'Efeba' al desnudo
En la nave industrial de la Fira de Barcelona, donde nos han hacinado hasta la hora de la performance de Spencer Tunick, hay c¨¢maras de seguridad por todas partes. "Yo s¨®lo he cedido mis derechos de imagen a Spencer", se queja una chica. "No quiero que nadie m¨¢s me grabe mientras me desnudo". En una esquina, hay un cartel donde se lee: "Si queremos llegar a respetar a todas las mujeres, aprendamos a respetar la dignidad y la integridad de la mujer sexy". Y debajo, una direcci¨®n de e-mail: g8sexywoman@hotmail.com.
Tunick no deja de repetir que su obra -nosotros- es muy importante para ¨¦l. Por eso, habr¨ªa sido un detalle por parte del artista que la obra hubiese podido desayunar un caf¨¦ y una pasta. As¨ª que todo el mundo entretiene la espera como puede. Una mujer de pelo blanco, corto, y un hombre con coleta, de unos 50 a?os, practican el sexo escondidos bajo la lista de precios del bar, que est¨¢ cerrado. Un compa?ero de la cadena SER, de Girona, hace rato que no se pierde detalle de sus coreograf¨ªas. En cuanto puedo, me acerco a ellos."Si vas a escribir que hac¨ªamos el amor, no apuntes nuestros nombres de verdad", me pide ¨¦l, "sino nuestros alias del franquismo, porque esto es extraconyugal. Pon que somos Erotea y Adri¨¤. Pon tambi¨¦n que somos unos restos del sesenta y ocho, como la madre de Homer Simpson. Y pon que hubiese estado bien que la exposici¨®n que ha hecho Spencer en el Palau de la Virreina se hubiese visto aqu¨ª, donde hay tantas personas sensibles".
"?A ver si va a resultar que es pintor en lugar de fot¨®grafo!", se quejaba un chico cansado de estar en la misma posici¨®n
Un poco m¨¢s lejos, sentada en la posici¨®n del loto, una mujer con vestido floreado practica el yoga. Un se?or en pantal¨®n de ciclista se pasea ya sin camiseta. La mayor¨ªa de los j¨®venes fuman en peque?os corros, dormitan o hacen cola para ir al lavabo, que no es unisex.
Hasta que una voz, a trav¨¦s del meg¨¢fono, nos ordena que nos desnudemos y salgamos a la calle. El tono sorprende por lo autoritario, como si el propietario creyera que en realidad nos est¨¢ desalojando. Con un repentino ataque de pudor, nos miramos sin decidirnos a ser los primeros. Por suerte, la pareja formada por Erotea y Adri¨¤ hace rato que pasea su palmito desnudo. Dejamos la ropa en peque?os montones en el suelo. No hay bolsas de pl¨¢stico ni armarios o bancos, as¨ª que se nos pone perdida. Algunos vac¨ªan papeleras y las habilitan como guardarropas. Salimos a la avenida de Maria Cristina sobre las 6.20 horas. Un chico en silla de ruedas se coloca junto a la puerta. Un padre, con su hijo de unos siete a?os, prefiere sentarse al lado de uno de los surtidores. "Yo no pienso esconder barriga o va a parecer que la foto es un posado", bromea un se?or obeso. Y a?ade: "Puede que entre todos ¨¦stos haya alguno de una revista del coraz¨®n". Se refiere a los fot¨®grafos acreditados que, desde la azotea de enfrente, disparan sus c¨¢maras. Veo tatuajes, pearcings y rastas. Veo que la mayor¨ªa de los pubis femeninos est¨¢n poco o nada depilados. En cambio, bastantes pechos y espaldas masculinos s¨ª lo est¨¢n. Cuando el gran modelo Samuel de Cubber mostr¨® su vello pectoral en el anuncio de Yves Saint-Laurent, algunas tuvimos la esperanza de que eso significar¨ªa la extinci¨®n de los rasurados. Pero revistas como Men's Health, que no sacan pechos peludos en su portada desde 1995, han hecho mucho da?o a la causa mediterr¨¢nea.
Encaramado a una gr¨²a, Spencer Tunick ya prepara el encuadre para la primera foto. "Tenemos que colocarnos en la parte blanca del paso de cebra, as¨ª se nos va a ver m¨¢s", nos recomienda una chica. Y, a una orden, nos derramamos boca arriba en el asfalto. Se empiezan a corear las consignas tradicionales de toda acampada por la paz, cacerolada o reuni¨®n de ex componentes de un esplai: el "?no nos mires, ¨²nete!", dirigido a los reporteros gr¨¢ficos, y el "?oh, no!, guerra no, guerra no, guerra no...", con la m¨²sica de Kalinka. Oyendo este canto, m¨¢s de uno deducir¨¢ que entre los 7.000 nudistas de Barcelona no habr¨¢ nadie que vote al Partido Popular en las pr¨®ximas elecciones. Pero otra vez en pie, todo el mundo demuestra su alegr¨ªa haciendo la ola y golpe¨¢ndose las nalgas. Tres guapos de Terrassa proclaman: "??stas son nuestras armas!", al tiempo que se?alan la parte m¨¢s relevante de su anatom¨ªa. El eslogan hace furor. Pero los lemas son tambi¨¦n una petici¨®n de compromiso al artista. "?Spencer en bolas!", que tambi¨¦n se corea en catal¨¢n: "?Spencer en pilotes!", y en ingl¨¦s: "?Spencer in balls!".
La segunda foto, en posici¨®n fetal, resulta mucho m¨¢s cansada. "?El a?o que viene queremos moqueta!", grita un se?or, "que yo soy ateo y lo de rezar no me va". Una chica a?ade: "?Nunca m¨¢is!". Y uno de m¨¢s all¨¢, cansado de aguantar tanto rato en la misma postura, se queja: "?A ver si va a resultar que es pintor en lugar de fot¨®grafo!".
Sin quitar m¨¦rito a la encomiable parte art¨ªstica del trabajo de Tunick, no se puede negar que en Barcelona el hombre ha hecho, sobre todo, una labor social. Ha conseguido desconcertar a nuestros carteristas. Ayer, es probable que todos ellos pensaran que hay una mafia nueva que desvalija a los turistas de madrugada. Seguro que m¨¢s de un caco, contrariado al ver que las v¨ªctimas ya no llev¨¢bamos nada de valor encima, pens¨® en, al menos, practicarnos unos tocamientos, para no perder el d¨ªa.
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