Europa, estancada
Europa no crece. Las recientes cifras de Eurostat no han hecho sino confirmar los pron¨®sticos m¨¢s pesimistas de un buen n¨²mero de analistas. El conjunto de las econom¨ªas que comparten el euro registr¨® una tasa nula de crecimiento en el primer trimestre de este a?o respecto del trimestre anterior. Los datos nacionales disponibles, los correspondientes a Alemania, Italia y Holanda, reflejan contracciones en el PIB.
La m¨¢s inquietante, l¨®gicamente, es la de Alemania, que ya dej¨® de crecer a finales del a?o pasado. Todos los componentes de la demanda interna de esta econom¨ªa (la inversi¨®n y el gasto en consumo de las familias) est¨¢n sumidos en una severa contracci¨®n, acusando los efectos de los continuos descensos en la confianza de familias y empresas. S¨®lo la demanda exterior ha evitado hasta ahora males peores, pero una parte importante de las exportaciones alemanas lo es fuera del ¨¢rea euro y, en consecuencia, se encuentran seriamente condicionadas por la importante apreciaci¨®n del euro -m¨¢s acusada desde abril-, que limita el efecto relajador de las anteriores reducciones en los tipos de inter¨¦s.
En el resto de las econom¨ªas de la eurozona no pueden encontrarse se?ales que contribuyan a compensar las amenazas de estancamiento. En Francia, la segunda gran econom¨ªa del ¨¢rea monetaria, aunque con importantes diferencias de grado, la naturaleza de los problemas no es muy distinta. Francia y Alemania son responsables en conjunto del 50% del PIB de la eurozona. En ambos pa¨ªses los Gobiernos est¨¢n tratando de llevar a cabo reformas sobre ¨¢mbitos sensibles del Estado de bienestar en un contexto de deterioro del mercado de trabajo y descenso de la confianza de las familias. La econom¨ªa espa?ola, por su parte, mantiene rasgos favorables en t¨¦rminos de crecimiento econ¨®mico y del empleo, pero persiste una tasa de variaci¨®n de los precios que, adem¨¢s de poner de relieve serias ineficiencias estructurales, impide las bajadas de tipos de inter¨¦s que precisa el conjunto de la zona monetaria.
Europa est¨¢ debilitada y con sus opciones de pol¨ªtica econ¨®mica seriamente condicionadas por la inflexibilidad y la torpeza de sus administradores econ¨®micos y monetarios. En ausencia de severas presiones inflacionistas (el IPC armonizado del ¨¢rea euro ha ca¨ªdo del 2,4% al 2,1%), lo que Europa necesita hoy es que se estimule la demanda y se fortalezca la confianza de sus agentes econ¨®micos, pero ni la Comisi¨®n, ni mucho menos el Banco Central Europeo (BCE) est¨¢n trabajando en esa direcci¨®n. Las reformas estructurales y de reducci¨®n de los d¨¦ficit presupuestarios son necesarias, pero no cabe darles prioridad sobre la m¨¢s urgente necesidad de evitar la recesi¨®n en la zona. Y esto no se consigue precisamente con el mantenimiento de severas condiciones monetarias.
Es comprensible que, sobre esas bases y conocidas sus reticencias pol¨ªticas, los brit¨¢nicos duden seriamente sobre si dan el paso definitivo hacia la integraci¨®n en el euro, un ¨¢rea donde las autoridades confunden las prioridades, y es m¨¢s f¨¢cil la mortificaci¨®n gratuita que el est¨ªmulo.
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