Un escritor vivo
El pr¨®ximo lunes se cumple el centenario del nacimiento en Par¨ªs del escritor espa?ol Max Aub, un escritor de nuestro exilio republicano de 1939 del que podemos afirmar hoy, sin duda, que es un escritor vivo porque ha vencido a la muerte. Una victoria que el escritor exiliado, amargado en vida por la falta de lectores o de espectadores, siempre vincul¨® a dejar memoria, a "dejar rastro", a "quedar", a tener en el futuro un lugar en la historia de la literatura espa?ola: victoria contra el olvido, que es la segunda y definitiva muerte.
En numerosas ocasiones dej¨® escrita esa voluntad de vivir despu¨¦s de muerto. Con enorme claridad Max Aub explicaba y se explicaba a s¨ª mismo en sus Diarios las razones de su literatura: por qu¨¦, para qu¨¦ y para qui¨¦n escrib¨ªa. Entre la realidad y el deseo, su vida como escritor no fue precisamente un camino de rosas sino m¨¢s bien el calvario de una frustraci¨®n o la historia de un fracaso: el fracaso de un escritor sin lectores, de un dramaturgo que no conoci¨® el aire y la luz de los estrenos teatrales. Porque en estos Diarios, que quieren crear memoria contra el olvido, su af¨¢n de inmortalidad literaria -que, a su juicio, s¨®lo se pod¨ªa alcanzar a trav¨¦s de la imaginaci¨®n, a trav¨¦s de la invenci¨®n de personajes memorables- se expresa en varias ocasiones. Pero ¨¦l, a diferencia de Unamuno, aspiraba a una "inmortalidad limitada", tal y como podemos leer en una anotaci¨®n correspondiente al 9 de diciembre de 1962: "Porque se escribe para quedar y, si no se consigue, nada tiene sentido. Podr¨ªa vivir con s¨®lo vivir. Sin embargo escribo, paso la vida pensando c¨®mo, qu¨¦ escribir para quedar. Si lo hago mal , fracaso, como el que cree en Dios y se encuentra, el d¨ªa de ma?ana, con la nada; es decir, no se encuentra. Los que creemos en una inmortalidad limitada en el recuerdo de los dem¨¢s -la gloria-, vivimos sobre -en- ascuas". Una "inmortalidad limitada" que consist¨ªa, pues, en aceptar su frustraci¨®n y fracaso en vida y en esperar a alcanzar la gloria ¨²nicamente tras la muerte, es decir, en confiar en que su obra literaria perdurase en la memoria de sus futuros lectores.
Amargado en vida por la falta de lectores, siempre vincul¨® su victoria a tener un lugar en la historia de la literatura espa?ola
Su obra no s¨®lo se alimenta de realismo testimonial, sino tambi¨¦n de la belleza de su imaginaci¨®n creadora
Max Aub fue un escritor para quien la literatura constituy¨® una pasi¨®n de vida. Aun en las circunstancias m¨¢s dif¨ªciles, en c¨¢rceles y campos de concentraci¨®n, escribi¨® compulsivamente porque para ¨¦l escribir era tan necesario y tan natural como respirar. Testigo del siglo XX, siempre sensible al pulso de la Historia y a los laberintos entre la Literatura y la Pol¨ªtica, su obra literaria no s¨®lo se alimenta de realismo testimonial sino tambi¨¦n de la belleza de su imaginaci¨®n creadora. En el escritor Max Aub hallamos la pulsi¨®n de la escritura como fe de vida, como forma de acci¨®n y apuesta de futuro que conserva toda su juvenil pujanza, toda su vitalidad torrencial y apasionada, hasta los mismos umbrales de la muerte. Porque Max Aub quiso expresar p¨²blicamente hasta el mismo d¨ªa de su muerte, a trav¨¦s de su obra de creaci¨®n, su voluntad de intervenci¨®n pol¨ªtica y literaria en la realidad de su tiempo.
