Rojo y negro en una isla de lava
El legado de C¨¦sar Manrique da un toque singular a Lanzarote
El nombre de Lanzarote no proviene del caballero de la tabla redonda, sino del marinero genov¨¦s Lanzalloto Malocello, que desembarc¨® en 1312 en la isla. Los que desembarcamos ahora no somos aventureros, sino turistas atra¨ªdos por un clima casi eternamente primaveral, unas excelentes playas -unas, de arena negra; otras, de arena dorada- y unos paisajes ins¨®litos, poderosos, sedientos. El 80% de la isla est¨¢ cubierto por cenizas y lava, y aqu¨ª se han rodado algunas escenas de pel¨ªculas como Enemigo m¨ªo o El planeta de los simios. Muchos de los visitantes son extranjeros, lo cual tiene su importancia. En el hotel en el que me hospedaba, en Playa Blanca, en el extremo sur de la isla, el horario del desayuno era de 8 a 10, y el de la cena, de 18.30 a 21.30. ?A qu¨¦ hora desayunar¨¢n los alemanes cuando no est¨¢n de vacaciones? Entre Yaiza y Playa Blanca, separadas por poco m¨¢s de 15 kil¨®metros, hay dos carreteras de dos carriles y de dos direcciones. ?Por qu¨¦ no hay dos cortas autov¨ªas, cada una en un sentido? Este segundo misterio me inquiet¨® desde un principio.
Papas arrugadas, puntas de calamar y vino blanco para saborear un tiempo dulce. Y playas de arena volc¨¢nica en El Golfo o en la punta del Papagayo, donde la espuma es m¨¢s blanca que nunca.
Sin embargo, Lanzarote invita m¨¢s bien a la tranquilidad. No es mala la elecci¨®n de Saramago, que aqu¨ª tiene casa y aqu¨ª escribi¨® sus Cuadernos de Lanzarote. Tambi¨¦n parece inspirar a autores diametralmente opuestos, como el pol¨¦mico Houellebecq, autor de Lanzarote. Su tama?o es perfecto para, en tres o cuatro d¨ªas, recorrerla en coche, por carreteras no excesivamente transitadas. Un gu¨ªa tur¨ªstico avis¨® a quienes alquil¨¢ramos un veh¨ªculo que estuvi¨¦semos atentos, pues seg¨²n ¨¦l, los lanzarote?os conduc¨ªan temerariamente, algo que yo, desde luego, no advert¨ª. Claro que fue el mismo que, al recomendar una excursi¨®n por Fuerteventura y las dunas de Corralejo, con visita a Isla de Lobos, asegur¨® que se podr¨ªan ver ballenas y peces voladores. Piqu¨¦ por lo de los peces voladores (lo de las ballenas no me lo llegaba a creer del todo), pues tengo ganas de verlos desde que le¨ª -o me leyeron- Stock de coque. La fallida excursi¨®n me sirvi¨®, al menos, para comprobar que en Fuerteventura, a 15 kil¨®metros de Lanzarote, los desastres urban¨ªsticos son los acostumbrados en Espa?a, y para conocer la magn¨ªfica playa de El Corralejo.
Carpinter¨ªa verde
En Lanzarote predominan los colores pardos, negruzcos, rojizos. S¨®lo en el norte, ligeramente m¨¢s h¨²medo, hay algo de verde. Los pueblos, como Teguise, Uga o Har¨ªa, son de casitas blancas y bajas, con carpinter¨ªa verde y, ocasionalmente, azul o simplemente barnizada, a veces con tapias negruzcas, de piedras volc¨¢nicas. La ejemplar urbanizaci¨®n de la isla (el mundo descrito por Arozarena en Marar¨ªa ya no existe, pero el espacio no ha cambiado demasiado) tiene un nombre propio: C¨¦sar Manrique.
Timanfaya, parque natural desde 1974, es una excursi¨®n casi obligada. Antes de llegar a su coraz¨®n, las Monta?as de Fuego, se atraviesa una zona del caracter¨ªstico malpa¨ªs, impracticable, inh¨®spito, constituido por oscuras piedras volc¨¢nicas. Lanzarote aument¨® considerablemente su superficie -la actual es de unos 800 kil¨®metros cuadrados- despu¨¦s de la erupci¨®n comenzada en 1730 y que, con periodos de reposo, se prolongar¨ªa hasta 1736. Prohibido el coche particular, el recorrido por las Monta?as del Fuego se realiza en autob¨²s. El espect¨¢culo de los cr¨¢teres, monta?as y rocas volc¨¢nicas, unas veces de aristas cortantes, otras con la forma sinuosa de la lava l¨ªquida, en ocasiones semejando p¨¢mpano, a menudo con el verde o el blanco prestado por los l¨ªquenes, es extraordinario.
