Lara padre
Era muy alto, socarr¨®n, ir¨®nico, de risa pronta, palabra jocosa y acento profundamente sevillano, y ten¨ªa un gran sentido del espect¨¢culo. Entr¨® en Catalu?a con las tropas nacionales, fue en Catalu?a donde, afincado en Barcelona, forj¨® a lo largo de las d¨¦cadas su imperio editorial. Pero de lo catal¨¢n no se le peg¨® absolutamente nada y dudo que aprendiera m¨¢s de media docena de palabras del idioma.
De todos los comentarios sobre Lara a ra¨ªz de su reciente fallecimiento, los de Rafael Borr¨¤s y Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n, publicados en este peri¨®dico, me han llamado especialmente la atenci¨®n. Como se sabe, fue Borr¨¤s -¨¦l s¨ª muy catal¨¢n- quien, en 1973, fund¨® para Planeta la colecci¨®n y premio Espejo de Espa?a que, con casi 180 t¨ªtulos publicados, ha hecho una excelsa contribuci¨®n a nuestro conocimiento de la Segunda Rep¨²blica, la Guerra Civil, los cuarenta a?os de Franco y la transici¨®n democr¨¢tica. Borr¨¤s, que tuvo sus m¨¢s y sus menos con Lara en los ¨²ltimos tiempos, y que dicen est¨¢ escribiendo sus memorias -espero que sea verdad-, cuenta entre los mayores aciertos del editor, adem¨¢s del Espejo de Espa?a, la versi¨®n espa?ola de la Gran Enciclopedia Larousse y la creaci¨®n del Premio Planeta de Novela que, a juicio suyo, ha servido, si no siempre para descubrir nuevos valores, s¨ª para encontrar nuevos lectores. Ello es innegable, y a?ado por mi parte que, en el caso de El jinete polaco, de Antonio Mu?oz Molina, premiado en 1991, Lara y sus asesores supieron conseguir brillantemente ambos prop¨®sitos.
En cuanto a V¨¢zquez Montalb¨¢n, ha recordado que, como ¨¦l mismo, los que trabajaban para Lara en los primeros tiempos inclu¨ªan a muchos j¨®venes "entre el rojo y el rosa", a quienes el editor encontraba m¨¢s interesantes que a los currantes de camisa blanca... o azul. Y es cierto que Lara, pese a la admiraci¨®n que profesaba hacia Franco, siempre tendi¨® la mano a los del otro bando. V¨¢zquez Montalb¨¢n, al evocar sus interminables discusiones con ¨¦l sobre el futuro de la izquierda en Espa?a, cuenta c¨®mo el prodigioso editor y mercader de El Pedroso gustaba de evocar la tortilla de patatas que, seg¨²n juraba, le preparara La Pasionaria en Mosc¨².
A Lara y a Planeta les debo el haber podido quedarme en Espa?a cuando, en 1978, resultaba imposible lograr la financiaci¨®n necesaria para empezar mi biograf¨ªa de Lorca. Aceptaron, gracias a la mediaci¨®n de Borr¨¤s, el proyecto alternativo de un libro m¨¢s "r¨¢pido" -sobre Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera-, con la posibilidad a?adida de ganar, si lograba terminarlo a tiempo, el Espejo de Espa?a. No olvidar¨¦ nunca el alivio de recibir aquel primer sueldo mensual y de constatar que por fin iba a poder dormir tranquilo, por lo menos durante nueve meses. El libro, y otros que le siguieron, me dieron adem¨¢s la posibilidad de conocer un poco mejor al editor, y a su encantadora, y muy perspicaz, esposa, Mar¨ªa Teresa. Val¨ªa con creces la pena.
Le echaremos mucho en falta, y no menos en Andaluc¨ªa, donde, este jueves, Sevilla vivir¨¢ la gran noche del premio Fernando Lara (el amado hijo muerto a destiempo en 1995). Que Lara padre descanse tras tanto esfuerzo, que lo tiene mu merecido.
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