La intimidad de lo redondo
Peter Sloterdijk inicia su trilog¨ªa Esferas con una cita de Gaston Bachelard: "La dificultad que hab¨ªamos de superar... consist¨ªa en mantenernos lejos de cualquier evidencia geom¨¦trica. Dicho de otro modo, deb¨ªamos partir de una especie de intimidad de lo redondo". Y el fil¨®sofo alem¨¢n se apoya en el autor de la Po¨¦tica del espacio para lamentar que el ser humano haya perdido "su inmemorial cobijo en las burbujas de ilusi¨®n entretejidas por ¨¦l mismo", dado que, si "habitar significa siempre ya formar esferas... los seres humanos son los seres que erigen mundos redondos". Con su trilog¨ªa de estadios, los arquitectos suizos Jacques Herzog y Pierre de Meuron erigen en efecto mundos redondos, estableciendo un di¨¢logo deslumbrante con el vitalismo geom¨¦trico del fenomen¨®logo germano, cuya esferolog¨ªa, entendida como exploraci¨®n de "organizaciones de intimidad arcaica" o como "dise?o del espacio de pueblos primitivos" entra en resonancia con recintos descritos por sus autores como "simples y casi arcaicamente directos en su impacto espacial".
Herzog y De Meuron comparten con el autor de la Cr¨ªtica de la raz¨®n c¨ªnica su convicci¨®n de que "la vida es una cuesti¨®n de forma"
Forzando un tanto el paralelo, cabr¨ªa incluso presentar los tres estadios sucesivos como ilustraciones de los tomos de Esferas. El St. Jakob Park de Basilea, con sus pompas de policarbonato que le dan el aspecto de una m¨®rula embrionaria, representar¨ªa los temas microesf¨¦ricos del primer volumen, dedicado a las burbujas moleculares de intimidad desde la caverna amni¨®tica del vientre materno, apropiado para el club de su ciudad natal, un equipo modesto que ha jugado esta temporada la fase final de la Liga de Campeones. Por su parte, la Allianz Arena de M¨²nich, con su cromatismo transl¨²cido y su perfil acolchado de dirigible, se vincula con precisi¨®n a los asuntos hist¨®rico-pol¨ªticos del segundo volumen, donde los globos celeste o terr¨¢queo son utilizados para describir el proceso de colonizaci¨®n planetaria de los imperios econ¨®micos o ideol¨®gicos, materia de nuevo singularmente adecuada para un icono ciudadano financiado por una compa?¨ªa internacional de seguros, y donde en 2006 se jugar¨¢ el partido inaugural del campeonato mundial del deporte m¨¢s popular. Finalmente, el Estadio Ol¨ªmpico Nacional de Pek¨ªn, con su malla enredada de nido met¨¢lico y su almohadillado aleatorio de etiltetrafluoretileno, podr¨ªa ilustrar el universo poliesf¨¦rico del ¨²ltimo volumen, consagrado a las estructuras fluctuantes y laber¨ªnticas que Sloterdijk llama espumas, y cuya amorfa proliferaci¨®n cambiante dibuja a la vez la nostalgia del centro perdido y "la cat¨¢strofe moderna del mundo redondo", una met¨¢fora quiz¨¢ pertinente para un tit¨¢n totalitario que celebrar¨¢ los Juegos Ol¨ªmpicos de 2008 en una cesta agitada que re¨²ne el fervor un¨¢nime de la multitud y las convulsiones azarosas de los tiempos.
