La joya de Faustino Mart¨ªnez
Para el visitante habitual de la Rioja Alavesa, el edificio de Bodegas Campillo se ha convertido en una estampa cl¨¢sica, un ingrediente m¨¢s del paisaje imprescindible de Laguardia, con la sierra de Cantabria al fondo. Pero lo cierto es que la joya de la corona del grupo Faustino no llega a los trece a?os de vida y est¨¢ m¨¢s cerca de la innovaci¨®n que de la tradici¨®n.
Quiz¨¢s lo que produce estas impresiones parad¨®jicas tenga que ver m¨¢s con el continente que con el contenido. Campillo es una de las primeras bodegas que apuesta por una arquitectura singular, que se aleja de las referencias habituales en Rioja: desde las m¨¢s comunes, las grandes naves industriales, hasta las m¨¢s nobles, con la piedra caliza como referencia. La ubicaci¨®n del edificio de Campillo se inspira en los ch?teaux franceses, referencia escasa en esta denominaci¨®n de origen, lo que acent¨²a la personalidad de la bodega. De ah¨ª que no pase desapercibida y que incluso se haya convertido en este poco tiempo en una de las menciones habituales para hablar de los nuevos aires que vive el mundo del rioja.
Bodegas Campillo es uno de los primeros referentes del inter¨¦s del vino por la arquitectura en la Rioja Alavesa
En el principio de este proyecto singular est¨¢ el empe?o del bodeguero Julio Faustino Mart¨ªnez, director del grupo Faustino, emporio de bodegas en distintas denominaciones de origen que tiene su sede principal en Oy¨®n. Aqu¨ª fue donde, en 1861, su abuelo Eleuterio Mart¨ªnez Arzok fund¨® esta empresa que mantiene el car¨¢cter familiar.
Julio Faustino Mart¨ªnez ten¨ªa el deseo de recrear en el modelo del ch?teau. Y empez¨® por el principio, por la compra de parcelas en Laguardia durante veinte a?os, hasta agrupar m¨¢s de 50 hect¨¢reas a las afueras del pueblo en direcci¨®n a Logro?o. Y justo en el lugar preferente de esta gran finca levant¨® una construcci¨®n con planta de cruz latina y una fachada central basada en el arco de medio punto.
Tras subir las escalinatas de pizarra, un espl¨¦ndido vest¨ªbulo recibe al visitante y confirma la voluntad de Faustino Mart¨ªnez de hacer de Campillo el referente exquisito. El resto mantiene el tono. La bajada a la zona de barricas y botellero est¨¢ marcada por la visi¨®n de este ¨²ltimo, conformada por peque?os nichos de almacenaje manual, calvario para los trabajadores de la bodega que se encarguen de su relleno, pero de un atractivo innegable.
Y entre estos botelleros y las salas de barricas se encuentra una de sus principales se?as de identidad, las bodegas privadas: donde Campillo guarda las botellas de clientes particulares. Se pueden ver algunos de los restaurantes m¨¢s conocidos de la cornisa cant¨¢brica y, curiosamente, de M¨¢laga. Tambi¨¦n aparece el nombre de algunas de las principales empresas vascas y no faltan los grupos de amigos que mantienen una fidelidad absoluta a la firma de Laguardia.
En todo el recorrido se aprecia un respeto al paso del tiempo necesario para que el vino consiga su mejor calidad. Desde el primer momento, el de la vendimia, hasta la estancia en la botella, se respetan los ritmos vitales del mosto. As¨ª lo resaltan los responsables de la bodega cuando hablan de vendimias seleccionadas, de largas maceraciones en dep¨®sitos de acero inoxidable o de estancias prolongadas en barricas de roble franc¨¦s y americano.
Y parece que, tras este decenio largo de vida, esta parsimonia ha tenido sus frutos: Campillo puede abrir cualquier d¨ªa un club de fans, a tenor del ¨¦xito de ventas de sus vinos.
Vi?edo: 50 hect¨¢reas de tempranillo.
Visitas: previa llamada al 945 600826.
Vende vino en bodega a particulares.
Direcci¨®n. Carretera a Logro?o s/n. Laguardia (?lava).
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