De poetas excelsos y poetas olvidados
Jos¨¦ Vicente Pascual recrea en su ¨²ltima novela la Granada gris de los a?os cincuenta
La muerte tr¨¢gica y, en ciertos aspectos, casi m¨ªtica y heroica, de Federico Garc¨ªa Lorca, el poeta espa?ol m¨¢s universal; frente al suicidio oscuro, an¨®nimo, de otro poeta granadino, Antonio Garc¨ªa Sierra, hoy absolutamente ignorado, desconocido y olvidado. ?se es el punto de arranque de la nueva novela del escritor granadino Jos¨¦ Vicente Pascual, El arpa de Oriente, una obra que retrata la Granada gris y pobre de los a?os cincuenta y en la que se citan personajes reales. El arpa de Oriente es la primera novela de una nueva editorial, Atrio, que acaba de presentarse en sociedad.
"La idea de la novela me surgi¨® por dos v¨ªas", explica Jos¨¦ Vicente Pascual. "Por un lado, cuando lleg¨® a mis manos el libro Agust¨ªn Pen¨®n, diario de una b¨²squeda lorquiana, de Ian Gibson, y por otro, cuando le¨ª una semblanza de Antonio Garc¨ªa Sierra, un poeta que se hab¨ªa suicidado con 19 a?os y cuya madre destruy¨® todos sus poemas manuscritos".
Agust¨ªn Pen¨®n, alcoh¨®lico, homosexual, espa?ol con nacionalidad norteamericana, lleg¨® a Granada en los a?os cincuenta para descubrir la verdad de la muerte de Lorca. Durante semanas se mezcl¨® con los falangistas que hab¨ªa en la ciudad, se iba de juerga con ellos para que le contasen cosas. Sus investigaciones ser¨ªan la base de la que partir¨ªa Ian Gibson para su propio trabajo. El personaje y su b¨²squeda lorquiana fascinaron a Pascual.
"Los dos personajes me fascinaron, ¨¦l y Garc¨ªa Sierra. Me pareci¨® una buena idea confrontar a Lorca, a trav¨¦s de la b¨²squeda de Pen¨®n, con un poeta an¨®nimo, real, pero absolutamente desconocido. El poeta excelso y el poeta m¨ªnimo. Pero ambos, al final, terminan de la misma forma, destrozados por una ciudad, Granada". Si la envidia, la maledicencia y el recelo fueron los motivos de fondo que llevaron a un pelot¨®n fascista a ejecutar a Garc¨ªa Lorca, ese mismo odio y ese mismo desprecio de la ciudad se abatieron sobre Garc¨ªa Sierra.
"Era un personaje f¨ªsicamente muy desagradable, feo, de personalidad ¨ªnfima, nada atractivo", comenta Pascual. "Trabajaba en un colegio del Sacromonte y ocultaba que escrib¨ªa poes¨ªa. Pero una foto lo traicion¨®. Apareci¨® en el peri¨®dico en un homenaje de devotos de Jos¨¦ Mar¨ªa Pem¨¢n. Esa foto fue su ruina, porque a partir de ese momento, todo el mundo empez¨® a considerarlo un poetilla, un afeminado. Hay que imaginar c¨®mo era la Granada de los a?os cincuenta, envidiosa, despectiva, tremendamente cruel". "Antonio Garc¨ªa Sierra viv¨ªa con su madre. Los dos eran tremendamente pobres. Un d¨ªa decidi¨® coger una correa y colgarse del techo".
?sa fue la muerte real de un joven del que s¨®lo se conserva un poema y nada m¨¢s. Luego lleg¨® la otra muerte. Tan dura como la f¨ªsica. "La madre, que era muy religiosa, pidi¨® a un cura que le aconsejara sobre qu¨¦ deb¨ªa hacer para que el alma de su hijo fuese al cielo", comenta Pascual. "El cura le dijo que ten¨ªa que dedicarle muchas misas, y ella lo hizo. Los curas le quitaron a la mujer lo poco que ten¨ªa. Tambi¨¦n le aconsejaron que deb¨ªa destruir todos los escritos de su hijo, porque pod¨ªa ser escritos del demonio. Ella cogi¨® todos sus poemas y los quem¨®. No qued¨® nada". Luego a?ade el escritor: "Y cuando la mujer se qued¨® sin absolutamente nada, el cura le dijo que no hab¨ªa posibilidad para su hijo. Que al infierno por suicida. Y que, como mucho, ir¨ªa al purgatorio, que es ni estar ni no estar".
La confrontaci¨®n entre las historias de ambos personajes sirve a Jos¨¦ Vicente Pascual para radiografiar Granada. A veces se sirve de las propias memorias e impresiones que de la ciudad y sus personajes tuvo Agust¨ªn Pen¨®n. "Se trata, sobre todo", dice el escritor, "del car¨¢cter mortuorio y sepulcral que tuvo la ciudad desde el final de la guerra civil hasta la llegada de la transici¨®n. De la miseria moral, la avaricia, la taca?er¨ªa, el fracaso de la burgues¨ªa, una burgues¨ªa ensimismada, ausente, que se limita a vivir del alquiler de los pisos que ha heredado. Que todav¨ªa hoy se sigue considerando due?a de Granada, y que los dem¨¢s somos meros inquilinos".
El libro, que cierra la trilog¨ªa en torno a la ciudad junto a las novelas Juan Latino y El pescador de p¨¢jaros (y que son un repaso hist¨®rico desde el siglo XVII hasta el siglo XX), es tambi¨¦n, seg¨²n su autor, un libro sobre la muerte.
"Y m¨¢s que sobre la muerte", explica, "es sobre el sentido de la muerte, que es en el fondo el sentido de la vida. Eleg¨ª dos poetas como personajes centrales porque los poetas exponen muy bien el problema de la muerte. Quienes m¨¢s se acercan a la muerte son ellos, a trav¨¦s de su conocimiento po¨¦tico, lo mismo que otros tratan de hacerlo a trav¨¦s del conocimiento cient¨ªfico. La muerte y el olvido".
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