M¨¢s all¨¢ de esos ecos excesivos, Herzog y De Meuron comparten con el autor de la Cr¨ªtica de la raz¨®n c¨ªnica su convicci¨®n de que "la vida es una cuesti¨®n de forma", su voluntad de pensar el ser humano desde la experiencia espacial, y su intuici¨®n de que el desvanecimiento de la idea de regazo y cobijo provocada por la p¨¦rdida del cascar¨®n protector c¨®smico que suministraban los antiguos modelos del universo exige una nueva forma de proyectar y de pensar que reconcilie lo ¨ªntimo y lo global. Desde luego, el St. Jakob Park es una faena de ali?o de una obra en marcha, que emplea lucernarios abombados similares a los utilizados en la tienda de Prada en Tokio para fabricar una fachada mullida y transl¨²cida que deja ver teatralmente en la noche el violento rojo del trasd¨®s de la grada; pero esta l¨¢mpara oriental es tambi¨¦n un homenaje grana a una instituci¨®n deportiva que suministra identidad afectiva y sociabilidad informal en la peque?a ciudad europea donde se localiza la esfera personal de sus autores. La Allianz Arena es un emblema instant¨¢neo, una idea feliz de apariencia neum¨¢tica y colorido cambiante que les permiti¨® imponerse en un concurso que tuvo como participantes a Helmut Jahn, Norman Foster, Peter Eisenman o Meinhard von Gerkan; pero este s¨ªmbolo luminoso de la globalizaci¨®n al servicio de una multinacional financiera y un deporte medi¨¢tico es asimismo un recipiente de emociones singulares y un vaso esf¨¦rico de interacci¨®n colectiva alrededor de la competici¨®n y el juego. El Estadio Ol¨ªmpico de Pek¨ªn, por ¨²ltimo, es un brillante desaf¨ªo est¨¦tico y estructural cuya audacia art¨ªstica y t¨¦cnica tuvo que impresionar a un jurado del que formaban parte Koolhaas, Nouvel o Perrault, otorgando a los suizos -entre 14 equipos internacionales, y tras recibir 3.500 de los 6.000 votos populares- el encargo mayor y acaso m¨¢s decisivo de su carrera; pero esta mara?a inesperada y memorable que trenza el acero sobre la multitud y el c¨¦sped es igualmente un nido que ofrece cobijo ritual dotando a la esfera p¨²blica de un ¨¢mbito extra?amente ¨ªntimo.
Amigos de las colaboraciones y el aprendizaje mutuo, Herzog y De Meuron tuvieron en el proyecto de Pek¨ªn la asesor¨ªa pl¨¢stica de Ai Weiwei, un distinguido artista y comisario de exposiciones radicado en la ciudad; y el auxilio ingenieril de Cecil Balmond, el director de Ove Arup que se ha convertido en un invitado fijo de la alta competici¨®n arquitect¨®nica a trav¨¦s de sus trabajos con Koolhaas, Libeskind, Siza o Peter Kulka, con quien por cierto dise?¨® tambi¨¦n un estadio enredado y estoc¨¢stico, dibujando en el espacio a la manera de Julio Gonz¨¢lez o el T¨¤pies de N¨²vol i cadira. A la vista del resultado aqu¨ª, uno hubiera deseado que el tercer colaborador fuese Sloterdijk, ya que la preocupaci¨®n del fil¨®sofo por "c¨®mo el ser humano dise?a la arquitectura de la seguridad de su existencia" se comunica subterr¨¢neamente con este recinto coral que protege en su regazo a individuos vulnerables que han roto el cascar¨®n metaf¨®rico del pensamiento religioso o m¨¢gico: el estadio de los arquitectos de Basilea materializa misteriosamente el invernadero global del pensador de Karlsruhe, las "c¨²pulas y cielos artificiales" bajo los cuales la humanidad jardinera se refugia de la cat¨¢strofe que devasta la atm¨®sfera f¨ªsica y la atm¨®sfera moral de nuestro mundo. Parad¨®jicamente, la que estos d¨ªas paraliza Pek¨ªn con su amenaza v¨ªrica contamina el aire con el riesgo de contagio que hace huir del encuentro colectivo, y al mismo tiempo oxigena el ¨¢mbito de la pol¨ªtica y la comunicaci¨®n social con una nueva transparencia. Sloterdijk, que se define como un inmun¨®logo te¨®rico, y que ha dedicado su pen¨²ltimo libro al terror atmosf¨¦rico de los gases t¨®xicos, las radiaciones y los microorganismos, har¨ªa bien en estudiar esta doble epidemia biol¨®gica y sem¨¢ntica: un accidente en trance de control que al enfrentar microesferas v¨ªricas y macroesferas sociales representa nuestra ¨¦poca con la misma mixtura de monumentalidad e intimidad que el estadio-nido de Pek¨ªn.
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