Un susto de espanto
La cogida de Antonio Barrera fue de aut¨¦ntico espanto. El sexto de la tarde, 593 kilos y cinco a?os y medio de edad, fue recibido con aplausos por su bella estampa. El torero lo recibi¨® de capote y el toro se fren¨® en cada envite; quiso entonces sacarlo hacia los medios con capotozos por bajo, el toro lo regate¨® con celeridad y empiton¨® por la chaquetilla; lo levant¨® en peso, lo zarande¨® y lo lanz¨® contra la arena. El torero se levant¨®, pero perdi¨® el conocimiento y volvi¨® a caer desmadejado. La impresi¨®n era de cogida grav¨ªsima. Mientras, el toro, de muy mala clase, se hizo el due?o del ruedo, y cuando Liria se preparaba para tomar la muleta, la plaza estall¨® en una atronadora ovaci¨®n porque Barrera sal¨ªa por su propio pie de la enfermer¨ªa para matar el toro. Y lo hizo con eficacia y brevedad porque el animal, soso y parado, no dio para m¨¢s. La vuelta, muy cari?osa, fue para que se recuperara del gran susto. En su primero, un manso e inv¨¢lido, se mostr¨® muy valiente, que era lo ¨²nico que pod¨ªa hacer.
Guardiola / Liria, Romero, Barrera
Toros de Guardiola (tres fueron rechazados en el reconocimiento), el tercero fue devuelto por inv¨¢lido, bien presentados, mansos y descastados; el sobrero, de Criado Holgado, manso en inv¨¢lido. Pep¨ªn Liria: pinchazo, casi entera tendida y un descabello (divisi¨®n); dos pinchazos y un descabello (silencio). Alfonso Romero: pinchazo y estocada (pitos); tres pinchazos, estocada y un descabello (silencio). Antonio Barrera: media estocada (silencio); pinchazo y estocada (vuelta). Plaza de las Ventas. 25 Mayo. 14? corrida de feria. Lleno.
La corrida de Guardiola fue el exponente de la mediocridad m¨¢s absoluta. Distra¨ªdos de salida, hicieron una pelea muy desigual y mansa en varas, y llegaron al tercio final con una soser¨ªa galopante, con la cara a media altura, sin codicia ni resquicio de la casta brava, que un d¨ªa tuvo el encaste de Villamarta.
Distinto es que los toreros se contagiaran del molesto viento que presidi¨® la tarde y no dieran una a derechas. Pep¨ªn Liria ya no es el bravo espada de hace unos a?os. Le falta el coraz¨®n que antes le sobraba. Le plant¨® cara a su primero con enorme gallard¨ªa, y consigui¨® una tanda de redondos desde la quietud y la ligaz¨®n, pero ah¨ª se acab¨® todo. Con la muleta en la izquierda su labor result¨® acelerada, con escaso orden y menos concierto. En el cuarto, muy soso, quiso justificarse, pero eso no se lo perdonan a quien ha sido un ejemplo permanente de pundonor y entrega. No est¨¢ en su mejor momento el bravo torero.
Lo dif¨ªcil es saber cu¨¢l es el momento de Alfonso Romero. Entr¨® en la feria en sustituci¨®n de Juan Bautista, que ha decidido cortar la temporada, pero no dio una sola raz¨®n para estar incluido en el cartel. Su lote ofreci¨® pocas posibilidades, pero sus recursos son muy escasos y su ¨¢nimo est¨¢ por los suelos. Un quite de dos ver¨®nicas y media en el primero de la tarde, ejecutada con hondura y cierto empaque, fue todo lo que dio de s¨ª el torero. Naufrag¨® en sus dos toros, con muchas precauciones, la muleta retrasada y el esp¨ªritu de derrota en el cuerpo.
La tarde, ventosa y fr¨ªa, termin¨® feliz con la vuelta al ruedo de un torero que se salv¨® de milagro de una cogida espeluznante. Fue lo m¨¢s emotivo que dio de s¨ª la falta de casta brava y las pocas ideas de los que se vistieron de luces.
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