?De qu¨¦ le sirvi¨® a la Rep¨²blica?
30 de noviembre de 1959
Mauriac: "Je m'eloigne chaque jour un peu plus de la fiction, chaque jour un peu plus; ¨¦crire, pour moi, signifie t¨¦moigner". Exactamente lo contrario de lo que me sucede. Testimoni¨¦. Ahora, cada d¨ªa, creo que la ficci¨®n es el ¨²nico medio posible (¨²til) de hollar, de dejar rastro, de testimoniar.
25 de enero de 1962
Ah¨ª queda Guernica, L'espoir, pero perdimos la guerra; tal vez la hubi¨¦semos ganado empleando el poco dinero que costaron en armamento
Los exiliados no somos nadie. Mal dicho: "Somos nadie" para los espa?oles
El escritor eyacula lo suyo para su generaci¨®n o la que le sigue. Si no, queda en el olvido o, a lo sumo, catalogado en cualquier hilera enorme de nichos, que son las historias de la literatura.
Por los azares de la historia los exiliados suelen -a veces- padecer este mal. Es el caso de los rusos huidos de la revoluci¨®n bolchevique. Es el caso nuestro, el caso m¨ªo: diez, veinte, cien personas -a lo sumo- saben de m¨ª, con conocimiento de causa, en Espa?a, y paro de contar. (Paro de contar sin dejar de contar, para no contar). Mala suerte. ?Mala suerte? No; no haber sabido adaptarse a las circunstancias, buscar la manera de hacerse o¨ªr. Encastillado. Hay que ir hacia la gente -espa?oles, claro, en mi caso-, no esperar a que vengan a descubrirlo a uno en la madriguera.
"El buen pa?o en el arca se vende": s¨ª y no. Puede pudrirse con el tiempo o ser comido por las ratas. Un poema genial no publicado: ni poema ni nada. Un escritor desconocido seguir¨¢ siendo tan bueno como se quiera, pero no es escritor m¨¢s que para ¨¦l, que, a la vuelta de la esquina, ya no es nadie. "No somos nadie". Mal dicho: "Somos nadie" para los espa?oles. Fuimos nadie; no fuimos, habiendo sido, por lo menos para mi generaci¨®n y la que nos sigui¨®. Me lo dicen dos m¨¢s, interesados: "?Max Aub?, no lo hab¨ªa o¨ªdo nombrar hasta que sal¨ª". (Hasta que sali¨® de Espa?a. Y eso por casualidad y sin poder leer mis libros: no se encuentran).
9 de diciembre de 1962
Esta sensaci¨®n constante de la obra mal hecha, que de cuanto se ha escrito no va a quedar nada. Que trabaja uno en vano, de balde. Porque se escribe para quedar y, si no se consigue, nada tiene sentido. Podr¨ªa vivir con s¨®lo vivir. Sin embargo escribo, paso la vida pensando c¨®mo, qu¨¦ escribir para quedar. Si lo hago mal -como tantas veces lo supongo, por las razones que sean-, fracaso, como el que cree en Dios y se encuentra, el d¨ªa de ma?ana, con la nada; es decir, no se encuentra. Los que creemos en una inmortalidad limitada -es algo m¨¢s que un decir- en el recuerdo de los dem¨¢s -la gloria-, vivimos sobre -en- ascuas. No se escribe por escribir sino por quedar (tanto el realista como el que no lo es). Frente a la vida, no a la muerte, todos iguales: haci¨¦ndose, deshaci¨¦ndose cada d¨ªa por y para dejar su huella, con el miedo del viento que la borre, del terremoto que la destruya -de no tener la fuerza suficiente para imprimirla en el barro del que estamos hechos-. Terrible gusano de la duda: ?vale algo lo que hago?, ?vale lo que hice, lo que pueda -todav¨ªa- hacer?
