Imbatible
"El proyecto pol¨ªtico del PP es imbatible", afirm¨® Francisco Camps tras conocer los resultados electorales del 25M en la Comunidad Valenciana. Dicha as¨ª, la frase expele un tufo a prepotencia en sinton¨ªa con la actitud de los populares en la ¨²ltima semana de campa?a. Pero, si bien se mira, detr¨¢s de tan contundente afirmaci¨®n no hay otra cosa que la constataci¨®n de la pura, simple y obvia realidad de la pol¨ªtica valenciana. Los resultados de las elecciones del pasado domingo evidencian que el Partido Popular ocupa un espectro ideol¨®gico ampl¨ªsimo que va desde la extrema derecha hasta la socialdemocracia. Rita Barber¨¢ ser¨ªa el icono y el paradigma de esa posici¨®n pol¨ªtica. La alcaldesa de Valencia, aunque haya sufrido un liger¨ªsimo retroceso respecto de 1999, absorbe votos de Uni¨®n Valenciana (UV), PSOE, Bloc y L'Entesa. ?Qui¨¦n puede pedir m¨¢s? Camps no llega a tanto, pero es claro que ha incrementado los votos a costa de una UV en fase terminal, a la que todav¨ªa le quedan 70.000 sufragios que, m¨¢s pronto que tarde, acabar¨¢n en el zurr¨®n de los populares. Es lo ¨²nico que le falta al PP para apuntalar del todo su posici¨®n hegem¨®nica, "imbatible", seg¨²n el pr¨®ximo presidente de la Generalitat.
?C¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n? En primer lugar porque la sociedad tiene en muy alta estima la gesti¨®n desarrollada por el PP, con independencia de cu¨¢l sea la realidad que exista tras esa percepci¨®n. Estima que se extiende a la situaci¨®n econ¨®mica y estabilidad laboral. Nadie cambia si no encuentra razones para cambiar, especialmente las clases medias urbanas. En segundo porque la campa?a desarrollada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Eduardo Zaplana ha resultado muy eficaz como demuestran los resultados: ni un solo voto del centro se ha escurrido hacia la izquierda y se han amarrado todos los de la derecha. Las cosas como son, aunque a algunos nos pareciera que el tremendismo aznar¨ª pod¨ªa espantar a los electores moderados. No ha ocurrido as¨ª. Y, por ¨²ltimo, la situaci¨®n del PSOE atrapado en el dilema de ser moderado en el discurso y radical en su posici¨®n sobre la guerra en Irak. El PP fue muy h¨¢bil al trasladar la idea de que no se puede ser una cosa y la contraria a la vez y no estar loco.
El resultado de esta concatenaci¨®n de hechos ha sido la derrota de los socialistas valencianos reflejada en el fracaso en las elecciones a las Cortes, en las alcald¨ªas de las capitales de provincia y en las diputaciones. Conociendo a las tribus del PSPV es seguro que m¨¢s de un se?or de la guerra ya debe andar afilando el cuchillo, aunque muy probablemente deber¨¢ volver a guard¨¢rselo. Madrid no est¨¢ para bromas ante las generales de 2004 y no tolerar¨¢ rebeli¨®n alguna hasta que pasen.
Ahora bien, ?la derrota es un desastre? Parece claro que en las ciudades de Alicante y Valencia los Franco, Bernal, Rubio y ?balos tienen pocos lugares donde esconderse por m¨¢s que retuerzan los datos y los porcentajes. M¨¢s pronto que tarde el PSOE deber¨¢ tomar medidas para poner fin a esta suerte de corralitos Biona en los que algunos prefieren ganar a costa de que pierda su partido. Pero los resultados globales en las elecciones municipales, aunque para nada inviten al optimismo, no son el desastre que aparentan. Un dato: el PSOE ha incrementado sus votos en Espa?a respecto de 1999 en 676.511, de los cuales 70.775 han salido de la Comunidad Valenciana (el 10,5%, ?les suena el porcentaje?) Otro: cualquier socialista valenciano siente una insana envidia de sus compa?eros catalanes; pues bien el PSC ha alcanzado el 35,3% de los votos en las municipales y el PSPV se ha quedado en el 34,94%. No parece que la diferencia sea tan sustancial; pero es abismal desde la representaci¨®n institucional. No es lo mismo el desierto valenciano que ostentar las alcald¨ªas de Barcelona, Lleida y Girona.
Pero la existencia de algunos datos positivos para el PSPV (en las auton¨®micas han aumentado sus votos en m¨¢s de 100.000 en relaci¨®n a hace cuatro a?os, pero s¨®lo les ha supuesto un diputado m¨¢s) no compensa errores de bulto como la falta de atractivo de los candidatos en Alicante y Valencia, la apuesta por alcaldes en las candidaturas auton¨®micas como Diego Maci¨¤ o Josefa Frau que no s¨®lo no han aportado un voto a la propuesta de Joan Ignasi Pla, sino que adem¨¢s han abandonado la campa?a en las Cortes para centrarse en sus municipios. Y, por ¨²ltimo, la falta de un discurso m¨¢s agresivo por parte del candidato socialista, quien opt¨® por situarse al rebufo de Rodr¨ªguez Zapatero, antes que diferenciarse. No es cierto, como se ha dicho, que no hiciera propuestas auton¨®micas. Al menos, realiz¨® las mismas que su contrincante Francisco Camps, pero tanto las del uno como las del otro apenas encontraron hueco en el mano a mano Aznar-Zapatero.
La imbatibilidad del PP y el suelo socialista contrastan con la situaci¨®n de L'Entesa y del Bloc. Joan Rib¨® puede sentirse satisfecho por los resultados auton¨®micos pero su base municipal es muy fr¨¢gil. Demasiado. El menor contratiempo puede convertirle en extraparlamentario en el futuro inmediato si no aumenta su presencia en los municipios. El Bloc sufre id¨¦ntico problema, pero a la inversa: su poder municipal no se traslada al parlamento auton¨®mico. Algo falla. Mayor y los suyos deber¨ªan reflexionar sobre la conveniencia de seguir apostando por el taronja frente al blau y el roig.
Y, por ¨²ltimo, Eduardo Zaplana. El gran protagonista de la campa?a auton¨®mica por encima del candidato a la presidencia de la Generalitat. Los resultados obtenidos en Baleares, Murcia y la Comunidad Valenciana han vuelto a rehacer su particular "arco mediterr¨¢neo" partidista. No cabe ninguna duda de que su opini¨®n contar¨¢, y mucho, en el proceso de sucesi¨®n de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. El ministro se ha situado en una inmejorable posici¨®n para influir. Al fin y al cabo es lo que ¨¦l buscaba. Imbatible.
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