M¨²sica del esp¨ªritu
Ven¨ªa para tocar s¨®lo media hora por gentileza de la cadena de radio M-80, pero debi¨® sentirse tan a gusto sobre el peque?o y entra?able escenario de El Sol -"es el vino", dec¨ªa- que regal¨® nada menos que dos horas y cuarto de actuaci¨®n ante unas doscientas personas que le escuchaban arrobadas. La verdad es que al californiano Ben Harper se le hab¨ªa visto en Espa?a en varios formatos, pero faltaba la excepcionalidad de contemplarle a solas con su guitarra ac¨²stica y su weissenborn, especie de ac¨²stica de cuerdas met¨¢licas afinada de modo especial y que se ta?e sobre las rodillas con la misma t¨¦cnica que la steel guitar o el bottle neck. Es tan poderoso en su interpretaci¨®n, tan sentimentalmente denso y con tanto carisma que basta ese escueto formato para pasar un extraordinario rato escuch¨¢ndole tocar; y eso que no andaba demasiado bien de garganta, emitiendo de vez en cuando gallos delatores. Pero la capacidad expresiva de sus cuerdas vocales se mantuvo a gran altura, con esos giros de voz de ejecuci¨®n tremendamente meritoria que le convierten en uno de los int¨¦rpretes vocalmente m¨¢s negros del momento.
Ben Harper
Ben Harper (voz, guitarra y weissenborn). Sala El Sol. Madrid, 3 de junio.
Sin embargo, en el repertorio de Harper caben piezas que beben del blues, del rock, del country, del reggae... Canciones de inspiraci¨®n leve a las que calificar simplemente de baladas no ser¨ªa hacerles justicia. Walk away, Amen Omen, Steal my kisses, Widow of a living man o Excuse me, Mister son mucho m¨¢s que eso. Son herederas de la m¨²sica popular americana, pero con un grado de belleza introspectiva que las alejan de lo que podr¨ªa ser considerado exclusivamente como folclor. Son temas que representan la canci¨®n de autor estadounidense de ahora mismo a la que se le podr¨ªa aplicar ese calificativo que tan poco significa en s¨ª y que al tratarse de m¨²sica, quiere expresar cierta renovaci¨®n: alternativo.
Sea cual fuere la etiqueta, Ben Harper volvi¨® a cuajar una actuaci¨®n memorable y los que tuvieron la ocasi¨®n de contemplarla pueden considerarse afortunados, porque no todos los d¨ªas se pone a disposici¨®n de los oyentes de un concierto tanta m¨²sica espiritual.
Babelia
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