar desgastarle. De hecho, la oposici¨®n lleg¨® a llamarle "alcalde de asuntos exteriores".
Ahora, sus viajes a Cuba se reducen a uno al a?o cuando es invitado por la Administraci¨®n cubana. Est¨¢ prendado por los atractivos "pol¨ªticos, hist¨®ricos y populares" de esta isla caribe?a gobernada por Fidel Castro. Le hipnotiza la belleza de Santiago, aunque su instante de mayor gloria lo obtuvo cuando Castro le invit¨® a intervenir ante decenas de miles de personas en la Plaza de la Revoluci¨®n en nombre del movimiento de solidaridad internacional con Cuba. Cuando concluy¨®, el comandante le felicit¨®: "Has estado majestuoso, andaluz". Precisamente, Castro propici¨® que se casara simb¨®licamente con su segunda mujer mediante un documento notarial que certificaba una relaci¨®n amorosa.
Se mira en el espejo del Che Guevara, al que profesa una profunda devoci¨®n. "Tiene una dimensi¨®n casi c¨®smica. Conocerle hubiera sido lo m¨¢ximo que habr¨ªa vivido", confiesa.
Esta simbiosis hacia todo lo que suene a Cuba y sus inicios sindicales le procuraron una especial virulencia en su discurso. Con todo, la vehemencia que emplea para casi sentenciar cada cosa que sale de su boca se ha mesurado parcialmente con el paso de los a?os. "Pero se sigue perdiendo en su elocuencia", afirma con cari?o un antiguo compa?ero de partido. Tanto es as¨ª que despu¨¦s de protagonizar sonados enfrentamientos con todos los alcaldes de la Bah¨ªa, fue elegido hace un a?o como el presidente del consenso de la Mancomunidad de municipios de esta comarca con el mayor de los apoyos nunca obtenido por un alcalde. A¨²n as¨ª, su gran pasi¨®n es Puerto Real. "Y seguir¨¢ si¨¦ndolo siempre", apostilla.
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