Caperucita Roja contra Cenicienta
Los cuentos cl¨¢sicos infantiles suelen ser muy crueles. Tienen brujas, ogros, lobos feroces, reinas vanidosas o madrastras perversas. Tambi¨¦n tienen inocentes adolescentes, proyectos de so?adoras mujercitas de su casa o de so?adoras con pr¨ªncipes valientes. Tambi¨¦n en el frente de Madrid se leen cuentos, se cuentan cuentos, se prometen finales felices.Tambi¨¦n hay sapos que se convertir¨¢n en dulces enamorados y se podr¨¢ comer perdices en los atascos de la M-30. Los cuentos son muy bonitos, pero adormecen y son ficciones. El lenguaje electoral, el estilo m¨¢s eficaz, no est¨¢ hecho con el material de los cuentacuentos de los m¨ªtines. Lo que se nos queda est¨¢ forjado en prosa dura. M¨¢s cerca del realismo sucio que del fant¨¢stico. Aun as¨ª, de vez en cuando, como una flor crecida en un basurero, a los candidatos les brota el ni?o o la ni?a que un d¨ªa ley¨® cuentos.
No s¨¦. Seguramente son los excesos de la campa?a. O los l¨ªcitos deseos.
Todos tenemos humos, incluso los candidatos a la alcald¨ªa. Menos humos tuvo In¨¦s Saban¨¦s en el debate radiof¨®nico, pero demostr¨® saber c¨®mo se fuma eso del Ayuntamiento de la Villa y Corte.
Seguimos en ferias y fiestas. Los isidros y los residentes en la capital siguen a lo suyo. Bastante al margen de los m¨ªtines de barrio. En mis visitas de inc¨®gnito a los m¨ªtines he comprobado lo dif¨ªcil de movilizar. A la sombra de otro ¨¢rbol, en el parque de Eva Per¨®n, en la frontera del barrio de Salamanca y del barrio de Ventas, escuch¨¦ a Ana Botella y Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Bueno, los escuch¨¦ poco. No porque las masas del barrio de Ana Botella lo impidieran. No, apenas 500 personas maduras, incluso muy maduras, acompa?aron a sus pol¨ªticos en campa?a. Escuch¨¦ poco porque hablaron poco. Muy poco y muy lejos del tono de Evita habl¨® Ana Botella. Amable, sonriente y casera. M¨¢s suelta en el pase¨ªllo que en el centro de la plaza.
Tampoco pude escuchar demasiado a Ruiz-Gallard¨®n. Algunos gritos contra la guerra de unos j¨®venes propiciaron la primera interferencia. Muy bien llevada por Gallard¨®n, que pidi¨® silencio a los que protestaron de los antibelicistas. Reanudado el discurso, levant¨® los mayores aplausos cuando record¨® amablemente al alcalde saliente, ?lvarez del Manzano. En ¨¦stas estaba cuando unos vecinos de La Ventilla que mantienen un contencioso con el Ayuntamiento tomaron la palabra. Nada, que los fieles del PP no quer¨ªan disonancias en campa?a. Nada de reivindicaciones, era su mitin, su parque, su l¨ªder y all¨ª se estaba con inquebrantable adhesi¨®n o no se estaba. Tan inquebrantable que incluso deso¨ªan las peticiones de Gallard¨®n de querer escuchar a esos vecinos. No pudo ser. Ganaron los inquebrantables. Se oyeron insultos poco propios de se?ores tan serios. Gallard¨®n no pudo con ese ruido. Hizo faena de ali?o. Termin¨® el mitin, salud¨® a los sentados y fuese. Eso s¨ª, entre piropos, besos y dedicatorias de los rendidos del barrio.
Yo me imagin¨¦ algunos de los probables pensamientos del abnegado y civilizado candidato popular a la alcald¨ªa. Seguramente pensamientos nost¨¢lgicos de tiempos pasados. All¨ª, en el parque de estos ruidos de un martes y 13, dio su primer mitin como pol¨ªtico, en el parque dedicado a la amiga de los descamisados, a la hermosa y rubia mitinera que fue Eva Per¨®n. De casi todo hace ya veinte a?os. Aquel mitin primero le sirvi¨® para empezar una carrera que todav¨ªa est¨¢ llena de esperanzas e incertidumbres. Entonces le gan¨® Tierno Galv¨¢n... ?Y ahora? Ahora ya se ver¨¢.
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