"Sois como nosotros"
Analiza y deplora el autor el sustrato ideol¨®gico que subyace en la afirmaci¨®n hecha por el 'lehendakari' en Barakaldo.
El lehendakari es un pol¨ªtico que gusta del lenguaje llano y coloquial, de argumentos al alcance del hombre de la calle, de figuras ret¨®ricas aptas para el homo qualunque de nuestra sociedad vasca. Vamos, que le va el populismo. Esta forma de expresi¨®n pol¨ªtica tiene, sin embargo, sus riesgos, y entre estos ¨²ltimos aparece uno ciertamente curioso: el de que, en ocasiones, al hablar "con el coraz¨®n en la mano", al personaje se le acaban escapando incontroladamente del hond¨®n de sus sentimientos sus creencias m¨¢s profundas. El pol¨ªtico populista corre el riesgo de ser sincero a poco que se descontrole.
Este fin de semana luc¨ªa el sol en Barakaldo y el lehendakari se dirig¨ªa a sus votantes de la anteiglesia, cuando de nuevo su alma sencilla rebos¨® los bordes de lo pol¨ªticamente correcto y se verti¨® en sus palabras. Ya le hab¨ªa sucedido hace unos a?os cuando nos explic¨® que su bonhom¨ªa llegaba incluso hasta no tener escr¨²pulos de pedalear con un ciclista de Llodio apellidado Gonz¨¢lez (?o era Fern¨¢ndez?). Pero en Barakaldo su buena voluntad super¨® el l¨ªmite del individuo concreto y se ampli¨® a todo su auditorio: "Sois como nosotros", les dijo.
Que un presidente de gobierno distinga en su sociedad entre 'nosotros' y 'vosotros' es terrible
?Qu¨¦ maravilloso es el lenguaje humano?. Una frase como ¨¦sta, carente de todo significado por s¨ª misma, incluso ininteligible en otro marco (?se imaginan a Zapatero diciendo en una ciudad espa?ola cualquiera "sois como nosotros"), adquiere un sentido preciso, claro, incluso ineludible, cuando se dice en un lugar determinado de un pa¨ªs concreto. Por ejemplo, en la margen izquierda de un r¨ªo llamado Nervi¨®n que discurre por la vieja Euskalherr¨ªa. En ese lugar, en esa comunidad humana edificada sobre una historia y un imaginario social compartido, la frase no necesita explicaci¨®n. Todos saben de inmediato, mediante una facultad de percepci¨®n emp¨¢tica que no es ling¨¹¨ªstica sino imaginativa, qui¨¦nes son los "nosotros" y los "vosotros" a que se refiere Ibarretxe, y, sobre todo, que significa "ser" en este contexto.
?Es necesario explicarlo m¨¢s? Creo que no, creo que cualquier lector lo entiende tan bien como yo, sencillamente porque est¨¢ vivencialmente situado en mi mismo contexto de significado, en mi mismo relato vital. Si Aznar dice a los andaluces "sois como nosotros" la perplejidad les invadir¨ªa. Pero si fuera De Gaulle quien dice a los argelinos (lo dijo hace ya muchos a?os) "sois como nosotros", el sentido de sus palabras no necesita ser explicado, de puro evidente que resulta.
Sabino Arana tuvo que removerse inquieto en su tumba de Sukarrieta este fin de semana. ?l pas¨® toda su vida predicando infatigable que "nosotros" no ¨¦ramos como "vosotros", sino profundamente diversos. Que los del apellido topon¨ªmico, que ten¨ªan su ra¨ªz en el solar vizca¨ªno, no se parec¨ªan en nada a los del apellido patron¨ªmico, venidos de fuera. Que incluso eran razas diversas cuyo mestizaje estaba prohibido. Y ahora, cien a?os despu¨¦s, un lehendakari del partido de Dios y la Ley Vieja proclamaba ante los nietos de los for¨¢neos que "sois como nosotros".
Seg¨²n cuentan las cr¨®nicas, los asistentes al mitin del lehendakari, sin duda correligionarios y simpatizantes de su partido, tuvieron un instante de duda al o¨ªr sus palabras; despu¨¦s reaccionaron aplaudiendo. ?Por qu¨¦ la duda? ?Quiz¨¢ se sintieron sorprendidos al saber, de labios tan autorizados, que segu¨ªan existiendo aqu¨ª y ahora los "nosotros" y los "vosotros"? ?Que Ibarretxe pertenec¨ªa a un "nosotros" distinto del que formaban los habitantes de Barakaldo? ?Que ellos eran parte de algo, ll¨¢mese grupo, etnia o casta, distinto de ese otro al que pertenece Ibarretxe, a pesar de que ¨¦ste naci¨® en un pueblo industrial de aluvi¨®n inmigracional como Llodio, tan semejante al suyo propio?
Su sorpresa dur¨® un segundo, lo que tardaron en descender de su sue?o y adecuar su pensamiento a la realidad, lo que demor¨® en recuperar sus sensaciones infantiles. Entonces comprendieron qui¨¦nes eran ellos y qui¨¦nes los que les hablaban, y entusiasmados al constatar que, a pesar de tan honda diferencia, eran considerados iguales, aplaudieron. No se les admit¨ªa en el clan, pero se les consideraba iguales. Es un consuelo y un avance importante por respecto a Sabino, debieron pensar.
Que un presidente de gobierno distinga en la sociedad que lidera entre nosotros y vosotros es terrible, sobre todo cuando esos pronombres no denotan diferencias de clase, religi¨®n o pol¨ªtica, sino de "ser", es decir, ontol¨®gicas. Aqu¨¦llas son circunstanciales y de adopci¨®n voluntaria, las ontol¨®gicas son esenciales e imborrables. Van unidas al ser. Y nadie puede ser lo que no es, puede como mucho llegar a ser equiparado en derecho y condici¨®n, pero siempre siendo otro, distinto esencialmente de nosotros.
Que no exista para nuestro lehendakari un "todos" omnicomprensivo cuando habla a sus conciudadanos, que en el fond¨®n de su alma (como en el de tantos otros) siga habiendo un "nosotros" y un "ellos", es m¨¢s revelador de la profundidad y arraigo de la fractura que agrieta a la sociedad vasca que mil discursos sobre el tema. Pues no hay muro separador tan alto y s¨®lido como el del lenguaje, dado que con el lenguaje es con lo que construimos y dotamos de sentido a la realidad social. Si en nuestro lenguaje perviven todav¨ªa un "nosotros" y un "vosotros" primordiales, que permiten clasificar a los ciudadanos por su propio ser, es que algo falla a la hora de constituirnos como sociedad moderna.
Por eso creo que Sabino, despu¨¦s de refunfu?ar inquieto, se habr¨¢ quedado tranquilo en su tumba: son como nosotros, pero todav¨ªa no "son" nosotros, se habr¨¢ dicho satisfecho.
Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Soroa es abogado.
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