Mala pinta
Los datos de crecimiento de la econom¨ªa alemana correspondientes al primer trimestre, ca¨ªda del PIB en un 0,2%, han confirmado las peores de las previsiones. Tras lo observado en el ¨²ltimo trimestre del a?o (contracci¨®n de la inversi¨®n y del consumo de las familias) y la posterior evoluci¨®n adversa de las condiciones internacionales, la cercan¨ªa al estancamiento era un hecho ampliamente compartido; pero en la mayor¨ªa de las previsiones se anticipaba un ligero crecimiento en los primeros meses del a?o, que amparaba la esperanza de evitar el cuadro m¨¢s inquietante: la recesi¨®n. Ahora es razonable que no s¨®lo las previsiones oficiales de la econom¨ªa alemana, para la que se anticipaba una tasa del 0,75% para el conjunto del a?o, sino las del resto de la zona euro vuelvan a ser objeto de revisi¨®n a la baja. Algunas como la italiana, la holandesa o la francesa no est¨¢n muy lejos del estancamiento.
Alemania representa aproximadamente el 30% del PIB del ¨¢rea. Es la econom¨ªa m¨¢s abierta al exterior de la zona y, en consecuencia, la m¨¢s afectada por la contracci¨®n en la demanda internacional y, desde luego, por la intensa apreciaci¨®n del euro frente al resto de las monedas, el d¨®lar en particular. El desempleo no ha dejado de crecer en los ¨²ltimos meses (240.000 nuevos parados en los primeros cuatro meses del a?o) hasta situarse en el 11,8% de la poblaci¨®n activa. Ante un cuadro tal, la capacidad de reacci¨®n de esa econom¨ªa se encuentra seriamente condicionada por el nivel de endeudamiento de sus agentes y la precaria salud de algunos de sus principales bancos. La capacidad de est¨ªmulo de sus pol¨ªticas econ¨®micas, b¨¢sicamente la presupuestaria, es manifiestamente reducida. El Gobierno alem¨¢n, empe?ado en reducir un d¨¦ficit p¨²blico superior a ese umbral del 3% del PIB que fijan las restricciones de estabilidad comunitarias, ha acentuado esa desaceleraci¨®n mediante reducciones de gasto y elevaciones de impuestos m¨¢s propias de etapas de bonanza. Las reformas emprendidas en el mercado de trabajo y en el sistema p¨²blico de pensiones, aunque largamente esperadas, tampoco han gozado del don de la oportunidad, contribuyendo a esos inquietantes registros con que mes tras mes nos sorprenden los indicadores de confianza de las familias y las empresas.
En este contexto, la ¨²nica v¨ªa disponible de est¨ªmulo descansa en la pol¨ªtica monetaria del Banco Central Europeo (BCE), pero ¨¦ste, a diferencia de su colega estadounidense, parece ajeno a las serias amenazas que pesan sobre la eurozona. La estabilidad de los precios, objetivo hacia el que ha de guiar sus actuaciones, se encuentra fuera de peligro (la estimaci¨®n preliminar del IPC armonizado de la eurozona en abril es del 2,1%), mientras que en econom¨ªas como la alemana, con una tasa de variaci¨®n de los precios en el 1%, empiezan a cobrar sentido las inquietudes deflacionistas. El conjunto de las condiciones monetarias, teniendo en cuenta la significativa apreciaci¨®n del tipo de cambio del euro, son significativamente m¨¢s estrictas que las existentes cuando llev¨® a cabo su ¨²ltima reducci¨®n de tipos de inter¨¦s, el pasado marzo: esa apreciaci¨®n ha compensado ampliamente el est¨ªmulo de entonces.
Son razones m¨¢s que suficientes no s¨®lo para que el BCE se aproxime a la realidad y reduzca de forma significativa los tipos de inter¨¦s, sino para que la propia Comisi¨®n muestre actitudes m¨¢s inteligentes y flexibles en el control de las finanzas p¨²blicas de una zona que se estanc¨® en el primer trimestre y hoy exhibe m¨¢s peligros de entrar en recesi¨®n que de inmediata recuperaci¨®n.
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