Controlar Internet: ofensiva de las discogr¨¢ficas
AL CONTRARIO DE LO QUE SOSTIENEN LOS tecn¨®filos, Internet no s¨®lo puede ser controlado de manera eficaz sino perfecta. De Cuba a China, los reg¨ªmenes autoritarios lo est¨¢n logrando. Su ¨¦xito nos impulsa a preguntarnos si la ofensiva de la industria discogr¨¢fica para limitar el intercambio de archivos musicales podr¨¢ tener ¨¦xito.
Para lograr su cometido, la RIAA (Record Industry Association of America, en ingl¨¦s), y su aliada, la industria cinematogr¨¢fica, cuentan ya con el Digital Millenium Copyright Act, de 1998, una ley que limita el uso que las personas pueden hacer de canciones o pel¨ªculas digitalizadas.
Ambas asociaciones, fortalecidas por sus nexos con diputados y senadores cuyas arcas nutren generosamente, se esfuerzan ahora por lograr disposiciones incluso m¨¢s draconianas. Y para rematar, la RIAA est¨¢ considerando hacer que sea t¨¦cnicamente imposible copiar un CD, aunque sea para uso personal.
Los economistas usan una met¨¢fora: el mercado lo componen ratones y elefantes. Basta con controlar la actividad de los ¨²ltimos para poner orden
Las asociaciones de la industria discogr¨¢fica y cinematogr¨¢fica pretenden conseguir disposiciones a¨²n m¨¢s draconianas que la Digital Millenium Copyright Act de 1998
Un poco como el gobierno chino que impone castigos ejemplares a algunos usuarios de Internet a los que critica por sus pr¨¢cticas, la RIAA ha entablado una serie de procesos judiciales resonantes.
La asociaci¨®n ya logr¨® el cierre de Napster, compa?¨ªa pionera en materia de intercambio de archivos musicales en la Red, y ahora se ensa?a contra aquellos que invirtieron en el servicio.
El caso de las empresas que sustituyeron a Napster (Kazaa, Grokster, Gnutella...) es m¨¢s delicado ya que funcionan bajo un sistema descentralizado. Por consiguiente la RIAA act¨²a contra las instituciones cuyos miembros hacen un uso intensivo de estos servicios.
De momento, la RIAA ha logrado que varias universidades tomen medidas severas contra algunos estudiantes. Y las disculpas que tuvo que pedir en Penn State University -donde acus¨® err¨®neamente al departamento de astronom¨ªa y astrof¨ªsica de tener archivos digitales ilegales- no afectan para nada a la ofensiva ni al miedo que ¨¦sta suscita.
La asociaci¨®n arremeti¨® directamente contra cuatro estudiantes a quienes demand¨® por da?os y perjuicios hasta por 100 millones de d¨®lares antes de aceptar un acuerdo amigable de unos 15.000 d¨®lares seg¨²n el caso.
Desde finales de abril, la RIAA ha estado enviando correos electr¨®nicos a los usuarios de Kazaa y Grokster. En el mensaje les dicen que lo que hacen es ilegal y les muestra que tiene pleno conocimiento de sus identidades.
Sin tener el poder de un estado, la RIAA se empe?a en limitar el uso de Internet y podr¨ªa lograr sus fines, tal y como lo hacen los reg¨ªmenes autoritarios.
"Hay mucha similitud entre ambos casos", explica Taylor Boas, coautor del libro Open Networks Closed Regimes (Redes Abiertas, Reg¨ªmenes Cerrados), sobre el control pol¨ªtico de Internet. "Las discogr¨¢ficas no requieren de un control perfecto. La RIAA arremete contra las universidades para reducir el n¨²mero de grandes usuarios".
Los economistas emplean una met¨¢fora para definir el concepto: el mercado est¨¢ compuesto por ratones y elefantes. Basta casi siempre con controlar la actividad de estos ¨²ltimos para poner orden. "El punto es que para la mayor¨ªa de los prop¨®sitos, solo los grandes usuarios son relevantes", nos explica John Zysman, profesor de la Universidad de California en Berkeley. "Puede que no se pueda controlar c¨®mo un pu?ado de ciertas personas usa la Red, pero la mayor parte de su uso s¨ª se puede moldear".
Parad¨®jicamente, los reg¨ªmenes autoritarios parecen tener una cualidad que escapa incluso a la RIAA: casi todos tratan de tomar partido de la tecnolog¨ªa que les produce miedo para fortalecer la oferta de ciertos servicios susceptibles de agradar a la poblaci¨®n. La industria discogr¨¢fica parece hacer caso omiso a esto, pues contin¨²a dando preferencia -con raras excepciones, como es el caso del servicio iTunes de Apple- a medidas coercitivas, en lugar de lanzar al mercado propuestas que resulten atractivas para los internautas.
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