El Legan¨¦s hace esperar al Zaragoza
El ascenso del equipo aragon¨¦s, pendiente de que el Levante no gane hoy al Tenerife
El entrenador del Legan¨¦s, Enrique Mart¨ªn, no se guareci¨® en el banquillo durante todo el partido. Estuvo de pie, pero no mantuvo una pose relajada ni est¨¢tica. Se dedic¨® a gesticular, gritar, abroncar a sus jugadores y franquear constantemente los l¨ªmites de la zona t¨¦cnica. En medio de un estadio, el de Butarque, tomado por una ruidosa y pachanguera afici¨®n zaragocista, el preparador navarro represent¨® una lucha distinta, fuera de la endeble l¨ªnea que separa la euforia de la decepci¨®n, donde est¨¢ instalado el Zaragoza, obsesionado con su retorno a Primera y que, a pesar de la derrota de ayer por 2-0, lo toca con la yema de los dedos. De perder hoy el Levante, su regreso a la ¨¦lite del f¨²tbol espa?ol ser¨ªa una certeza, bien es cierto que inesperada por cuanto habr¨ªa llegado por el camino que no deseaba su hinchada.
Sin embargo, en Legan¨¦s, la pelea tiene lugar entre la frustraci¨®n y el consuelo, ya que el equipo pepinero se balancea en la zona m¨¢s peligrosa de la tabla, flirteando con el descenso o la permanencia. Ayer sali¨® airoso de la primera batalla, un conflicto que se rode¨® de todos los elementos a contra corriente: los due?os de la tarde fueron el Zaragoza y su hinchada, ya que montaron toda una parafernalia de juerga y fiesta, confiados que estaban en el ascenso. Pero Enrique Mart¨ªn se aferr¨® al papel del aguafiestas.
Dos horas antes del comienzo del partido, la cita m¨¢s importante del calendario zaragocista, centenares de seguidores aragoneses transformaron el aspecto demacrado de la zona comercial junto a Butarque en un recinto imprevisto para comenzar la pachanga. Soportaron el calor asfixiante con todo tipo de c¨¢nticos y vasos de pl¨¢stico rebosantes de cerveza. Un cintur¨®n de autocares con matr¨ªcula de Zaragoza envolvi¨® al estadio en una marejada con la bandera de Arag¨®n. Cerca de 2.500 zaragocistas se acercaron a Legan¨¦s con una ¨²nica idea en la cabeza: consumar la fiesta con la realidad del ascenso. Comenzado el partido, no pararon de corear: "A Primera, o¨¦, o¨¦, o¨¦".
Pero alguien huy¨® del ambiente. Se coloc¨® de pie, junto al banquillo, descamisado, y encorajinado por verse en un ambiente adverso. Enrique Mart¨ªn y los suyos aguaron la fiesta de su rival, un invitado que lleg¨® a casa ajena con la intenci¨®n de apropiarse de ella y que, en cambio, se fue con los bolsillos vac¨ªos.
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