De hoteles y poetas
La fiebre hotelera que se ha adue?ado desde hace unos a?os de la ciudad de Barcelona -cada vez m¨¢s inundada de turistas, cada vez m¨¢s parecida a un parque tem¨¢tico-, ha terminado por conseguir lo aparentemente imposible: reunir en un mismo art¨ªculo a dos poetas de signo tan distinto como Jaime Gil de Biedma (1929-1990) y Salvador Espriu (1913-1985). Esta sorprendente comuni¨®n es el resultado de un hecho singular propiciado por el desmesurado auge tur¨ªstico que vivimos: los edificios en los que ten¨ªan despacho ambos poetas (uno en el coraz¨®n de las Ramblas; otro al final del paseo de Gr¨¤cia) est¨¢n siendo transformados en hoteles de lujo. Debe de ser cosa del signo de los tiempos: los versos robados a las horas de trabajo en despachos de toda la vida se aparcan para ceder el paso a negocios m¨¢s lucrativos. No es ninguna sorpresa. Al fin y al cabo, hace a?os que corren malos tiempos para la l¨ªrica. El turismo, en cambio, goza de excelente salud.
Dos hoteles van a construirse en la ciudad en los lugares donde tuvieron sus despachos dos insignes poetas: Espriu y Gil de Biedma
Vayamos por partes. Jaime Gil de Biedma naci¨® en Barcelona en 1929, se licenci¨® en Derecho en 1951 y se incorpor¨® a la Compa?¨ªa General de Tabacos de Filipinas, la empresa a la que estaba vinculada su familia, en cuanto termin¨® los estudios. Si alguien est¨¢ interesado en esta historia, puede leer una novela de reciente aparici¨®n -Tabaco (editorial Mart¨ªnez Roca)-, en la que Ram¨®n Vilar¨® cuenta las interesantes peripecias de la empresa fundada por el primer marqu¨¦s de Comillas. Jacint Verdaguer, Antoni Gaud¨ª y Eusebi G¨¹ell son algunos de los personajes que desfilan por sus p¨¢ginas. En lo que a esta cr¨®nica se refiere, basta recordar que en 1933 Tabacos de Filipinas levant¨®, en la esquina de la Rambla con Pintor Fortuny, el edificio que fue su sede central y que muy pronto se convertir¨¢ en el Hotel 1898. All¨ª ten¨ªa su despacho el poeta Gil de Biedma.
En Diario del artista seriamente enfermo, Gil de Biedma se refiere de paso a su despacho cuando escribe: "Lo malo de ocho horas de trabajo en una oficina es que inevitablemente, al llegar a casa, he de enfrentarme a un dilema: o escribir o leer. No hay tiempo para ambas cosas, ni ganas". Y, m¨¢s adelante: "Paz octaviana en la oficina, donde me entretengo en escribir esto, despu¨¦s de terminar de leer el diario de Metropolitano, que Carlos Barral me prest¨® hace unos d¨ªas". Eran las contradicciones entre el abogado y el poeta, entre el trabajo y la vocaci¨®n.
Salvador Espriu, tambi¨¦n licenciado en Derecho, ten¨ªa su vivienda en la que entonces era sede de la compa?¨ªa el¨¦ctrica ENHER, al final del paseo de Gr¨¤cia, en un edificio modernista que est¨¢ siendo reformado para renacer como hotel de lujo. En el homenot que le dedic¨® al poeta, Josep Pla describe as¨ª su visita al edificio: "Era un capvespre d'hivern i de restriccions el¨¨ctriques. Barcelona feia caure l'¨¤nima als peus. Els llums de la il.luminaci¨® p¨²blica eren grocs i an¨¨mics. Entr¨¤rem en l'¨²ltima casa del passeig de Gr¨¤cia, la que obtura l'avinguda i d¨®na inici a l'estrangulament del carrer Gran de Gr¨¤cia. Em sembla una casa modernista, per¨° no ho recordo gaire b¨¦. Aparegu¨¦ una escala monumental, per¨° molt fosca. Entr¨¤rem en un pis molt gran, segu¨ªrem un llarg corredor, arrib¨¤rem a un sal¨® vagament il.luminat -una bombeta el¨¨ctrica vaga refor?ada amb una espelma. La decoraci¨® em sembl¨¤ molt bona, d'un gust burg¨¨s d'alguns anys enrera, tot posat en un ordre perfecte, per¨° aturat, imm¨°bil, hier¨¤tic -si la paraula ¨¦s permesa-, dins d'una semiobscuritat. (...) Al cap d'una estona aparegu¨¦ Salvador Espriu, ni alt ni baix, admirablement vestit de blau fosc...".
Dentro de unos pocos meses, una vez terminadas las obras de reforma, se supone que ambos hoteles se llenar¨¢n de clientes que muy probablemente lo ignorar¨¢n todo de Espriu y de Gil de Biedma. Es divertido pensar, sin embargo, que su ignorancia no les librar¨¢ de que los versos de ambos poetas sobrevuelen sus sue?os. Quiz¨¢, en el hotel de los Jardinets de Gr¨¤cia, una pareja extranjera podr¨¢ o¨ªr el eco de los versos de Espriu y se sentir¨¢ conminada a aprovechar al m¨¢ximo el d¨ªa. "Desperta, ¨¦s un nou dia, / la llum / del sol llevant, vell guia / pels quiets camins del fum. / No deixis res / per caminar i mirar fins al ponent. / Car tot, en un moment, / et ser¨¤ pres". Y quiz¨¢ de madrugada, en el hotel de las Ramblas, unos amantes furtivos oir¨¢n el eco lejano de un poema de Gil de Biedma en el que dice: "Ir¨¢n amonton¨¢ndose las flores / cortadas, en los puestos de las Ramblas, / y silbar¨¢n los p¨¢jaros -cabrones- / desde los pl¨¢tanos, / mientras que ven volver / la negra humanidad que va a la cama / despu¨¦s de amanecer". Mientras, en otra habitaci¨®n, otros amantes quiz¨¢s m¨¢s viejos, m¨¢s gastados, oir¨¢n los ecos del poema Vals del aniversario, en el que Gil de Biedma habla de un hotel que seguro que tiene algo del suyo, ya que en el fondo todos los hoteles se parecen: "Nada hay tan dulce como una habitaci¨®n / para dos (cuando ya no nos queremos demasiado) / fuera de la ciudad, en un hotel tranquilo, / y parejas dudosas y alg¨²n ni?o con ganglios". Quiz¨¢s... Claro que el mismo Gil de Biedma, en una versi¨®n posterior, cambi¨® la palabra "dulce" del primer verso por la palabra "triste". Y es que de los momentos dulces a los tristes -en los hoteles, como en todas partes- hay tan s¨®lo un paso.
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