Unidos por una telara?a
Un estudioso italiano del Tarantismo encuentra el rastro de esta danza at¨¢viaca en Sevilla gracias a una mujer de 84 a?os
"Mi abuelo Juli¨¢n tocaba la guitarra muy ligero, muy ligero; mientras que las muchachas bailaban durante mucho rato. Daban saltos, vueltas y zapatazos, como si estuvieran aplastando algo en el suelo". As¨ª recuerda Encarnaci¨®n Dom¨ªnguez, que el 23 de julio cumplir¨¢ 85 a?os -anuncia orgullosa-, las tardes que a los cinco a?os pasaba en Membrillo Bajo, una aldea de su pueblo, Zalamea la Real (Huelva).
"?Qu¨¦ es la tar¨¢ntula?", le preguntaba la ni?a a su abuelo cuando ve¨ªa c¨®mo la casa se inundaba de gente del campo que bailaba fren¨¦ticamente a ritmo de la guitarra. "Son unos bichos muy feos y venenosos que le pican a los trabajadores del campo. Con la m¨²sica, la gente baila muy r¨¢pido, suda y as¨ª consigue echar el veneno fuera y se pone buena", precisa Encarnaci¨®n gesticulando quiz¨¢s con el mismo encanto con el que se explicaba su abuelo para que ella lo entendiera. Encarnaci¨®n, que vive en Sevilla desde 1942, ha tenido esta semana un encuentro inesperado que la ha transportado a su infancia, a las tardes que pasaba en la aldea de Membrillo Bajo, apenas una treintena de casas, a "una legua" de Zalamea.
La se?ora ha estado rememorando las sesiones de Tarantismo para la investigaci¨®n que realiza el italiano Pietro Annicchiarico, un video-artista metido a antrop¨®logo que est¨¢ investigando el fen¨®meno que se ha perpetuado a lo largo de los siglos -algunos estudios apuntan a que se origin¨® en la Grecia antigua- y desapareci¨® pr¨¢cticamente a mediados del XX. Annicchiarico ha encontrado bailes similares en distintos puntos del Mediterr¨¢neo, en Marruecos, con las danzas de los gnawas, y tambi¨¦n en Turqu¨ªa. El Tarantismo se dio especialmente en el sur de Italia, en Salento, Tarento, Brindisi y Lecce.
"El baile se llama pizzica-pizzica (pica-pica). Ernesto de Martino hizo un amplio estudio en los a?os sesenta que resume en su libro La tierra del remordimiento, pero el fen¨®meno estaba pr¨¢cticamente muerto. Desde 1990, el tarantismo se est¨¢ recuperando gracias a la curiosidad de los j¨®venes y ahora se baila en las plazas de los pueblos de la Puglia y se identifica con la regi¨®n tanto como el flamenco con Andaluc¨ªa", comenta Pietro Annicchiarico, quien la pasada semana present¨® en el Espacio Meteora de Sevilla una performance y dos de sus video-creaciones sobre este baile est¨¢ entre lo ritual y la medicina natural.
El artista italiano, de 35 a?os, coincide con De Martino en que la picadura es una excusa, "a veces inventada", que formaba parte del subconsciente colectivo para dar salida a una serie de sentimientos de liberaci¨®n que, de otra forma, no pod¨ªan expresarse. Encarnaci¨®n ha reconocido en los v¨ªdeos del artista italiano los saltos y taconeos "para matar al bicho" que ve¨ªa en su ni?ez.
"En Italia es el tarantate -el que ha sido mordido por la ara?a- el que llama a su casa a los m¨²sicos, que son como chamanes, y se les pagan; adem¨¢s tienen su protector: San Paolo. Aqu¨ª, la religi¨®n se mantiene al margen. Seg¨²n recuerda Encarna, la afectada y toda su familia iban a casa del guitarrista y nadie pagaba nada", explica
Annicchiarico, quien sue?a con encontrar alg¨²n tarantate andaluz para ahondar en el fil¨®n que le ha abierto Encarna.
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