1 de junio de 1964
Estoy ligado por unas razones u otras, pero todas de dinero, con lo mejor que produjo la guerra civil: Guernica, que le pagu¨¦ 150.000 francos a Picasso -dej¨¢ndole la propiedad de la obra-. L'Espoir de Malraux, a quien se le pag¨® como medio mill¨®n, dej¨¢ndole tambi¨¦n la propiedad de la pel¨ªcula; Numancia de Cervantes, montada por Jean Louis Barrault, a quien di 15.000 francos para ayudar a su estreno en el teatro Antoine. No hice mucho m¨¢s como agregado cultural -pronunciar conferencias- y preparar el famoso Congreso de Escritores en Madrid. De todos modos, visto a ojo de p¨¢jaro, y en menos de un a?o, no estuvo mal. Ahora bien, ?de qu¨¦ le sirvi¨® todo esto a la Rep¨²blica? No digo de qu¨¦ le servir¨¢ el d¨ªa de ma?ana, sino de qu¨¦ le sirvi¨®. No le sirvi¨® de nada y le servir¨¢ de mucho. Obra de escritor, contra la muerte del ma?ana, pero no contra la cotidiana de entonces, que es lo que hab¨ªa que vencer. Ah¨ª queda Guernica, L'Espoir, la Conferencia, pero perdimos la guerra; tal vez la hubi¨¦semos ganado empleando el poco dinero que costaron en armamento. Si hubiese que enfrentarse de nuevo con la misma realidad, ?qu¨¦ har¨ªa? Seguramente dejarme vencer -por cobard¨ªa- por mi condici¨®n de escritor, intentando probarme que lo que importa es la propaganda de la raz¨®n. Y, seguramente, volver¨ªamos a perder.
19 de junio de 1968
?Qu¨¦ terrible impresi¨®n la de la lectura de las memorias de Aza?a, que leo en uno de los primeros tomos que salen de la imprenta!
?Qu¨¦ diferencia de lenguaje para la naturaleza y los hombres! A lo sumo hallan perd¨®n las muchedumbres y los desfiles militares. En cuanto a los hombres s¨®lo adjetiva a los que desprecia (sus amigos no pasan de ser un nombre o un apellido). Y sab¨ªa que escrib¨ªa -en 1931- para el futuro. Ese constante -y falso y verdadero- apetecer de la tranquilidad del retiro (no era cierto, a menos que para ¨¦l fuese el Ateneo o la oposici¨®n en el Parlamento, que es cuando no escribe sus impresiones, cuando normalmente debiera ser al rev¨¦s). Inter¨¦s enorme -para m¨ª al menos-, pero no creo que sirva su publicaci¨®n para engrandecer su figura. Ese af¨¢n de poder disimulado... Si lo quer¨ªa de veras dejar, ?por qu¨¦ no lo hizo? Voluntad no le faltaba, ni talento, lo que no ten¨ªa era misericordia.
2 de febrero de 1969
D¨¢maso Alonso, presidente de la Academia
(A una alumna que me pide unas l¨ªneas para un homenaje). Lo he intentado, y no puede ser. Ninguna ofensiva vale. La duda, la decisi¨®n, el recuerdo, el afecto, la admiraci¨®n, se amontonaron desordenadamente. No puedo. Todo fue dar en disparates, no sab¨ªa qu¨¦ pescaba, puro desatino abrazando el aire (teniendo ¨¦l tan buenas asaduras). No s¨¦ lo que imaginaba: as¨ª, ?c¨®mo, qu¨¦ escribir? [
...] De un lado me carcajeo, por otro lo siento horriblemente, sin contar mi gusto y reconocer lo normal del hecho. Pero es que los que le ven no le conocen y los que le conocen, ?c¨®mo van a verle? ?Ay, D¨¢maso!
?En qu¨¦ te convertiste? Siempre anduviste en dar y tomar; recibiste poco: por miedo. Te quedaste a medio camino de ti mismo y llegas al m¨¢ximo de los honores, convertido sin convertir. Dios te tiene a su diestra, bendito sea y benditos sean los r¨ªos que -t¨² lo sabes- te lloran. Y te lloramos tambi¨¦n unos cuantos y -todav¨ªa- tomamos (como estos d¨ªas con Bu?uel) algunas copas a la salud del que fuiste.
