Un pacto para Sevilla
El Partido Andalucista decide desde 1991 las alianzas de gobierno de la ciudad
En Sevilla parece m¨¢s f¨¢cil cambiar el curso del r¨ªo que modificar ciertos h¨¢bitos. El Guadalquivir, a su paso por la ciudad, ha sufrido tantas mutaciones para evitar las crecidas que resulta casi imposible recordar el cauce primitivo. Modernizar la fisonom¨ªa urbana para 1992 cost¨®, sin embargo, cr¨ªticas a diestro y siniestro, que s¨®lo callaron cuando la Exposici¨®n Universal abri¨® sus puertas. "Se protesta mucho cuando se intenta cambiar, aunque luego el cambio se agradece", reflexiona Jos¨¦ Luis Cano, uno de los dirigentes de la federaci¨®n de asociaciones de vecinos.
El apego a los s¨ªmbolos queda patente en los renovados br¨ªos de la Semana Santa. Los cerca de 67.000 nazarenos y costaleros que participan en las procesiones equivalen al 10% de la poblaci¨®n. Una masa humana similar a la que est¨¢ abonada al Betis y al Sevilla, con 38.000 y 32.000 socios, respectivamente. La pasi¨®n se cultiva desde la cuna. 697 socios b¨¦ticos tienen menos de cuatro a?os.
El mandato municipal que finaliza ha sido prol¨ªfico en aparcamientos subterr¨¢neos y en literatura. Se ha aprobado el Plan Estrat¨¦gico Sevilla 2010 y el avance de la revisi¨®n del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana. Pero ha sido parco en hitos urbanos, como si fuera un tiempo de paso.
Por vez primera despu¨¦s de la Exposici¨®n Universal, el horizonte econ¨®mico parece despejado gracias a la elecci¨®n de la ciudad como sede de la factor¨ªa donde se ensamblar¨¢ el nuevo avi¨®n europeo de transporte militar, el A-400M, el reforzamiento de la actividad de Renault y la prevista ampliaci¨®n del puerto. El proyecto aeron¨¢utico por s¨ª solo puede generar entre 12.000 y 15.000 empleos indirectos, seg¨²n el secretario general de CC OO de Sevilla, Rafael Fern¨¢ndez Serra.
Semejante perspectiva en una ciudad que despidi¨® 2002 con una tasa de paro del 20% -ocho puntos menos que en 1999, seg¨²n datos de UGT- y que depende estrechamente de los servicios significa dar alas al renacimiento industrial. La construcci¨®n de la primera l¨ªnea de metro, que se prolongar¨¢ hasta 2006, es otro revulsivo.
El fracaso en la carrera ol¨ªmpica, al lograr Madrid la candidatura espa?ola, ha sido uno de los episodios negativos de estos a?os, sobre todo teniendo en cuenta que el estadio de la Cartuja (inmerecidamente bautizado como ol¨ªmpico) consumi¨® m¨¢s de 120 millones de euros y sigue sin rentabilizarse desde que se inaugur¨® para los Mundiales de Atletismo en 1999.
Mientras se construyen estadios ol¨ªmpicos, los barrios aguardan. Rosario Garc¨ªa es la portavoz de Nosotros Tambi¨¦n Somos Sevilla, una plataforma creada hace cinco a?os y que integra a una veintena de colectivos del Pol¨ªgono Sur, donde residen 40.000 personas: "Nuestro nombre lo dice todo. Nos hemos sentido desatendidos a pesar de que pagamos nuestros impuestos". La peor cara de la pobreza y el paro, como la droga o el absentismo escolar, anida en una barriada del Pol¨ªgono Sur sin que hasta ahora se le haya prestado mucha atenci¨®n.
La remodelaci¨®n de la c¨¦ntrica plaza de la Encarnaci¨®n es otro quiste que se arrastra desde hace a?os y que se ha destapado en este mandato, pero el proyecto municipal para construir un complejo comercial con aparcamiento y mercado subterr¨¢neos ha puesto en pie de guerra a 40 entidades de ¨ªndole diversa que temen un caos circulatorio en una zona ya saturada. "Todos los aparcamientos alrededor del casco antiguo empeoran la circulaci¨®n, porque son un reclamo", asegura el presidente de la Uni¨®n Sevillana del Taxi, Jos¨¦ Padilla.
La batalla ha llegado a la Comisi¨®n Europea, que ha admitido a tr¨¢mite la denuncia contra el proyecto por atentar contra la movilidad, el medio ambiente y la participaci¨®n ciudadana en el casco antiguo de Sevilla, donde residen 55.000 vecinos, api?ados en la zona norte. Al sur se concentran los s¨ªmbolos de la ciudad -la Giralda y la catedral, el Real Alc¨¢zar o el barrio de Santa Cruz-, los comercios modernos y, seg¨²n los vecinos, las inversiones.
Hace m¨¢s de una d¨¦cada que ninguna formaci¨®n logra mayor¨ªa absoluta en Sevilla, desde que el PSOE la perdi¨® en 1991. La alcald¨ªa es un empleo precario, sobre el que ning¨²n regidor ha superado de momento los cuatro a?os. El Partido Andalucista ha actuado como depositario de la llave. Impuso a su candidato Alejandro Rojas Marcos, a cambio de gobernar con el PP de 1991 a 1995; acept¨® a Soledad Becerril como alcaldesa de la coalici¨®n, entre 1995 y 1999, y permiti¨® el retorno del PSOE a la alcald¨ªa en 1999, con la elecci¨®n de Alfredo S¨¢nchez Monteseir¨ªn.
Sevilla tiene un alcalde, pero dos programas. El Partido Andalucista, que se ha reservado siempre la gesti¨®n del urbanismo, ha impuesto un estilo de pacto que es m¨¢s la suma de dos proyectos aut¨®nomos -a veces de visiones contrapuestas- que un verdadero gobierno de coalici¨®n. Los rifirrafes entre los socios, igual que ocurri¨® en etapas anteriores, han aflorado a cuenta de las indemnizaciones por el derrumbe del muro del Bazar Espa?a sobre una parada de autob¨²s que mat¨® a cinco personas el 31 de diciembre de 1998, o el plan para la plaza de la Encarnaci¨®n.
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