Arte y magia de la Real
Mientras los tres aspirantes al t¨ªtulo de Liga repasan sus cuentas y sus fibras musculares, los aficionados olvidamos por un momento el desenlace del campeonato y analizamos el aut¨¦ntico acontecimiento de la temporada: despu¨¦s de varios a?os de persecuci¨®n, los dioses rectificaron y decidieron completar el rompecabezas de la Real Sociedad. Los hechos se precipitar¨ªan en las primeras semanas del verano de 2002; cuando los jugadores se hab¨ªan licenciado en sobresaltos y los seguidores se resignaban a vivir bajo la amenaza del descenso, los directivos tuvieron un soplo de inspiraci¨®n, cayeron del cielo Raynald Denoueix, Darko Kovacevic y Valery Karpin y, oh, prodigio, todas las piezas encajaron y la maquinaria del equipo se ajust¨® como por ensalmo.
El juego cambi¨® radicalmente con el cierre del dibujo. De pronto, la curva de los pases de Javi de Pedro tom¨® un temple especial, Nihat pudo dar un sentido a sus aventuras, Westerveld consigui¨® alargar su estirada hasta el palo y una trama de nuevas conexiones enriqueci¨® visiblemente los circuitos del juego. De Pedro se enchuf¨® a Kovacevic, Kovacevic se acopl¨® a Nihat, Nihat se enganch¨® a Karpin y Karpin volvi¨® la cabeza hacia el centro del campo. All¨ª estaba Xabi Alonso, que hab¨ªa encontrado la combinaci¨®n de la caja fuerte o, m¨¢s exactamente, el plano que llevaba hasta la porter¨ªa contraria.
Xabi ser¨ªa el verdadero director de la nueva Real. Al comienzo del partido abrir¨ªa la caja de ritmos, elegir¨ªa el comp¨¢s adecuado y, siempre fiel a un doble criterio de velocidad y sencillez, se dispondr¨ªa a interpretar las claves del juego.
Desde entonces sabemos que tiene el gusto de los orfebres, la suavidad de los cal¨ªgrafos y la precisi¨®n de los percusionistas. Siempre obsesionado por el orden, reparte el juego con una llamativa mezcla de tacto, pulcritud y energ¨ªa. Por eso, sus pases tienen el trazo firme y suave de la buena letra y, seg¨²n los casos, el sonido met¨¢lico del martillo sobre el yunque o el sonido hueco de la baqueta sobre la piel del tambor.
Bajo su mando, el rendimiento de la Real creci¨® exponencialmente. En un r¨¢pido efecto de simpat¨ªa, los jugadores se sintieron parte de un plan, de una medida operaci¨®n industrial en la que cada diente de rueda, cada resorte y cada eslab¨®n ten¨ªan un valor capital. Seguros de s¨ª mismos, sin violencia alguna, apretaron las l¨ªneas para recuperar la pelota y se abrieron como un fuelle para desplegar la maniobra.
Hoy, repit¨¢moslo, su eficacia es un secreto circular: s¨®lo son un equipo que juega en equipo.
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