Alberti y su ciudad
Algunas cosas no son como todas. Algunas personas y algunos hechos brillan entre lo dem¨¢s como luces en el fondo de un t¨²nel. Lo dem¨¢s es, por ejemplo, el poder, la pol¨ªtica o el dinero y sus sombras siniestras, la soberbia, la falsedad y la avaricia. Pero hay seres que pasan por el mundo con vocaci¨®n de cometa, que avanzan entre los otros sin dejarse tocar por la parte negra de cada cosa; y hoy mismo, esta noche, unos cuantos artistas van a hacerle un homenaje en Madrid, en el teatro Alb¨¦niz, a uno de esos seres arcang¨¦licos: Rafael Alberti, que este mes cumple cien a?os y medio. Ya s¨¦ que Alberti muri¨® por ¨²ltima vez en 1999, pero su poes¨ªa est¨¢ tan viva que hay que decir cumple, y no hubiera cumplido. Los verbos siempre deben decir la verdad.
N¨²ria Espert, Ana Bel¨¦n, Carlos Hip¨®lito, ?ngela Molina, Rosa Le¨®n, Santiago Ramos, Miguel Bos¨¦, Julieta Serrano, Berta Riaza y muchos m¨¢s le har¨¢n ese homenaje a Alberti, que va a ser, adem¨¢s, un homenaje que le haga al maestro su ciudad. S¨ª, tambi¨¦n s¨¦ que Alberti no naci¨® en Madrid, sino en El Puerto de Santa Mar¨ªa, pero ?de d¨®nde son los poetas? ?Son del sitio en que abren los ojos o del sitio en el que escriben sus versos? ?O son de los dos, a partes iguales, una mezcla de sangre azul y tinta roja? La identificaci¨®n de un escritor con sus libros es tan irrompible que Alberti se llamaba a s¨ª mismo con el t¨ªtulo de su primera obra, publicada en 1924, Marinero en tierra. As¨ª se llama tambi¨¦n el acto de esta noche, y si partimos en dos ese t¨ªtulo, sabremos con certeza que el mar del que habla no puede ser otro que el de la bah¨ªa de C¨¢diz. Pero ?y la tierra? Esa tierra es ¨¦sta, es Madrid, su ciudad de adopci¨®n, este lugar al que le trajeron de ni?o y que si primero fue el infierno, fue lo contrario de las dunas, los esteros y las salinas, despu¨¦s fue el para¨ªso, esa metr¨®poli casi futurista de su Cal y canto, en la que el escritor cantaba a la estaci¨®n del tren, a las venus que sub¨ªan y bajaban en los ascensores, a los estadios y hasta a los humildes billetes del tranv¨ªa: "A donde el viento, imp¨¢vido, subleva / torres de luz contra la sangre m¨ªa, / t¨², billete, flor nueva, / cortada en los balcones del tranv¨ªa. / Huyes directa, rectamente liso, / en tu p¨¦talo un nombre y un encuentro / latentes, a ese centro / cerrado y por cortar del compromiso. / Y no arde en ti la rosa ni en ti priva / el finado clavel; s¨ª la violeta / contempor¨¢nea, viva, / de ese libro que viaja en la chaqueta". Madrid, capital de la gloria, le llamar¨ªa Alberti unos a?os m¨¢s tarde.
El homenaje de hoy, auspiciado por la Comunidad de Madrid, creo que tiene un hermoso car¨¢cter simb¨®lico: es lo primero de esta magnitud que se hace tras las elecciones y, por lo tanto, una de las primeras piedras de la nueva realidad; es tambi¨¦n casi lo ¨²ltimo que presidir¨¢ Alberto Ruiz-Gallard¨®n y, sobre todo, es Alberti, un emblema de la lucha por la libertad. Se ha tenido, por esta vez, el buen gusto de dejar al poeta al margen de los partidismos electorales -otros no tuvieron esos escr¨²pulos hace a?os, a¨²n en vida del poeta, por entonces tan ajeno a s¨ª mismo, cuando lo fotografiaron con Aznar para promocionar la imagen liberal del candidato de la derecha, a costa del viejo mito comunista-. Hasta se ha escogido como cartel una imagen muy especial del poeta, tomada el d¨ªa que regres¨® a Espa?a tras treinta y ocho a?os de exilio, una fotograf¨ªa en la que se le ve descendiendo del avi¨®n, en el aeropuerto de Barajas, con la mano tendida, esa mano de la reconciliaci¨®n con que se hizo la democracia espa?ola que sucedi¨® al r¨¦gimen del Funeral¨ªsimo, como el maestro siempre lo llamaba. Se ve la mano de Alberti y se ve la mano de Alicia Moreno, ay Se?or, nuestra temeraria Alicia en el Pa¨ªs de los Michavillas, que se va de la Consejer¨ªa de las Artes de la Comunidad montando este acto de respeto y amor por quien fue la otra mitad de su madre, N¨²ria Espert, durante tantos a?os y en tantas cosas, cu¨¢nta vida y qu¨¦ dulce.
Yo no estar¨¦ hoy all¨ª, porque hay gente a la que no quiero ver, que no, ni en pintura, que no quiero verla. Pero ustedes vayan, si pueden, inauguren con esto la nueva ciudad que han hecho sus votos. Vayan y qui¨¦ranlo mucho: por su obra y por nuestras vidas, Rafael Alberti se lo merece. Y lo que ¨¦l signific¨® para nuestro pa¨ªs y para nuestra cultura, se lo merecen a¨²n m¨¢s. Es el hombre m¨¢s decente que he conocido en mi vida.
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