La inmigraci¨®n que no vota
Una frase de Maragall en plena campa?a ha puesto sobre el tapete el tema de la real integraci¨®n de los inmigrados y ha desatado reacciones urgentes en defensa de la pol¨ªtica del oasis y, desde la derecha espa?ola, afirmaciones que, aprovechando la ocasi¨®n, han sugerido rec¨®nditas xenofobias. Acusar a los catalanes y sus gobiernos de que la integraci¨®n de los inmigrados hist¨®ricos -los espa?oles de las d¨¦cadas de 1950 y 1960- se dificult¨® al establecer diferencias de sangre parece, por lo menos, exagerado, cuando esa integraci¨®n hoy d¨ªa es una realidad -incierta, quiz¨¢, como veremos- dentro de los l¨ªmites generacionales y con las dificultades de la normal lentitud -f¨ªsica y psicol¨®gica- de una renacionalizaci¨®n masiva. Pero lo que me parece menos pertinente es que, a partir de esta alusi¨®n, todos se hayan puesto a hablar de la vieja ola inmigratoria y, en cambio, reh¨²yan los problemas no resueltos y ni siquiera enfocados de las nuevas inmigraciones que presentan un car¨¢cter muy distinto y que requieren otras actitudes pol¨ªticas. Pilar Rahola dec¨ªa en un excelente art¨ªculo hace cuatro d¨ªas en este mismo peri¨®dico: "?De qu¨¦ emigraci¨®n hablan cuando dicen que hablan de emigraci¨®n? Resulta muy sorprendente que, justo cuando nuestra sociedad empieza a dibujar retos de hondo calado y pone sobre la mesa el paisaje de la mezcla, con los dioses, las lenguas, las culturas haci¨¦ndose un huequecito en nuestro puzzle, nuestros dirigentes hablan de emigraciones lejanas que ya tuvieron su momento hist¨®rico de tensi¨®n -de tensi¨®n positiva- y lo superaron felizmente". ?Por qu¨¦ no se habla "de lo que realmente est¨¢ hirviendo en la olla de la intolerancia?". No vale "escurrir el bulto de lo peruano, lo magreb¨ª, lo filipino, lo subsahariano que vive y muere en las calle opacas de nuestra conciencia" y no explicar qu¨¦ piensan de "la emigraci¨®n ilegal, del derecho al voto, del choque de culturas, del tema de la delincuencia, del papel de los imanes, de la ley de extranjer¨ªa".
Esa tendencia a subrayar lo pasado m¨¢s que lo actual aparece tambi¨¦n en otras acciones ciudadanas, como, por ejemplo, la benem¨¦rita Catalonia-Acord, que surgi¨® en el Baix Llobregat entre los hijos de los viejos inmigrantes bajo el eslogan Una sola naci¨®, una sola naci¨® catalana como declaraci¨®n de catalanidad integrada. Lo ha afirmado uno de sus dirigentes en tono radical: "Jo s¨®c catal¨¤ de Granada. Tra?dor? A qui? Perqu¨¨ a Andalusia, no. Nosaltres tampoc no som castellans".
A menudo pienso, pues, que la positiva labor de Catalonia-Acord -bajo la batuta de Ermengol Passola, uno de los puntales m¨¢s permanentes del catalanismo no sectario- est¨¢ ligeramente desplazada o, simplemente, poco atenta a los temas m¨¢s actuales. Quiz¨¢, en vez de insistir casi exclusivamente en los problemas de la antigua inmigraci¨®n y de acudir con voluntad pedag¨®gica a la Feria de Abril, tendr¨ªa que preocuparse adem¨¢s y preferentemente de los magreb¨ªes, subsaharianos, chinos y peruanos y acudir con la misma voluntad pedag¨®gica a las mezquitas, los mercadillos y los rec¨®nditos espacios de esas comunidades. Pero enseguida corrijo esa opini¨®n discretamente negativa cuando valoro dos consideraciones que me parecen evidentes. La primera: la integraci¨®n de los inmigrantes recientes no se lograr¨¢ con m¨¦todos voluntaristas y personalizados -con cataplasmas de urgencia- porque requiere decisiones de alto rango gubernamental y seguramente de alcance internacional. Hay que acudir a otros tr¨¢mites. La segunda: a pesar de lo que he dicho, no estoy seguro de que la integraci¨®n de las familias que llegaron en las d¨¦cadas de 1950 y 1960 haya culminado felizmente. El excelente granadino que se siente tan catal¨¢n tiene a su alrededor otros excelentes granadinos que viven y trabajan en Catalu?a, pero que se abstienen en las elecciones auton¨®micas. Son catalanes, pero se colocan al margen de la pol¨ªtica catalana. Leo estos d¨ªas, tambi¨¦n en este diario, que "los otros catalanes s¨®lo han tenido el 5,2% del poder auton¨®mico en la era Pujol", cuando han representado entre el 30% y el 40% de la poblaci¨®n. ?Causa o efecto de la abstenci¨®n? Sea como sea, ¨¦sa es una realidad que sin duda se advert¨ªa bajo la frase de Maragall y seguramente por eso ha reabierto tantas ¨²lceras.
Por lo tanto, que sean bienvenidos los esfuerzos de Catalonia-Acord e incluso de la faramalla de la Feria de Abril -despu¨¦s de limpiarla de tantas referencias comerciales y de aligerar los aleatorios gastos p¨²blicos que comporta-, a condici¨®n de que se propongan la integraci¨®n a la actividad pol¨ªtica m¨¢s que las integraciones superficialmente identitarias.
Pero no creo que estos esfuerzos resuelvan definitivamente este d¨¦ficit si previamente el partido que gobierna en la Generalitat no cambia de actitud. La abstenci¨®n en estos sectores acaba beneficiando a CiU al reducir los posibles votos de izquierda y se puede suponer que por esta raz¨®n no se han hecho grandes esfuerzos para corregirla. Y si se han hecho, hay que reconocer que han fracasado. Como han fracasado tambi¨¦n los partidos de la oposici¨®n que no han sabido convencer a sus votantes -habituales en las elecciones municipales y estatales- de que su ciudadan¨ªa, todos sus derechos, su participaci¨®n pol¨ªtica se ordenan a trav¨¦s de la Generalitat y que ¨¦sta es la referencia para sus demandas c¨ªvicas, laborales y culturales. Si la actitud de CiU se puede explicar por unas posibles ventajas electorales, la del PSC s¨®lo se entiende con el error de algunos de sus l¨ªderes que, como los inmigrantes, tampoco acaban de creer en el poder real -o deseable- de la Generalitat. Invito a Catalonia-Acord a que dirija sus dardos contra esos partidos que no han comprendido el valor de la integraci¨®n pol¨ªtica por intereses electoralistas o por desconocimiento y falta de confianza. Y a mirar con mucha atenci¨®n lo que dicen hoy los candidatos al respecto. Como escrib¨ªa Josep Ramoneda en otro art¨ªculo en ese mismo peri¨®dico, uno de los retos del nuevo Gobierno de la Generalitat ser¨¢ lograr el equilibrio y la erradicaci¨®n localizada de la abstenci¨®n. Atendiendo a la ya famosa frase de Maragall y a las reacciones que ha provocado, cabe pensar que, por lo menos, los socialistas se proponen culminar pol¨ªticamente aquella vieja integraci¨®n todav¨ªa faltada de dimensi¨®n pol¨ªtica. Ser¨ªa un paso trascendental.
es arquitecto.
Oriol Bohigas
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