La pinta
Ser feos, ?puede arruinarnos? La revista The Economist ha empezado a tomarse la fealdad en serio teniendo en cuenta sus importantes efectos sobre el PIB y el empleo. Siempre fue preferible ser apuesto o agraciada, pero ahora, en el imperio de las apariencias, la mala facha se paga muy caro. En todas partes, las mujeres con sobrepeso cobran sensiblemente menos, y en Holanda, varias compa?¨ªas de publicidad han constatado una estrecha correlaci¨®n entre belleza y cargos relevantes, altos ingresos y beneficios empresariales. Como consecuencia, en Estados Unidos la poblaci¨®n gasta ya m¨¢s en cosm¨¦ticos que en educaci¨®n; o sea, menos en instrucci¨®n que en seducci¨®n.
Hasta 160.000 millones de d¨®lares anuales factura hoy la industria del maquillaje, acondicionadores del pelo, hidratantes, cirug¨ªas, p¨ªldoras adelgazantes, sin que la cifra deje de crecer espectacularmente. Y no s¨®lo en el mundo m¨¢s desarrollado: en Brasil trabajan m¨¢s mujeres para Avon (900.000) que hombres y mujeres para el Ej¨¦rcito. La guerra contra la fealdad viene a ser como una batalla contra la desigualdad, la discriminaci¨®n y hasta el desafecto. Los beb¨¦s, seg¨²n la psic¨®loga Nancy Etcoff en Supervivencia de los m¨¢s guapos, quieren m¨¢s a los padres con buen look, de manera que tener mala cara ha traspasado ampliamente los l¨ªmites de la salud estricta. ?Derecho universal a la sanidad? A esta demanda de los tiempos socialdem¨®cratas sucede la reclamaci¨®n de la belleza en los tiempos del capitalismo de ficci¨®n. Proveer a los trabajadores con un salario de subsistencia constitu¨ªa el requisito para continuar extray¨¦ndoles plusval¨ªas en la primera fase capitalista; dotarlos de un salario para el consumo fue la estrategia en la fase posterior. Ahora, sin embargo, no basta con recibir un estipendio para gastar; es, adem¨¢s, necesario un sueldo para gustar. La idea de la supervivencia se dobla con la cultura de la buena presencia y la salud no es s¨®lo un bienestar, sino un buen ver. El mercado act¨²a de modo tan severo con los objetos mal dise?ados como con las birrias personales. El derecho a la formaci¨®n se mezcla ahora con el acceso a la liposucci¨®n y, en suma, al desmayo de la ¨¦tica sucede el ¨¦xito de la cosm¨¦tica.
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