Buscadores de fortuna y sol en Lepe
La localidad onubense enfrenta su modelo a las necesidades crecientes de vecinos flotantes
"Esto ha ido demasiado deprisa, no ha dado tiempo a asimilarlo". Es dudoso si Jos¨¦ Antonio Oria Ruiz, 33 a?os, se refiere a su vida o a su pueblo. Su padre fue uno de los primeros agricultores de Lepe (Huelva, 19.582 habitantes) que dedic¨® sus tierras, entonces de almendros, al cultivo de la fresa sobre el que se ha cimentado el despegue econ¨®mico de la comarca. Y empez¨® a trabajar "hace m¨¢s de 20 a?os", apenas adolescente.
El oro rojo lleg¨® a esta comarca en los a?os setenta. Ahora se recogen en Huelva casi 300.000 toneladas de fresa, la mitad de la producci¨®n mundial, y la facturaci¨®n supera los 400 millones de euros al a?o. El esp¨ªritu innovador de los pioneros de este cultivo llev¨® al presidente de la Generalitat de Catalu?a, Jordi Pujol a afirmar hace unos meses que "el futuro de Andaluc¨ªa est¨¢ en sitios como Lepe o Cartaya", localidades onubenses que conoci¨® en 1996.
"Ahora en todos los pa¨ªses se produce fresa, y la gente se ha acomodado", dice cr¨ªtico Oria, sin dejar de reconocer que en su pueblo "hay m¨¢s empresarios que en ning¨²n otro sitio de Andaluc¨ªa", una distinci¨®n que le disputan localidades del Poniente almeriense, otra comarca que ha demostrado que iniciativa y agricultura son compatibles. "Aqu¨ª el que no trabaja, es porque no quiere", a?ade el joven empresario. No hace falta recordarle que "por los jornales que se ganan en el campo se entiende que algunos no quieran". Los 60.000 temporeros (unos 15.000 son inmigrantes) que participan de enero a junio en la campa?a ganan poco m¨¢s de 30 euros al d¨ªa.
?l, sin saber "nada de ingl¨¦s", ha viajado ya a varios pa¨ªses para ver "las cien formas de cutivar que hay". Este invierno comprob¨® en Polonia que hab¨ªa matas "hasta debajo de la nieve". Hace cuatro a?os, realiz¨® una fuerte inversi¨®n en sus 13 hect¨¢reas para cultivar sus fresas sin suelo: ahora est¨¢n plantadas sobre un sustrato de tierra enriquecida con elementos tan ex¨®ticos como fibra de coco o perlita.
A la empresa de Oria la bautizaron Corchito, porque ¨¦se era el apodo de su padre en un pueblo, capital imaginaria del chiste durante a?os, en el que todo el mundo tiene uno. Sus oficinas est¨¢n en un pol¨ªgono industrial con la fachada a la carretera ocupada por un centro comercial por el que deambulan turistas enrojecidos por el sol. En la zona m¨¢s alejada, un grupo de inmigrantes africanos se asean en una fuerte. Y en medio, una incesante actividad de mujeres que empaquetan fresas.
Los turistas y los inmigrantes son un term¨®metro de la actividad de Lepe. Y en los ¨²ltimos cuatro a?os, casi estalla. El a?o pasado, la presi¨®n roz¨® lo inaguantable. Los empresarios contrataron en origen a miles de mujeres de Polonia y Ruman¨ªa y los norteafricanos que fueron a la fresa como otras campa?as, se encontraron sin hueco: m¨¢s de 5.000 vagaron durante dos meses de un pueblo a otro en una situaci¨®n de penuria absoluta. Este a?o, muchos sin papeles no volvieron y la campa?a ha sido m¨¢s tranquila.
En junio, los turistas empiezan a desembarcar por miles y desplazan a los jornaleros como principal poblaci¨®n flotante. A apenas 10 kil¨®metros del pueblo, el enclave de La Antilla y sobre todo de Islantilla, una mancomunidad compartida con la vecina Isla Cristina, son una demostraci¨®n de la pujanza tur¨ªstica onubense.
"?ste es un modelo que se pens¨® antes de empezar a construir", defiende Isidoro Guti¨¦rrez, gerente de Islantilla. Lo que no quita que en julio o agosto "como en todos sitios", haya saturaci¨®n. "Este a?o llegaremos a los 25.000 turistas en esos meses", calcula Guti¨¦rrez. La construcci¨®n de apartamentos y hoteles en Islantilla ha tirado de mucha mano de obra, mejor pagada que los jornaleros. A¨²n habr¨¢ tajo para tres a?os m¨¢s, pero ahora son los servicios tur¨ªsticos los que requerir¨¢n m¨¢s trabajadores y, sobre todo, "mejor cualificados".
Los pecados de Islantilla son veniales comparados con otros enclaves tur¨ªsticos, pero requerir¨¢n toda la atenci¨®n del nuevo Ayuntamiento (gobernando hasta ahora por el PSOE) que salga de las urnas, que tambi¨¦n deber¨¢ multiplicar esfuerzos y servicios para mantener encauzada la avalancha de jornaleros que viene a la fresa. Las poblaciones flotantes que nutren el desarrollo econ¨®mico del pueblo no votan, pero la pervivencia del modelo de Lepe depende de que se las tenga en cuenta.
Turismo todo el a?o
Islantilla, el principal enclave tur¨ªstico de Lepe, ha apostado por mantener el flujo de turistas todo el a?o con ofertas para visitantes alemanes, ingleses o n¨®rdicos. Una oferta de temporada baja que se refuerza con un campo de golf y un centro comercial con multicines abierto todo el a?o, cuyos locales se pagan ya a 6.000 euros el metro cuadrado. Hay tres hoteles abiertos, uno en construcci¨®n y tres m¨¢s en proyecto que deben nutrirse de ese turismo constante, para el que hay pensado un palacio de congresos e, incluso, un casino. Una estructura en la que la mano de obra inmigrante es de origen latinoamericano y todav¨ªa muy inferior a la que trabaja en el campo.
"De infraestructuras estamos bien, con los servicios estamos llegando un poco tarde", admite el gerente de Islantilla, Isidoro Guti¨¦rrez. Un grupo de turistas habituales se manifest¨® en agosto pasado para protestar por la falta de atenci¨®n a las playas, el caos circulatorio y los ruidos. Y el principal problema es el acceso: la autov¨ªa que conecta Huelva con Portugal lleva un a?o abierta, pero las conexiones con las playas est¨¢n pendientes de las obras de la Junta.
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