Ca¨ª en la tentaci¨®n del paseo en dromedario, veinte minutos que no me hicieron sentir como Lawrence de Arabia. Aun as¨ª, hubo dos momentos emocionantes: el primero, cuando comprob¨¦ que -aparte de las palomas- hab¨ªa vida animal en aquel desierto, un saltamontes; el segundo, cuando el camellero que nos llevaba andando, con las monturas atadas como una ristra de longanizas, un hombre amable, aunque chuleta y con pinta de chico malo de anuncio de ropa deportiva, le arre¨® una patada a uno de los dromedarios sin motivo aparente.
Pero Lanzarote no empieza ni termina en Timanfaya. El Mirador del R¨ªo, del omnipresente C¨¦sar Manrique (en su fundaci¨®n, la que fuera su casa, podemos comprobar que, adem¨¢s de hacer mucho por la isla, hizo mucho por s¨ª mismo, como debe ser), en el extremo norte, ofrece unas hermosas vistas del mar turquesa, de unas salinas, de la isla de La Graciosa (en la que se ambienta Parte de una historia, de Ignacio Aldecoa). En el sur, las playas de la Punta del Papagayo suelen estar demasiado concurridas, pese a que se accede a trav¨¦s de unas pistas de tierra en las que, si el coche es alquilado, los baches y vibraciones duelen menos. El extra?o paisaje de La Geria, con sus muros oscuros, ejemplo del ingenio y los trabajos del hombre para obtener los frutos de la tierra, invita a probar el vino lanzarote?o. El Museo del Vino, de las Bodegas El Grifo, muestra vieja maquinaria con el gusto y cuidado propios de la isla. Tomar papas arrugadas y puntas de calamar, regadas con vino blanco, en alg¨²n restaurantito a la orilla del mar, en El Golfo, es un verdadero placer. La playa del bonito pueblo, rematada por la Laguna Verde, es extraordinaria. Nunca la espuma del mar fue tan blanca como en su negra arena. Cerca de all¨ª est¨¢n las salinas del Janubio, que hacen pensar en alg¨²n cuadro de Klee. La asombrosa sorpresa final que guarda la Cueva de los Verdes, pr¨®xima a los Jameos del Agua, ser¨ªa suficiente motivo para bajar a las entra?as de la tierra, para ver los trabajos de los volcanes.
Todos aquellos lugares los visitaba intrigado por el misterio de las dos carreteras de doble direcci¨®n. Preguntaba aqu¨ª y all¨¢. El gu¨ªa embaucador, el de los peces voladores, me dijo que una de las carreteras no aguantaba el peso de los camiones. Es cierto que una se?al indicaba que en una de ellas estaba prohibido el tr¨¢fico pesado, pero camiones y autobuses ignoraban la restricci¨®n, y a nadie parec¨ªa preocuparle el asunto. En la playa de El Golfo, una vendedora de bisuter¨ªa encogi¨® los hombros y dijo: "?Qui¨¦n sabe?".
?sa fue la respuesta que m¨¢s me convenci¨®.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir
- Iberia (902 400 500 y www.iberia.com) vuela de Madrid a Lanzarote desde 108 euros, tasas incluidas. El billete electr¨®nico, por 8 euros menos.
- Spanair (902 13 14 15) vuela a Lanzarote por 110 euros, con tasas.
Dormir
-
Central de reservas. Canary's World (922 788 536 y www.canarysworld.com) opera en todo el archipi¨¦lago. Trabaja con todo tipo de alojamientos y tiene ofertas de ¨²ltima hora.
- Turismo rural. En www.turismoruralcanarias.com existe un listado de casas rurales para alquilar enteras o por habitaciones en la isla de Lanzarote.
- Paquetes tur¨ªsticos. Viajes Marsans (902 30 60 90) ofrece vuelos, traslados y siete noches en un hotel de tres estrellas en Playa Blanca (habitaci¨®n doble), con pensi¨®n completa, por 526 euros por persona. Halc¨®n Viajes (902 300 600) tiene ofertas de una semana para mayo que van desde 251 euros (vuelos y alojamiento en un apartotel de una estrella en Puerto del Carmen) hasta 411 euros (hotel de cuatro estrellas y pensi¨®n completa en Teguise).
Informaci¨®n
- Patronato de Turismo de Lanzarote (928 81 17 62, 928 81 37 92 y www.turismolanzarote.com).
- Oficina de centros tur¨ªsticos del Cabildo de Lanzarote (928 80 15 00 y www.cabildodelanzarote.com).
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