La Convenci¨®n y Espa?a
En Sal¨®nica, capital hasta la Segunda Guerra Mundial de la mayor comunidad de jud¨ªos sefard¨ªes hispanohablantes, el Consejo Europeo tiene una cita importante: dar paso a la Constituci¨®n de la Uni¨®n, aceptando el trabajo de la Convenci¨®n como base de la Conferencia Intergubernamental que ha de convocar. En esencia, definir qu¨¦ queremos hacer juntos y c¨®mo queremos hacerlo, ¨¦sa es la cuesti¨®n clave. A ella se a?ade otra, si Espa?a gana o pierde con esta Constituci¨®n.
Para responder a esta pregunta b¨¢sica, conviene hacer un breve balance de la Convenci¨®n a partir de una declaraci¨®n de principios. Trabaj¨¦ para que se convocara la Convenci¨®n, la he apoyado, y har¨¦ todo lo posible para que sea un ¨¦xito. De momento, en su haber figura el hecho mismo de que exista un borrador de Constituci¨®n, ya que su mandato inicial se centraba en las reformas solicitadas tras la frustrante experiencia del Consejo de Niza.
Existe, pues, un texto ¨²nico y relativamente breve en el que se reconoce la personalidad jur¨ªdica de la Uni¨®n, la inclusi¨®n de la Carta de Derechos Fundamentales, la supresi¨®n de la estructura de pilares, el poder legislativo compartido por el Parlamento y el Consejo, la jerarqu¨ªa normativa, con la definici¨®n de la ley comunitaria y la simplificaci¨®n de los instrumentos jur¨ªdicos, la extensi¨®n del campo de aplicaci¨®n de la mayor¨ªa cualificada y del procedimiento legislativo en general a 38 materias m¨¢s, entre las que destacan Agricultura, Justicia e Interior, la creaci¨®n de la figura del ministro de Asuntos Exteriores, y la elecci¨®n del presidente de la Comisi¨®n teniendo en cuenta el resultado de las elecciones europeas.
Ciertamente, mucho es lo conseguido, pero mayor es a¨²n la ambici¨®n no s¨®lo de la mayor¨ªa de los miembros de la Convenci¨®n, sino de aquellos que dentro y fuera de las Instituciones comunitarias o nacionales, consideramos que tambi¨¦n necesitamos a un se?or o se?ora Euro, un ministro de Asuntos Econ¨®micos y Sociales que gestione nuestro desarrollo econ¨®mico, la defensa de los servicios p¨²blicos, un sistema fiscal por mayor¨ªa en el mercado interior y un tri¨¢ngulo interinstitucional respetuoso del m¨¦todo comunitario, equilibrado y contrapesado. En el estado actual del debate, este ¨²ltimo es el punto m¨¢s controvertido, con cuatro temas pendientes e interrelacionados entre s¨ª: la Presidencia del Consejo Europeo, la composici¨®n de la Comisi¨®n, la mayor¨ªa cualificada en el Consejo de Ministros y la creaci¨®n del se?or/se?ora Euro. La Convenci¨®n puede establecer en estos temas criterios orientadores b¨¢sicos, como son: en la Presidencia del Consejo, asegurar f¨®rmulas que garanticen la continuidad y la cohesi¨®n de su funcionamiento sobre la base de la igualdad entre Estados miembros sin crear un diunvirato inestable e ineficaz de los llamados "grandes"; en la Comisi¨®n, hacerla m¨¢s responsable y eficaz, manteniendo su independencia y desnacionaliz¨¢ndola sin lesionar a los "m¨¢s peque?os" y a los "nuevos"; para el se?or/se?ora Euro, crearlo cuando haya dos tercios de los Estados que est¨¦n en la moneda ¨²nica. La soluci¨®n que se est¨¢ imponiendo en estos temas es insertarlos en un marco evolutivo, como hicimos con el T¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n Espa?ola, lo que se llama ahora la cl¨¢usula del "rendez vous" -la cita para el 2009- porque la pr¨®xima legislatura europea, que empieza el 2004, se har¨¢ todav¨ªa con las normas del Tratado de Niza. Lo esencial es ver c¨®mo podemos convivir y compartir nuestro destino 480 millones de ciudadanos y 25 Estados diferentes decidiendo por mayor¨ªas democr¨¢ticas normas que garanticen la igualdad de Estados y ciudadanos, no c¨®mo podemos vetarnos y bloquearnos entre nosotros. El m¨¦todo m¨¢s prudente para avanzar es que la Constituci¨®n abra posibilidades y no cierre puertas.
