Todo el lirismo que hoy es posible
Durante el franquismo, las universidades estadounidenses fueron refugio frecuente de poetas espa?oles; ahora son modus vivendi de muchos escritores latinoamericanos. Apartados de sus pa¨ªses, los poetas acaban por abrir los ojos a ese paisaje extra?o, anacr¨®nico para ellos (demasiado salvaje, o civilizado por una riqueza brutal, por el ne¨®n de un motel en medio de la nada), y en esa misma ajenidad salta la chispa del poema: Oscar Hahn descifrando signos en la nieve de Iowa, Jos¨¦ Emilio Pacheco en la nieve de Montreal y en el sol de Baja California. Eduardo Chirinos (Lima, 1960) declara por su parte: "La historia es simple. Un d¨ªa Jannine y yo hicimos las maletas y atravesamos el norte de Estados Unidos desde Filadelfia hasta llegar a Misoula". En esta universidad de Montana, Chirinos ense?a literatura, y el libro es el acta po¨¦tica de ese itinerario.
ESCRITO EN MISOULA
Eduardo Chirinos
Pre-Textos. Valencia, 2003
66 p¨¢ginas. 12 euros
El paisaje incluye un mapache visto en Ohio, una manada de bisontes, "el azul intenso del Misuri"; pero tambi¨¦n la casa de Dante en Florencia, un okapi del zoo de Berl¨ªn, caravanas de camellos en Timbukt¨². Ciudades que el poeta no visit¨® ("yo nunca llegar¨¦ a Katmand¨²"; "nunca estuve en Alejandr¨ªa") y que son sin embargo tan reales como "la nieve en Wyoming", que est¨¢ viendo. Chirinos abre el poema al choque entre experiencia y lectura, entre lo sublime y lo pedestre ("Yo llor¨¦ en la casa de Dante. / Fue el d¨ªa que Firenze derrot¨® 1-0 al Juventus".), ¨²nico espacio en el que pueden aparecer las notas altas de celebraci¨®n l¨ªrica, de iluminaci¨®n: "Y la nieve / abri¨¦ndose paso en la testuz del b¨²falo". Es una poes¨ªa que asume y exhibe sin melancol¨ªa la imposibilidad de abandonar el c¨ªrculo epigonal, con par¨¢frasis m¨¢s o menos literales de Neruda ("telara?as sexuales como flores"), C¨¦sar Vallejo ("Hay golpes en la vida tan fuertes, me repito") o Luis Cernuda ("llora desolada la quimera"). Y un antecedente de este viaje septentrional del poeta y su se?ora puede encontrarse adem¨¢s en Diario de un poeta reci¨¦n casado, de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez.
Debe entend¨¦rsela entonces como una nueva y provisoria manera de clasicismo, una renuncia al viaje baudeleriano al fondo de lo desconocido para encontrar lo nuevo. En el mundo de la absoluta evidencia, la visi¨®n po¨¦tica existe s¨®lo a trav¨¦s de un juego de m¨¢scaras, construidas sobre distintos torquelados de la tradici¨®n literaria. Persiste la noci¨®n de un sistema psicol¨®gico de correspondencias, presente en la especularidad de visi¨®n y memoria, donde la mirada es el espacio de encuentro entre el objeto actual y sus ecos interiores. As¨ª aparece, en la ¨²ltima secci¨®n del libro, el homenaje al padre muerto (vallejiano y proustiano a un tiempo), el padre que en la altura andina de Per¨² le ense?¨® la nieve por primera vez y le regal¨® despu¨¦s las palabras bajo la forma de un diccionario: "Las palabras est¨¢n all¨ª debajo. / S¨®lo esperan que la nieve se derrita". En esta forma modesta e inestable de belleza el poeta plasma todo el lirismo que hoy es posible.
Chirinos tiene adem¨¢s un o¨ªdo cultivado, aunque quiz¨¢ demasiado ce?ido a la clave endecas¨ªlaba, ya tan hecha. Y algunas resoluciones disuenan del sensible trabajo formal que subyace a todo el libro. Nada de ello, empero, oculta la generosa dosis de poes¨ªa que este peque?o volumen contiene. Representa el raro espect¨¢culo de un poeta de nuestros d¨ªas consciente de su situaci¨®n y de sus medios, y de all¨ª el evidente inter¨¦s de sus poemas norteamericanos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.