Los dos Judas
Tr¨¢nsfugas, desertores, corruptos, miserables, indignos, fascistas, cobardes, sinverg¨¹enzas, canallas, vendidos, conspiradores, indeseables, golfos, traidores, chantajistas, mafiosos, indecentes, donjulianes, desertores y basura humana. Todo eso, y alguna cosa m¨¢s que no vamos a repetir, le han dicho, desde la izquierda, a los dos diputados huidos del PSOE que el martes le entregaron la Asamblea de Madrid al Partido Popular y van a darle tambi¨¦n, seg¨²n todos los indicios, la presidencia de la Comunidad.
No es dif¨ªcil comprender la rabia de los enga?ados y su intento de describir, a base de adjetivos cada vez m¨¢s grandes, la infamia de los dos desleales.
Tampoco resulta muy complicado, en vista de los oscuros indicios que se vislumbran en este asunto, darle credibilidad a alguna de las sospechas, a cual m¨¢s terrible, que explicar¨ªan la cuchillada trapera y que van desde el soborno a la especulaci¨®n inmobiliaria, pasando por el desquite ruin de un ambicioso sin cargo y la venganza de una mujer ofendida por el despido de su marido, al parecer mandado al paro por el PSOE.
Todo eso se entiende, dadas las circunstancias.
Pero hay otras cosas que no se pueden comprender.
La primera, es que algunos intenten convertir a las v¨ªctimas del atropello en culpables de su propia desgracia. Seg¨²n esa teor¨ªa, que insin¨²an los m¨¢s mezquinos, la incapacidad de Rafael Simancas y su equipo para descubrir a tiempo la vileza de los enmascarados es una muestra de su incompetencia. Lo cual es como querer desacreditar a un herido por no haber esquivado la bala o la navaja del salteador.
O sea, un argumento de locos o desalmados.
La segunda cosa dif¨ªcil de comprender es el contrasentido de que las listas que los partidos presentan a las elecciones sean cerradas pero los esca?os conseguidos sean propiedad de cada candidato.
Qu¨¦ paradoja: uno vota al PSOE, no a los n¨²meros 13 y 46 de esa formaci¨®n, que eran y volver¨¢n a ser unos desconocidos aunque ahora disfruten de unos mezquinos minutos de fama, pero los dos son due?os y se?ores de su sill¨®n en el Parlamento, lo pueden usar a su gusto y, a pesar de su deserci¨®n, no piensan devolverlo: no se ha visto caradura semejante, pero tampoco un agujero mayor en el barco de la democracia. O se reforma esa ley o, siguiendo el ejemplo, las instituciones p¨²blicas ser¨¢n nidos de delincuentes. Hoy le ha tocado al PSOE, pero ma?ana le tocar¨¢ a otro.
Sin embargo, hay una tercera cosa a¨²n m¨¢s incomprensible, y es que algunos puedan alegrarse de la fechor¨ªa. Si lo hacen, se arrepentir¨¢n.
Es peligroso re¨ªrle los chistes a Judas y si hay algo que sepan hacer los seres despreciables es volverse cada vez m¨¢s despreciables, m¨¢s avariciosos, m¨¢s c¨ªnicos. Despu¨¦s de las treinta monedas no puede haber m¨¢s que otras treinta.
De manera que, si los dos huidos no devuelven su acta de diputado, habr¨¢ que celebrar elecciones, cueste lo que cueste, todo menos mantener los gusanos dentro de la manzana. Con ellos en la C¨¢mara, el Partido Socialista Obrero Espa?ol vivir¨ªa encolerizado, el Partido Popular se llenar¨ªa de salpicaduras de lodo, el Grupo Mixto ser¨ªa un vertedero ilegal y el Parlamento auton¨®mico en bloque, un mercado negro manipulado por un par de extorsionadores que, antes que nada, se han re¨ªdo de sus votantes y han convertido sus votos en un papel manchado. La ciudad de Madrid es demasiado grande para estar en manos tan sucias como esas.
Hay ocasiones en que s¨®lo importan los conceptos generales, el concepto de limpieza, el de honradez o el de integridad. Esta es una de esas ocasiones. Quiz¨¢ la basura da menos asco cuando es propia, pero no deja de ser basura: desperdicios, sobras, deshechos...
"La basura brilla cuando sale el sol", dice Wolfgang Goethe, pero no se puede convertir en un tesoro. Que no lo olviden.
Si no los echan o no se van, todos estaremos secuestrados.
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