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Si a la Comunidad Valenciana alguna vez se le otorgara un epitafio este ser¨ªa: dio m¨¢s que recibi¨®. Unos d¨ªas despu¨¦s de zanjada la contienda electoral, los representantes empresariales valencianos -Cierval, CEV, AVE- se han rasgado las vestiduras ante dos noticias dolorosas para la econom¨ªa de esta amplia zona mediterr¨¢nea.
Francia y Alemania se aprestan a cobrar peaje por la circulaci¨®n de camiones en sus autopistas. Las v¨ªas de ferrocarril, por su parte, no tendr¨¢n el ancho europeo, por muchas vueltas que le demos. Y esto es importante porque llevamos casi quince a?os reivindicando cuestiones concretas como la anchura de las v¨ªas, el tren de alta velocidad, y que este recorra el corredor mediterr¨¢neo, desde Figueres a M¨¢laga. Y llevamos una eternidad pidiendo a gritos que queremos ser Europa, no por la fuerza de tratados sino por el peso de los hechos.
Rafael Ferrando -presidente de CEV-Cierval- y Francisco Pons, l¨ªder de la Asociaci¨®n Valenciana de Empresarios, se han manifestado rotundamente, como lo hicieron con anterioridad sus predecesores, en la defensa de mejores infraestructuras para el territorio auton¨®mico valenciano. La llamada cumbre de Orihuela, momento espl¨¦ndido para la reivindicaci¨®n empresarial, fue en 1989 toda una explosi¨®n de propuestas. Ese mismo a?o la C¨¢mara de Comercio de Valencia realiz¨® un documentado estudio sobre lo que ahora llamamos AVE y entonces era un deseable tren de alta velocidad. Se hablaba de los ejes europeos y se explicaba con detalle que uno de sus principales recorridos termina en Murcia, despu¨¦s de recorrer la cuenca mediterr¨¢nea desde G¨¦nova y Tur¨ªn. Y de todos los argumentos y discursos se llega a la conclusi¨®n de que las zonas de Europa se diferenciar¨¢n entre las que tengan AVE y las que no dispongan de ¨¦l, que quedar¨¢n relegadas. As¨ª de simple.
Primero luchamos por participar en el proyecto europeo cuando estaba proscrito manifestarlo. Los episodios que rodearon el c¨¦lebre contubernio de Munich en 1962, est¨¢n ah¨ª para recordarlos. Despu¨¦s pagamos el pato en los tratados de adhesi¨®n a las Comunidades Europeas. Ahora pagamos peaje si queremos circular por autopista cuando muchos otros disfrutan autov¨ªas p¨²blicas. ?Somos menos guapos o m¨¢s tontos?
Manuel Broseta Pont, el malogrado pol¨ªtico y brillante catedr¨¢tico de derecho mercantil, fue el promotor a principios de la d¨¦cada de los setenta del pasado siglo de una f¨®rmula cargada de significado: "Val¨¨ncia forta i gran". Broseta ve¨ªa ese proyecto liderado por Valencia y por el centro pol¨ªtico, pero sin perder de vista en ning¨²n momento a Castell¨®n y Alicante. Dos a?os antes de su asesinato escribi¨®: "La tercera fase de Renfe, aprobada por el gobierno, enlaza a las ciudades con recorridos de ?tercera categor¨ªa y de ¨ªnfima necesidad! As¨ª nos consideran ?de tercera divisi¨®n! Mientras no paramos de producir divisas para toda Espa?a desde Alicante, Castell¨®n y Valencia".
Eran otros tiempos, en los que se planteaba "nuestra incorporaci¨®n al tren de alta velocidad" a la vez que la de Ir¨²n con Burgos, la de Burgos con Valladolid y la de Madrid con Valladolid. Ahora que Ir¨²n, Valladolid y Burgos ya nos han adelantado no s¨¦ lo que escribir¨ªa el profesor. Nos sentimos escocidos en el mejor de los casos.
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