Una p¨¢gina de Max Aub, una p¨¢gina de su serie narrativa de El laberinto m¨¢gico o de cualquiera de las obras de su Teatro mayor, iluminar¨¢ para siempre, por ejemplo, el infierno de las c¨¢rceles y los campos de concentraci¨®n, los desastres de la guerra y los laberintos del exilio, el horror de la noche y de la niebla, la belleza de los ideales y de las utop¨ªas. Y quedar¨¢n ah¨ª para siempre una serie de personajes memorables en la medida en que la literatura constituy¨® para Max Aub la ¨²nica forma posible de salvaci¨®n de la memoria, tanto de la propia como de la colectiva. Porque para el Max Aub de El remate la ¨²nica salida posible de los laberintos de la Historia y de la Pol¨ªtica, de los propios laberintos del exilio, resid¨ªa en la escritura misma, en una literatura que implicara una defensa militante de la memoria hist¨®rica contra el olvido, la ¨²nica forma posible de supervivencia para que el escritor alcanzase, m¨¢s all¨¢ de la muerte, la inmortalidad "limitada".
Pero si el olvido forma parte de la condici¨®n humana ("escribo por no olvidarme", anota en sus Diarios el 15 de octubre de 1951), la desmemoria colectiva constituye un problema pol¨ªtico de los pueblos. Y al Max Aub de La gallina ciega lo que le indign¨® profundamente aquel verano de 1969 en su desencuentro espa?ol, lo que le doli¨® en las ra¨ªces del alma, fue ese memoricidio, ese olvido colectivo que formaba parte de la condena impuesta en 1939 al exilio republicano y a la propia sociedad espa?ola por la Victoria franquista en la Guerra Civil: silencio y olvido de la raz¨®n republicana, ninguneo de la memoria ¨¦tica y est¨¦tica de la Segunda Rep¨²blica y ninguneo tambi¨¦n de sus protagonistas, de unos escritores exiliados convertidos en fantasmas sin lectores en aquella Espa?a del interior, en aquella Espa?a del "insilio". Sin embargo, con su obra literaria el escritor Max Aub quiso tender desde su exilio mexicano, de oc¨¦ano a oc¨¦ano, un puente de palabras hacia los lectores de esa Espa?a que hab¨ªa experimentado en 1939 la ruptura de su tradici¨®n cultural y literaria, la que representaban y actualizaban los escritores del exilio republicano. Y no pudo conseguirlo en vida: cuando Max Aub muri¨® en su exilio mexicano el 22 de julio de 1972, en Espa?a conoc¨ªan su obra literaria cuatro gatos y un perro verde.
Max Aub anot¨® el 12 de febrero de 1954 en sus Diarios: "Escribo para permanecer en los manuales de literatura, para estar ah¨ª, para vivir cuando haya muerto". Condenado como exiliado republicano al silencio de la censura y al olvido de su nombre y de su obra durante la dictadura franquista, para el escritor la ¨²nica salvaci¨®n posible estaba en su obra literaria y en la esperanza en una futura Espa?a democr¨¢tica en que no hubiera ya ni silencio ni olvido. Y, contra viento y marea, contra demasiados contratiempos y destiempos, contra demasiadas amnesias impuestas por una transici¨®n democr¨¢tica cacareada oficialmente como "ejemplar", su literatura de la memoria (San Juan) y de la imaginaci¨®n (Jusep Torres Campalans) ha vencido finalmente al olvido.
Max Aub es un escritor que, como ¨¦l quer¨ªa, sigue vivo hoy a trav¨¦s de sus libros (ah¨ª est¨¢n sus Obras completas en curso de edici¨®n) y no es arriesgado afirmar que la "inmensa minor¨ªa" de lectores maxaubianos va a seguir creciendo, de una manera lenta pero irreversible, durante este siglo XXI. Y si el mejor homenaje a un escritor consiste en leerlo, cada vez que en el futuro alguien abra un libro suyo y se disponga a iniciar la lectura, Max Aub resucita despu¨¦s de muerto. Max Aub vive.
Manuel Aznar Soler es catedr¨¢tico de Literatura en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y autor de la edici¨®n de los libros de Max Aub La gallina ciega. Diario espa?ol y Diarios (1939-1972) (ambos en Alba).
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