Charris, en el blanco
En un marco un tanto insospechado, cuya programaci¨®n no acostumbra a deparar sorpresas de ¨ªndole tan singular, el pintor ?ngel Mateo Charris (Cartagena, 1962) presenta estos d¨ªas en Madrid una de las muestras m¨¢s rotundas y homog¨¦neas que le recuerdo en su trayectoria. La raz¨®n de ese logro deriva, sin duda, de un rasgo manifiesto que aflora en la evoluci¨®n ¨²ltima del artista, concretado a trav¨¦s de una decantaci¨®n m¨¢s econ¨®mica en la elecci¨®n de los emblemas que alcanza a la par una inusitada intensidad merced a una dicci¨®n cuyo aliento efusivo tiene ya poco que ver con la resoluci¨®n de corte m¨¢s pop de sus etapas anteriores. Y ese latido alcanza hoy un temblor esencial e igualmente memorable, tanto en los diminutos apuntes al carboncillo y acuarela como en los formatos monumentales, en las escenas m¨¢s desoladas como en aquellas que, a la manera del soberbio Rompehielos, prolongan la deriva de invenci¨®n m¨¢s parad¨®jica en su po¨¦tica.
?NGEL MATEO CHARRIS
Casa de Vacas
Parque del Retiro. Madrid
Hasta el 22 de junio
?ngel Mateo Charris centra el ciclo desplegado en esta exposici¨®n en torno a un motivo reiterado ocasionalmente en su pintura a lo largo de la ¨²ltima d¨¦cada. Con todo, aunque la visi¨®n de esos parajes nevados ha deparado no pocas composiciones de referencia dentro de la obra anterior, nunca hasta ahora hab¨ªan sedimentado un territorio de emoci¨®n tan abrasadora. Para inspirar la serie, el artista realiz¨® un viaje a la Europa septentrional, en pos de ese l¨ªmite imaginario que traza el c¨ªrculo polar. Un periplo inici¨¢tico que sin duda explica no poco de ese rastro metaf¨®rico de los confines extremos que, desde el paradigma n¨ªveo de Malevich hasta el despojamiento habitado por Aalto o la ortogonal neopl¨¢stica, la serie excava en el imaginario continental. Y, con ello, la tormenta de hielo desatada por estos lienzos alumbra, al modo como el sol de media noche incendia un cielo de negra bilis, la senda melanc¨®lica donde se anuncia el Charris mejor.
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