Queda el campo por tuyo. Pero a tu alrededor, ?en qu¨¦ sill¨®n est¨¢ Federico, en cu¨¢l Miguel, en d¨®nde Pepe, Jorge, Juan, y el otro Juan y yo? Luis, Manolo, Emilio, Pepe Moreno bien est¨¢ que no est¨¦n, fueron, pero, ?y Paco, y Am¨¦rico sobre todo? ?C¨®mo muri¨® Canedo? Yo s¨¦ que todo eso no cuenta, con raz¨®n: todo acaba y hace mudanza. F¨ªjate que lo intent¨¦ todo, pero no puedo: te veo, te abrazo, te quiero, pero alcanza a m¨¢s el retozo, me meo de risa. ?D¨¢maso, Presidente de la Real Academia Espa?ola! [...] ?S¨®lo eso nos quedaba por ver! Es puesto para gente seria, para Ricardo Le¨®n, para Mill¨¢s (antes de que muriera), para Pem¨¢n -tan amigo de don Juan- pero, ?para ti? Cr¨¦eme: es un disparate, no naciste para alzar la bandera ni besar manos ni tener gobierno. Sienta a otro en su sill¨®n.
En fin, ya tienen sangre real. Te veo y no lo creo. Tienes en tus manos el gobierno supremo; indebidamente, pero lo tienes: no eres el primero. Claro est¨¢ que eso no te quita ser hijo de la ira, pero te tienes que mirar, como tal, expuesto en un escaparate.
Ir¨¦ a verte. Tal vez queriendo re¨ªr me eche a llorar. Dios te proteja y te tenga en su santa mano.
13 de marzo de 1972
Carta de Satr¨²stegui al Gobierno espa?ol (parece que este caballero es de pro -un "caca gorda", como dice Elena-). Le escribe a mi conocido Emilio Romero, por lo visto todav¨ªa director de Pueblo, que se neg¨® a publicarla. Soy respetuoso con el texto de la misiva, que pide cierta libertad de expresi¨®n para los ex combatientes -todos-, pero no puedo dejar pasar (ante el entusiasmo de los actuales enemigos del r¨¦gimen) el p¨¢rrafo siguiente:
"Son muchos, sin duda, los ex combatientes y ex cautivos que est¨¢n vinculados a ¨¦l (al Movimiento Nacional), pero tambi¨¦n son muchos los que, como yo, no lo estamos. Ello prueba que el Alzamiento -reacci¨®n vital contra una grav¨ªsima situaci¨®n de anarqu¨ªa pol¨ªtica y social que presagiaba una inminente dictadura del proletariado- fue una cosa, y el Movimiento -f¨®rmula pol¨ªtica que todav¨ªa hoy tiene que definirse y explicarse y a la cual, como es l¨®gico, puede uno vincularse o no- es otra".
Bien. Como es natural no voy a entrar a dirimir qui¨¦n fue del Movimiento o del Alzamiento, a qui¨¦n le toc¨® m¨¢s laureles. Por m¨ª, rep¨¢rtanselos por igual. (Aunque supongo que Falange sin los se?ores militares todav¨ªa estar¨ªa mitad en la Comedia y mitad en La Ballena). Lo que s¨ª quiero recalcar es c¨®mo el se?or Satr¨²stegui, caca gorda de la actual situaci¨®n, da por sentado que, en 1936, exist¨ªa sin remedio "una situaci¨®n de anarqu¨ªa pol¨ªtica y social" -presidida evidentemente, si la historia no miente, por don Manuel Aza?a-, que presagiaba "una inminente dictadura del proletariado". Ignoro, naturalmente, porque no soy de aqu¨ª, cu¨¢ntos a?os tiene el se?or Satr¨²stegui, pero me gustar¨ªa saber en qu¨¦ peri¨®dico, en qu¨¦ libro, en qu¨¦ conferencia, Francisco Largo Caballero (?qui¨¦n sino ¨¦l?) la inminente nombraba como tal. ?O era Indalecio Prieto?
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