Eso no se dice
Los lectores de cierta edad -dej¨¦moslo as¨ª- saben de qu¨¦ estoy hablando. De pronto, estabas en la mesa y alg¨²n hermano, cuando no t¨² mismo, soltaba una de las llamadas palabras malsonantes: c..., p..., j..., y as¨ª. La reacci¨®n de los adultos era fulminante: ?ni?o, eso no se dice! Si la pecadora era una hermana, la cosa todav¨ªa pod¨ªa ser peor. Los adultos simulaban escandalizarse, pon¨ªan cara de horror y le espetaban: ?qu¨¦ lenguaje es ese para una se?orita! Avergonzados, los cr¨ªos pon¨ªamos cara compungida, baj¨¢bamos la mirada hacia el plato y esper¨¢bamos que escampara la tormenta.
Pero esto casi nunca representaba el final de la historia. Una vez que hab¨ªamos logrado conjurar el peligro, las palabras malsonantes -ya saben, p..., c..., j..., y hasta f...- nos persegu¨ªan obsesivamente. De repente, nos sorprend¨ªamos pensando en ellas mientras un profesor nos repet¨ªa irritado aquella pregunta de cu¨¢l es la capital de Mongolia o la de qu¨¦ es una angiosperma. Indag¨¢bamos entre los coleguillas y, aunque pon¨ªan cara de misterio, la explicaci¨®n que nos proporcionaban sol¨ªa ser vaga, ambigua y, a?os despu¨¦s lo comprobar¨ªamos, profundamente err¨®nea. La soluci¨®n consist¨ªa en acudir al diccionario. Tambi¨¦n se pod¨ªa echar un vistazo al libro de Arte, pero era peligroso, alguna vez nos cazaron en pleno ¨¦xtasis esc¨®pico y, adem¨¢s, el libro de Arte informaba poco. As¨ª que agarr¨¢bamos el diccionario y, tomando la precauci¨®n de retener en la memoria palabras escolares que justificasen la consulta -no fuera que la mirada de reproche del adulto te pillara en fraganti-, nos sumerg¨ªamos en lo prohibido. Buscabas c..., pero ya ten¨ªas "cotiled¨®nea" preparado por si acaso. Ibas en busca de p..., mas sin olvidarte de "potasio". Hojeabas al desgaire con "fot¨®n" en los labios y f... en el pensamiento. Sin embargo, la consulta lexicogr¨¢fica siempre te dejaba frustrado. O sea que p... era eso y c..., eso otro. ?Pues vaya tonter¨ªa! Me he acordado de aquellos tiempos de la ni?ez estos d¨ªas de campa?a electoral que culminan en la llamada jornada de reflexi¨®n. Porque llevo un par de semanas escuchando proclamas y ahora me piden que reflexione sobre lo que unos y otros han dicho. El problemo es que, mir¨¢ndolo bien, ninguno ha hablado de lo que me interesaba. Entonces yo ya sab¨ªa que ten¨ªa que lavarme las manos antes de comer, que cuando viniera la t¨ªa Marta hab¨ªa que darle un beso, que ten¨ªamos que darle las gracias al primo Vicent por esos horrendos banderines que nos tra¨ªa de sus viajes de negocios, que los ni?os hablan cuando mean las gallinas
[sic: se ve que los adultos s¨ª pod¨ªan usar palabras malsonantes]. Pero de lo que me interesaba, de c..., de p..., de j..., nadie dec¨ªa nada. Pues bien, ahora pasa lo mismo. Todos han dicho que el futuro ser¨¢ inmejorable, que nuestra comunidad aut¨®noma es un chollo, que est¨¢n orgullosos de nosotros, que nos van a poner piso y que seremos felices y comeremos perdices. Bueno, vale. Pero, ?qu¨¦ hay de c..., de p..., de j...?
A eso he pensado dedicar mi jornada de reflexi¨®n. Por ejemplo, todos han hablado de las pensiones, han peloteado a los pensionistas, han hecho ofertas incre¨ªbles que recogen todos los medios de comunicaci¨®n. Muy bien. Lo malo es que en esos mismos peri¨®dicos, s¨®lo que en las p¨¢ginas de Econom¨ªa, que no lee casi nadie, hab¨ªa sesudos estudios relativos a la incertidumbre que est¨¢n planteando el envejecimiento de la poblaci¨®n y el aumento de la esperanza de vida sobre el cumplimiento de los planes de pensiones. No es una cuesti¨®n de derechas o de izquierdas: Schr?der se la juega, Chirac se la juega, pero, por impopulares que resulten sus recortes, ambos afirman que si no se reducen dr¨¢sticamente las prestaciones, el sistema estallar¨¢ en unos pocos a?os. Yo no s¨¦ si est¨¢n en lo cierto o no. Lo ¨²nico que s¨¦ es que Alemania y Francia son pa¨ªses m¨¢s serios y m¨¢s ricos que el nuestro, conque si ellos est¨¢n preocupados, ser¨¢ para que aqu¨ª alguien empiece a dar la voz de alarma y a hablar de lo que de verdad importa. ?O qu¨¦ quieren, que toda una generaci¨®n se quede a dos velas en cuanto se tenga que jubilar? ?Que la siguiente, esos pobres j¨®venes maltratados pr el empleo temporal y los sueldos basura, encima tengan que cargar con sus progenitores (y cargar no es llevarlos con el Imserso a Benidorm, es simplemente darles de comer)?
Lo anterior es una simple muestra de una peligrosa afici¨®n de los pol¨ªticos: su man¨ªa de vendernos la moto sin decirnos lo que nos va a costar. Cuando uno programa sus vacaciones sabe con lo que cuenta y en funci¨®n de ello decide c¨®mo se va a gastar la extraordinaria. No conozco a nadie tan loco como para programar un crucero por el Caribe para cuatro personas cuando no les llega m¨¢s que para pasar el verano en la casa del pueblo y tomarse unas ca?as de vez en cuando. Pues bien, sorprendentemente, en esta campa?a electoral nadie ha hablado de dinero y, sobre todo, nadie nos ha dicho que todo a la vez no puede ser y que si te compro la raqueta de tenis, olv¨ªdate de la consola de videojuegos. Parece ser que vamos a tener AVE, autov¨ªas, ciudades culturales, autogobierno, aeropuertos a porrillo, agua (de transvase o de desaladoras, tanto da, pero agua), la tierra de Jauja. Estupendo. Pero, perdonen la impertinencia: ?con cu¨¢nto contamos para pagar todo eso? Y la deuda, ?nos la perdona el Estado o nos la financia la Uni¨®n Europea? Y as¨ª cientos de reflexiones que uno podr¨ªa hacerse y que los ciudadanos, en realidad, nos hacemos. Suelen temer los estrategas electorales que el d¨ªa de las votaciones salga soleado y el personal se vaya masivamente a la playa. Yo creo que m¨¢s les valdr¨ªa preocuparse del d¨ªa de antes, de la jornada de reflexi¨®n. Porque, si sale bueno, miles de ciudadanos y ciudadanas, medio en pelota, mirando al horizonte y sin nada que hacer, vienen a ser un ej¨¦rcito en pleno despliegue reflexivo. ?Anda que como se les ocurra pensar en todo esto! A no ser que, oportunamente, aparezca un avi¨®n en el cielo arrastrando una larga pancarta que reza: "eso no se dice". ?C...!
?ngel L¨®pez Garc¨ªa?Molins es catedr¨¢tico de Teor¨ªa de los Lenguajes de la Universidad de Valencia.
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