"Los nuevos museos no exponen objetos, sino ideas"
Ralph Appelbaum (Nueva York, 1942) ha producido el dise?o de m¨¢s de un centenar de exposiciones temporales y permanentes para museos y centros de todo el mundo. Desde el Museo del Holocausto y el del Periodismo, ambos en Washington, a la renovaci¨®n de numerosas salas del Museo de Historia Natural de Nueva York, entre ellas la de los dinosaurios y el nuevo planetario, pasando por el Museo Nacional de Prehistoria de Taiwan y una gran exposici¨®n sobre la historia de la televisi¨®n en S?o Paulo. En Espa?a podr¨¢ verse su trabajo en 2004 con la exposici¨®n Voces -una de las cuatro grandes exhibiciones del F¨°rum Universal de les Cultures-, que tiene como tema principal la diversidad lingu¨ªstica del mundo y cuyo responsable de contenidos es el escritor Vicen? Villatoro. Esta exposici¨®n, con un presupuesto global de 7.111.650 euros, deb¨ªa haberse presentado inicialmente en el edificio F¨°rum, de Herzog & De Meuron, pero el retraso de las obras ha obligado a trasladarla al vecino centro de convenciones que construye Josep Llu¨ªs Mateo, y su su extensi¨®n se ha reducido de 6.000 a 3.000 metros cuadrados. Ser¨¢ un espacio ¨²nico con 28 gigantescas pantallas y todo tipo de soportes sonoros, audiovisuales e interactivos.
"Un museo sobre la Guerra Civil espa?ola provocar¨ªa un debate complejo e intenso"
"En la exhibici¨®n 'Voces', del F¨°rum, se explicar¨¢ la situaci¨®n de las lenguas del mundo"
Pregunta. El tema de la diversidad ling¨¹¨ªstica siempre es pol¨¦mico y complejo. ?La exposici¨®n se limitar¨¢ a mostrarla o entrar¨¢ en los problemas?
Respuesta. La exposici¨®n se posiciona, no se limitar¨¢ a observar. Se calcula que el 95% de las 5.000 lenguas del mundo, de las que s¨®lo el 2% son oficiales, desaparecer¨¢n en el siglo XXI. Habr¨¢ un apartado con un reloj en el que el visitante tendr¨¢ una visi¨®n muy clara de cu¨¢l es la situaci¨®n y se ofrecer¨¢ un retrato estad¨ªstico de lo que pasa con la globalizaci¨®n.
P. ?C¨®mo han cambiado los museos en los ¨²ltimos a?os?
R. El principal cambio ha sido que los museos ya no exponen objetos, sino ideas. Los objetos se han convertido en medios secundarios para comunicar los discursos. En Estados Unidos, s¨®lo el 15% de los museos son de arte y el resto son de historia, ciencia o de otros temas, por lo que se han convertido en el detonante para explicar un discurso social o moral. Su misi¨®n es usar todos los medios a su alcance para embarcar a los visitantes en un viaje narrativo.
P. ?No acabar¨¢n convertidos en parques tem¨¢ticos?
R. No creo que exista este peligro porque las disciplinas muse¨ªsticas son muy fuertes y est¨¢n muy desarrolladas. Los parques tem¨¢ticos est¨¢n enraizados en la ficci¨®n, usan detonantes emotivos falsos para implicar a sus visitantes, asustan con figuras m¨ªticas, les implican con personajes ficticios y muchas veces s¨®lo satisfacen su deseo de ocio superficial. Los museos pueden asustar mucho m¨¢s con la realidad y pueden hacer re¨ªr y llorar a los visitantes con las historias de personas reales. Se est¨¢n convirtiendo en elementos fundamentales en la formaci¨®n de la gente, en grandes centros educativos, lo que no quiere decir que sean aburridos. En Estados Unidos, por ejemplo, varias generaciones no han estudiado arte porque desapareci¨® de los planes de estudio, por lo que los museos se encuentran con que el p¨²blico es cada vez m¨¢s viejo y han tenido que asumir que tienen que ejercer tambi¨¦n una labor pedag¨®gica para hacer atractivo su patrimonio a las nuevas generaciones.
P. Ahora hay museos o exposiciones de todo y esto tambi¨¦n pueden ser una gran arma de propaganda. ?Hasta qu¨¦ punto la museolog¨ªa puede aplicarse a todo tipo de discursos?
R. El museo siempre lleva una idea incorporada que debe servir como un catalizador para desarrollar un discurso a partir de su contenido. Y este contenido no pretende tanto dar respuestas como abrir puertas al di¨¢logo. Vivimos en un mundo en el que la gente est¨¢ obsesionada con lo real y los museos tienen una credibilidad que les permite abrir ventanas a esta realidad. Imag¨ªnese, por ejemplo, que la sociedad espa?ola asumiera el desaf¨ªo de crear un museo sobre la Guerra Civil. Provocar¨ªa uno de los debates m¨¢s complejos, ricos e intensos que habr¨ªa tenido esta sociedad y har¨ªa resurgir emociones muy fuertes. Ser¨ªa una l¨¢stima que no se hiciera antes de que desaparezcan los ¨²ltimos participantes en la guerra. Imag¨ªnese poder hablar con ellos y poder crear un museo vivo e interpretativo a partir de sus experiencias. Lo digo porque en Estados Unidos no hemos podido tratar con normalidad nuestra guerra civil, que ocurri¨® hace 150 a?os.
P. Bueno, aqu¨ª a¨²n se est¨¢n descubriendo fosas comunes.
R. Lo s¨¦, lo s¨¦. Pero como dise?ador de este tipo de exposiciones interpretativas, uno siempre busca las historias m¨¢s emocionantes. En los cuentos de nuestra tradici¨®n hay un punto de inflexi¨®n; por ejemplo, en el de Caperucita Roja, cuando ella va a casa de su abuela y descubre que en la cama en lugar de su abuela est¨¢ el lobo: ¨¦ste es el punto de inflexi¨®n, a partir de ah¨ª la historia es inolvidable. Pues en la narrativa de los museos tambi¨¦n buscamos esto: historias que tienen esos puntos de inflexi¨®n. La tradici¨®n en esta disciplina es esperar para no tener que tratar con los supervivientes, porque con ellos la historia se vuelve muy fuerte e intensa. Pero hoy en d¨ªa vivimos en una sociedad en la que la realidad est¨¢ ante tus ojos en todo momento y no creo que las nuevas generaciones esperen que los museos sean s¨®lo una muestra de objetos muertos y did¨¢cticos sino veh¨ªculos narrativos, din¨¢micos, y en tiempo casi real. Por ejemplo, se puede pensar en un museo de historia natural que coloca a un profesor en medio de una excavaci¨®n paleontol¨®gica para explicarla, igual que una agencia de noticias cuando env¨ªa un reportero a la guerra.
Babelia
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