Por el amor de Bush
?Tienen Bush y Aznar alguna cuota de responsabilidad en los atentados terroristas de Arabia Saud¨ª y Marruecos? Indudablemente, no. Los responsables de los atentados s¨®lo son los que los ejecutan, sus cooperadores necesarios y los que les alientan. ?La guerra de Irak decretada por Bush y alentada por Aznar puede haber influido en un relanzamiento del terrorismo? ?sta es otra cuesti¨®n. Los pol¨ªticos tienen un reflejo profesional que hace que cualquier acontecimiento lo transformen en posibles r¨¦ditos electorales. Aznar ha tratado de justificar, una vez m¨¢s, su alianza b¨¦lica con el argumento de que tienes que ayudar si quieres que te ayuden. Es un argumento inmoral a todas luces, porque justifica el fin -la guerra- por el medio, ayudar a quien te ayuda. ?Que un vecino me hubiera salvado, supongamos, de un atraco justificar¨ªa que yo le ayudara, por ejemplo, a apalear a su mujer?
Ahora Aznar trata de aprovechar los atentados de Casablanca para insistir en el discurso del miedo -recurso permanente de su mandato- que, se dice, favorece siempre al que manda. Con la boca peque?a, como hace en casi todos los temas delicados, Zapatero insin¨²a que la guerra de Irak ha convertido a Espa?a en objetivo. Y el PP se lanza contra ¨¦l acus¨¢ndole de desleal o ventajista. Sin embargo, la ciudadan¨ªa se ha hecho y se hace la misma pregunta: ?la guerra de Irak no puede haber agravado los problemas m¨¢s que resolverlos? Nos prometieron un mundo m¨¢s seguro y nos encontramos con el retorno del terrorismo. Y Espa?a aparece entre los objetivos, lo cual confirma las sospechas de quienes pensaban que la apuesta por el belicismo de Bush tendr¨ªa consecuencias negativas en materia de seguridad.
El debate, por tanto, est¨¢ en la escena. Y hay que abordarlo sin tab¨²es ni amalgamas, porque s¨®lo diciendo las cosas por su nombre se avanza en la lucha antiterrorista. ?La guerra de Irak tiene que ver con los atentados recientes? Mi respuesta ser¨ªa: para los terroristas ha sido un factor de incentivaci¨®n y de legitimaci¨®n ante un sector de las poblaciones isl¨¢micas.
Argumentos en contra de una relaci¨®n entre la guerra y los atentados. Primero: el terrorismo islamista exist¨ªa mucho antes de la guerra -de hecho, fue el falso pretexto para desencadenarla. Es un dato indiscutible, Al Qaeda -y el terrorismo islamista en general- tienen ya una larga historia. Segundo: el nihilismo terrorista se expresa cuando puede y donde puede, es ajeno al razonamiento estrat¨¦gico porque lo suyo es la justicia religiosa, irracional y arbitraria por definici¨®n. Tercero: el islamismo pol¨ªtico no responde a una estrategia pol¨ªtica de conquista, sino que, como ha se?alado Olivier Roy, es la expresi¨®n de un proceso de desterritorializaci¨®n de una religi¨®n y de la b¨²squeda de identidad por parte de las poblaciones musulmanas.
Por tanto, se puede decir que con o sin guerra de Irak el terrorismo isl¨¢mico exist¨ªa y seguir¨ªa existiendo. Pero el problema es otro. La guerra de Irak se present¨® como una necesidad derivada de la lucha antiterrorista. La opini¨®n p¨²blica mundial expres¨® sus dudas. Irak era un pa¨ªs sin apenas v¨ªnculos con el terrorismo isl¨¢mico. Los atentados de Arabia y de Marruecos confirman las dudas de la ciudadan¨ªa. En este contexto, se pueden enunciar algunos argumentos que establecen una relaci¨®n entre la guerra y los atentados. Primero: Estados Unidos y sus aliados han ocupado un pa¨ªs y se han instalado en ¨¦l. La satisfacci¨®n por haberse liberado de una dictadura no impide que mucha gente -en Irak y en otros lugares del mundo ¨¢rabe- lo sienta como una humillaci¨®n: una intromisi¨®n en casa que les pone ante el espejo de la propia impotencia, incapaces tanto de liberarse de Sadam -y de otros dictadores- por s¨ª solos como de impedir la ocupaci¨®n exterior, y una confirmaci¨®n de la sensaci¨®n de desprecio por parte del mundo judeocristiano que llevan percibiendo los musulmanes desde hace siglos, como si de las tres religiones del libro la suya fuera la de los parias. Segundo: en una zona como Oriente Medio los efectos de cualquier acontecimiento -la guerra de Irak, por ejemplo- se amplifican por el conflicto palestino. Detr¨¢s de Estados Unidos est¨¢ siempre la imagen de Israel, es decir, dos pesos, dos medidas. A Israel se le permite lo que no se tolera a los dem¨¢s: por ejemplo, el incumplimiento de las resoluciones de la ONU. Tercero: los Estados Unidos parecen empe?ados en cumplir la profec¨ªa del conflicto de civilizaciones. Es dif¨ªcil no apreciar un componente racista a la hora de construir el nuevo enemigo, despu¨¦s del hundimiento de los reg¨ªmenes de tipo sovi¨¦tico. Cuarto: esta mezcla de humillaci¨®n e incapacidad para salir adelante por s¨ª solos es una fuente de frustraci¨®n enorme. Y la frustraci¨®n, con un Ej¨¦rcito de ocupaci¨®n delante, tiene una salida por la v¨ªa terrorista. En cierto modo, la presencia del Ej¨¦rcito internacional de ocupaci¨®n en Irak permite a los terroristas dar legitimidad a su acci¨®n contra el p¨¦rfido invasor. En resumen, es muy veros¨ªmil que la guerra haya tenido y tenga un efecto de motivaci¨®n sobre el terrorismo isl¨¢mico.
Sobre el caso de Espa?a. Aznar apela a la ayuda a un pa¨ªs -Estados Unidos- que tiene problemas con el terrorismo como l¨®gica correspondencia con la ayuda -no est¨¢ muy clara cu¨¢l- que ¨¦ste ha dado a Espa?a en la lucha contra ETA. El argumento falla por la premisa principal: ?qu¨¦ tiene que ver la ocupaci¨®n de Irak con el terrorismo? Nada. Podr¨ªa entenderse -incluso ser¨ªa moralmente loable- que Espa?a corriera riesgos en ayuda de un aliado que lucha contra el terrorismo si la estrategia fuera legal y presumiblemente eficaz. Pero exponer a Espa?a a graves riesgos como consecuencia de una guerra ilegal que tiene como principal objetivo la afirmaci¨®n de la hegemon¨ªa mundial de Estados Unidos resulta dif¨ªcilmente comprensible. Y la consecuencia es que Espa?a no era objetivo del terrorismo isl¨¢mico y ahora lo es. Por el amor de Bush.
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