?Perjudica a Espa?a este borrador constitucional? As¨ª lo ha afirmado el Gobierno, echando un ¨®rdago para que no se tocara Niza, so pretexto que con la doble mayor¨ªa cualificada (la de Estados y ciudadanos) como norma, Espa?a perder¨ªa peso. Peso que perdi¨® ya en la p¨¦sima negociaci¨®n de Niza, en la que frente a la propuesta de la doble mayor¨ªa, al empe?arse Chirac en mantener la paridad con Alemania en el Consejo, la cedi¨® en el Parlamento, en donde los alemanes consiguieron 99 diputados de 700; Aznar cedi¨® a¨²n m¨¢s, el admitir una rebaja de 14 esca?os, el 20% del n¨²mero de eurodiputados espa?oles, a cambio de la ilusi¨®n de una minor¨ªa de bloqueo. Aparte de que este cerrojo, la llamada minor¨ªa de bloqueo del aceite de oliva o de la pesca son pr¨¢cticamente imposibles de lograr entre 25, los ensayos de vetos y enmiendas epistolares en que se est¨¢ especializando nuestro Gobierno no s¨®lo son flor de un d¨ªa, sino que permiten a los que ponen una firma de apoyo acrecentar su capacidad de negociaci¨®n en lo que les interesa. M¨¢s sensata es la propuesta de Gabriel Cisneros al presentar un documento de trabajo a la Convenci¨®n en el que propone una nueva distribuci¨®n de esca?os en el Parlamento Europeo, que compensar¨ªa en parte la rebaja Aznar. Pero la cuesti¨®n central es la l¨®gica de funcionamiento de la Uni¨®n Europea, si es la federal, la ley es la de las mayor¨ªas democr¨¢ticas para legislar y decidir juntos, si es la intergubernamental, entonces, la unanimidad es la regla y el veto su seguro. Con todo, el sistema europeo es m¨¢s ponderado, ya que si se toma como ejemplo el admirado Estado de Tejas, aun siendo uno de los m¨¢s grandes y poblados de los EE UU, tiene dos senadores, los mismos que el min¨²sculo Estado de Rhode Island e iguales derechos.
Este ¨®rdago responde a la l¨ªnea seguida por el Gobierno actual en todos los frentes en relaci¨®n con la construcci¨®n europea: propuesta Aznar en Oxford de reemplazar el m¨¦todo comunitario por un presidente de un Directorio; alineamiento sistem¨¢tico con posturas intergubernamentales en lo fiscal, lo social, silencio clamoroso en las pol¨ªticas de solidaridad, ruptura abierta de las obligaciones de consulta y lealtad en la pol¨ªtica exterior en el caso de Irak. De ser posible, se produce el alineamiento con las posiciones brit¨¢nicas, tratando de configurar un eje alternativo, con un planteamiento trasatl¨¢ntico teorizado en estas p¨¢ginas por Emilio Lamo de Espinosa, responsable del Instituto Elcano, una de esas instituciones que est¨¢ surgiendo al calor del Presupuesto con pretensi¨®n de ser un think-tank, aunque en realidad sea m¨¢s bien lo que los brit¨¢nicos llaman un Quango, organizaci¨®n cuasigubernamental. De puertas para dentro de la Uni¨®n, lo m¨¢s concreto son las declaraciones conjuntas de buenos prop¨®sitos en las cumbres Aznar-Blair, porque el Reino Unido no est¨¢ en el euro, Gordon Brown no renuncia al cheque brit¨¢nico y propone la renacionalizaci¨®n de las acciones estructurales y cuando hay que hablar de defensa lo hacen con Francia y Alemania, de Gibraltar ya ha dicho mi estimado McShane que mejor no hablar. En cualquier caso, se trata de una l¨ªnea alternativa a la integracionista seguida hasta ahora, que no fue s¨®lo la de los Gobiernos socialistas, sino la de toda la generaci¨®n pol¨ªtica que hizo la transici¨®n. El europe¨ªsmo es desde entonces uno de los pilares b¨¢sicos de la pol¨ªtica exterior de la democracia espa?ola, como la adhesi¨®n al multilateralismo; por eso, todos los pasos decisivos desde la integraci¨®n en el Consejo de Europa y la adhesi¨®n a la Comunidad Europea, seguida de las ratificaciones del Acta ?nica, los Tratados de Maastricht, Amsterdam, y Niza, fueron aprobados por unanimidad en las Cortes, caso infrecuente en la construcci¨®n europea. Adem¨¢s, en cada cita europea, Espa?a aport¨® propuestas e ideas que se han ido integrando en el acervo comunitario: la ciudadan¨ªa europea y la cohesi¨®n econ¨®mica y social en Maastricht, las dos cumbres de Madrid en las que se decidi¨® la moneda ¨²nica, la nueva Declaraci¨®n Trasatl¨¢ntica de Madrid de 1995 con los EE UU, la dimensi¨®n euromediterr¨¢nea y latinoamericana, am¨¦n de la dotaci¨®n presupuestaria de la solidaridad comunitaria. Trabajo ¨¦ste de "pedig¨¹e?os" del que nos seguimos beneficiando en ¨¦poca de vacas flacas como la actual, y que desde luego no resiste la comparaci¨®n con las promesas de Jeff Bush de traernos el cuerno de la abundancia. Porque no conviene olvidar que nuestro Plan Marshall vino y sigue viniendo de una Comunidad con la que tenemos que renegociar las perspectivas financieras en el 2006 en situaci¨®n muy diferente a la de nuestro ingreso, no s¨®lo porque hayan entrado otros m¨¢s pobres, sino fundamentalmente porque hemos invertido de modo acertado y nos hemos desarrollado.
El debate que necesita Espa?a en estos momentos es saber si queremos seguir por la v¨ªa integracionista, actualiz¨¢ndola en un contexto distinto o si, por el contrario, estamos de acuerdo en convertirnos en un ap¨¦ndice de un eje trasatl¨¢ntico dominado por los EE UU. De la respuesta que demos depender¨¢ nuestra posici¨®n de cara a la pr¨®xima Conferencia Intergubernamental y nuestra valoraci¨®n de la futura Constituci¨®n Europea. Plantear abiertamente la cuesti¨®n es mejor que la pol¨ªtica de desplantes y enrocamientos numantinos que nos a¨ªslan en un momento decisivo para reforzar la Uni¨®n Europea de modo democr¨¢tico y eficaz.
Enrique Bar¨®n Crespo es presidente del Grupo del Partido Socialista Europeo en el Parlamento Europeo.
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