'The Ring': No rompas nunca la cadena
"?QU? PUEDES DECIRNOS ACERCA DE ESA CINTA?"
-Lo ¨²nico que s¨¦ es que de repente aparece en la pantalla una mujer horrible que dice: ?Vas a morir dentro de una semana! Eso es todo lo que he o¨ªdo.
-Tambi¨¦n dicen que aparece si te quedas a ver la tele de madrugada y que poco despu¨¦s suena el tel¨¦fono. "Un terror¨ªfico chisme circula entre los j¨®venes japoneses: aquel que visione cierta cinta de v¨ªdeo con im¨¢genes de pesadilla y reciba a continuaci¨®n una extra?a llamada telef¨®nica morir¨¢ exactamente siete d¨ªas despu¨¦s. Se cuenta que algunos conocen a alguien que les ha contado que varios j¨®venes han muerto as¨ª de forma horrible. Una periodista, esc¨¦ptica de entrada, rastrear¨¢ el caso. Encontrar¨¢ el v¨ªdeo... y lo ver¨¢. Dispondr¨¢ s¨®lo de siete d¨ªas para resolver el enigma. Este es el punto de arranque del turbador filme japon¨¦s The Ring (Ringu, 1998), de Hideo Nakata, basado en la novela hom¨®nima de K?ji Suzuki (una especie de Stephen King a la japonesa).
Su ¨¦xito ha propiciado la realizaci¨®n de una serie televisiva y un manga (c¨®mic y dibujos animados japon¨¦s), as¨ª como una versi¨®n norteamericana: La se?al (The Ring , 2002), de Gore Verbinski. ?Lo que una simple cinta de v¨ªdeo (pl¨¢stico y poco m¨¢s), sin etiqueta, aparentemente inocua pero tentadora, a la espera de que la vean, puede dar de s¨ª! ?Ser¨¢ verdad lo que se cuenta?
Historias asombrosas que van de boca en boca, contadas como si se tratase de sucesos verdaderos, aunque nunca hay testimonios directos; relatos, noticias ambiguas, habladur¨ªas, rumores e informaciones confidenciales circulan, como los chistes, y se difunden a gran velocidad. Adoptando formas nuevas seg¨²n los tiempos o los pa¨ªses por los que se propagan, forman parte del imaginario y folclor moderno.
Tan arraigados est¨¢n que hay personas que no dudan de su veracidad. Pechos siliconados que explotan, cocodrilos que habitan en las cloacas de las grandes ciudades, aparecidos en las curvas de una solitaria carretera, robo de ¨®rganos, golosinas envenenadas, etc¨¦tera. Son lo que ha dado en llamarse leyendas urbanas (v¨¦ase el interesante trabajo de Antonio Ort¨ª y Josep Sampere: Leyendas urbanas en Espa?a, 2000).
No desvelaremos la trama del citado filme, pero diremos que existe una forma de acabar con la maldici¨®n del v¨ªdeo. Tiene que ver con el conocido m¨¦todo de la cadena. Quien m¨¢s, quien menos, ha recibido alguna vez una carta o correo electr¨®nico en el que se le conmina a seguir una supuesta cadena de solidaridad.
Recu¨¦rdese, por ejemplo, el caso, ampliamente difundido, del ni?o ingl¨¦s, aquejado de un tumor maligno, cuya ilusi¨®n era registrar su nombre en el libro de los r¨¦cords como poseedor de la colecci¨®n de postales m¨¢s grande del mundo. Para colaborar bastaba reenviar el mensaje a 10 conocidos y remitir una tarjeta postal al ni?o. En menos de dos a?os consigui¨® su objetivo inscribiendo su nombre en el susodicho libro gracias a los m¨¢s de 16 millones de cartas recibidas.
En muchos casos, el remitente ni tan siquiera existe. A veces, se amenaza directamente con males sin cuento si se osa romper la cadena. Algunos fraudes y timos se basan tambi¨¦n en esta estructura de difusi¨®n y propagaci¨®n de rumores. A primera vista, sorprende la inusitada velocidad con la que este tipo de mensajes, falaces o no, suele propalarse.
No hay nada de misterioso. Puede explicarse por las propiedades de los n¨²meros y, claro est¨¢, por las peculiaridades de los rumores mismos. Supongamos, por ejemplo, que una persona env¨ªa un mensaje electr¨®nico con una supuesta noticia a cinco amigos y que cada uno de ¨¦stos se apresura (la etiqueta de confidencial ayuda sobremanera) a comunicarla a cinco m¨¢s, en lo que se emplea, pongamos, dos minutos.
Si la Red funciona con normalidad, a los cuatro minutos de haber llegado el mensaje, su contenido es conocido por 1 + 5 + (5 ¡¤ 5) = 31 personas. Si la cadena no se rompe, a los 18 minutos sabr¨¢n la noticia ?m¨¢s 2,4 millones de personas! Y en 10 minutos m¨¢s, todo el planeta. Es m¨¢s, seleccionadas dos personas al azar, resulta pr¨¢cticamente seguro que una de las dos conoce a alguien que conoce a una persona que conoce a la otra (conexi¨®n a trav¨¦s de una cadena de 2 intermediarios).
Verdaderamente, el mundo es un pa?uelo. "?Entonces la cinta de v¨ªdeo? No pertenece a este mundo. Es todo el odio de Sadako el que est¨¢ grabado en ella. Nos ha echado una maldici¨®n a todos". Consejo: si encuentran por casa un v¨ªdeo dom¨¦stico sin etiqueta, no se arriesguen. P¨¢senselo a alguien con quien no se lleven bien y que la maldici¨®n contin¨²e...
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