Las primarias de ?lava
Repasa el autor las expectativas electorales en ?lava y recuerda que los resultados de esta provincia suelen ser id¨¦nticos a los generales.
Los estadounidenses prestan especial atenci¨®n a las primarias en el Estado de New Hampshire porque, adem¨¢s de ser las primeras en celebrarse, marcan la pauta de por d¨®nde discurrir¨¢ la elecci¨®n presidencial. Salvando las obligadas distancias, algo similar se podr¨ªa sostener del comportamiento electoral de ?lava, provincia que tradicionalmente ha clavado los resultados. O, dicho de otra manera, que la singular perspicacia de la estad¨ªstica electoral alavesa -o su proverbial pragmatismo acomodaticio- le permite resumir que quien gana aqu¨ª, gana en el conjunto. Pocas circunscripciones pueden presumir de semejante olfato para determinar de d¨®nde soplan los vientos sociol¨®gico-electorales. Quiz¨¢s por eso, adem¨¢s de por su posici¨®n estrat¨¦gica en el mapa pol¨ªtico-institucional vasco, los tres candidatos a ganar han arrancado aqu¨ª la campa?a.
El acertijo se resume en si se asemejar¨¢n los resultados al ¨²ltimo 13-M o a los comicios de 1999
Hace unos d¨ªas, una periodista recog¨ªa opiniones cr¨ªticas acerca de la gesti¨®n municipal del alcalde de Vitoria, Alfonso Alonso, durante la legislatura que acaba. No s¨®lo nadie quer¨ªa identificarse p¨²blicamente sino que, a rengl¨®n seguido del rapapolvo off the record al primer edil vitoriano, conclu¨ªan que hab¨ªa algo m¨¢s importante que el balance de gesti¨®n del referido. El maldito embrollo de la pol¨ªtica vasca se come las estrictas disputas municipalistas o de gesti¨®n provincial de Vitoria y ?lava. Lo singular no es si gana fulano o mengano, sino si lo hace el bloque X o Y. Qu¨¦ importa qui¨¦n obtenga m¨¢s sufragios cuando lo esencial es qui¨¦n est¨¦ en disposici¨®n de gobernar con la suma adecuada.
?lava es la plaza institucional donde se juega la posibilidad de un salto en el vac¨ªo en la presente pol¨ªtica vasca. Y que eso es lo que cuenta lo han venido a signar con rotundidad las propias planchas electorales y sus discursos. ?Que hubiera sido mejor otro candidato?, ?que el o la fichaje estrella ya tienen descontados los r¨¦ditos electorales?, ?que con esa lista ser¨ªa un marr¨®n tener que gobernar los pr¨®ximos cuatro a?os?, ?que mejor que te haga la campa?a el l¨ªder supremo que alguien de cabeza a quien nadie conoce?, ?que tienes menos meses de empadronamiento y de trayectoria en el territorio que el ¨²ltimo inmigrante rumano? ?A qui¨¦n le importa! En Euskadi se vota no a favor de, sino en contra de, m¨¢s para prevenir lo que se tiene por desastre colectivo que para procurar novedosos modelos de gesti¨®n. Y ahora volver¨¢ a pasar lo mismo.
El acertijo se resume en si se asemejar¨¢n los resultados al ¨²ltimo 13-M auton¨®mico o a los anteriores comicios locales de 1999. En esa tesitura, al que m¨¢s le interesar¨ªa una abstracci¨®n respecto de lo que ocurre en el entorno ser¨ªa al PP alav¨¦s. No solo por la guerra contra Irak o el chapapote o hasta las vacas locas resucitadas para la ocasi¨®n. Incluso ni siquiera por tener que ser el ¨²nico en evaluar su gesti¨®n.
Como callan los interrogados por mi amiga periodista, el mayor haber de los populares alaveses lo constituye el que en cuatro a?os hayan sustituido a los nacionalistas y no solo no se hayan hundido las columnas del templo local y provincial, sino que incluso, en el marasmo y violencia vascas, ¨¦sta haya sido tierra de mesura, sentido com¨²n y refugio. Nada alegrar¨ªa m¨¢s a los candidatos de ese partido que el no ver por aqu¨ª hasta el 25-M a ning¨²n preboste de su organizaci¨®n (de los del sur, pero tampoco de los del norte).
Los socialistas han hecho el fichaje m¨¢s sonoro y talentoso, en la persona del primer diputado general de la provincia, el ex peneuvista (aunque ¨¦l siga refiri¨¦ndose a "El Partido") Emilio Guevara. Un fichaje que no es solo el de un candidato estrella, sino m¨¢s bien una met¨¢fora de su ilusi¨®n para esta vez: personificar en ¨¦ste el ancho espacio de encuentro que un d¨ªa tuvo la sociedad vasca en torno a sus instituciones y al Estatuto de Gernika.
La coalici¨®n nacionalista, despu¨¦s de dilapidar el banquillo de la oposici¨®n institucional de estos cuatro a?os -en coherencia autocr¨ªtica con el nivel pol¨ªtico de ¨¦sta-, ha acudido a disciplinados funcionarios del partido que necesitar¨¢n tanto de los aires favorables de fuera como de las ayudas del lehendakari o de las que le pueda venir de los que para la ocasi¨®n no se presentan por "imperativo legal". Con todo, la calidad de la plancha de los nacionalistas es lo de menos y pueden perfectamente ganar en uno y otro escenario.
Lo que pasa es que la suma de sumandos aqu¨ª s¨ª que puede alterar el resultado (salvo revolc¨®n hist¨®rico, geol¨®gico). Se adivina, pues, un esperado y l¨®gico entendimiento entre populares y socialistas, a paso cambiado con el resto de Espa?a, para hacerse con las dos instituciones principales. Con la novedad de que esta vez los segundos no est¨¢n por la labor de ser necesaria y exageradamente generosos en todas partes. Pero para cada hip¨®tesis hace falta que a los tres les cuadren los n¨²meros.
En resumen, que, como pasa en New Hampshire, siendo cruciales los resultados alaveses, lo que pase lo sabremos despu¨¦s de la diez de la noche del domingo (despu¨¦s de haber sobrevivido a la irrealidad de los sustos de las encuestas israelitas a la salida de urna, que nos trasladar¨¢ la necesidad de ruido de radios y televisiones).
Antonio Rivera es catedr¨¢tico de Historia Contempor¨¢nea de la UPV-EHU.
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