Dulce Jamaica

Los abrasivos metales, los ritmos del bajo sincopado, la guitarra a contratiempo, la bater¨ªa cortante, los colchones de los teclados, las voces secas... Todo encaja en la propuesta festiva de los catalanes Dr. Calypso. Madrid sonaba a playa y palmeras y toda la m¨¢s positiva y optimista Jamaica se ven¨ªa encima a poco que uno dejara volar la imaginaci¨®n.

El ska m¨¢s saltar¨ªn es la referencia base de esta simp¨¢tica banda. Presentaban Mr. Happiness. Vienen del ska, vale, pero el rocksteady, el reggae, el calypso y la salsa sazonan tambi¨¦n su propuesta. Se comportan en escena como una formaci¨®n jamaiquina de los sesenta, aquellas que bebieron del mento -el ritmo que trajeron los esclavos de ?frica- para crear el ska, que m¨¢s tarde deriv¨® en el reggae: presencia de metales en primera fila, un par de cantantes saltarines y una comparsa detr¨¢s al servicio del buen rollo.

Su inspiraci¨®n: Laurel Aitken antes que Bob Marley. En castellano, catal¨¢n e ingl¨¦s intercalaran arengas amables, referencias contra el chapapote, comentarios antifascistas... pero no es una banda que canse con un discurso politizado en exceso. Son como la dulce Jamaica y sus artistas; esto es, comprometidos con su momento pero trepidantes y festivos por encima de todo. Bordan las versiones, recuerdan a The Specials o Madness y hasta recrean, para terminar, un cl¨¢sico del sonido disco setentero, el archiconocido Born to be alive, de Patrick Hern¨¢ndez. Un canto a la desinhibici¨®n.