La Bienal de Venecia abre sus puertas al arte contempor¨¢neo m¨¢s provocador
El madrile?o Santiago Sierra inicia la pol¨¦mica con su instalaci¨®n en el Pabell¨®n Espa?ol
La 50? edici¨®n de la Bienal de Venecia ha abierto sus puertas a la prensa especializada con una notable afluencia de j¨®venes y de un p¨²blico militante del arte contempor¨¢neo, que manifiesta su entusiasmo ante un evento globalizador en el sentido m¨¢s positivo y rom¨¢ntico del t¨¦rmino: explosi¨®n colorista de ?frica, iron¨ªa comprometida de China, escepticismo dram¨¢tico de los norteamericanos y un empuje definitivo a los nuevos soportes tecnol¨®gicos definen esta edici¨®n, donde el madrile?o Santiago Sierra ha puesto la nota pol¨¦mica con su provocadora instalaci¨®n en el Pabell¨®n Espa?ol.
El antiguo Arsenal ha dividido sus naves en varios sectores perfectamente diferenciados y que se encomiendan a su vez a muy distintos comisarios con diversos intereses y visiones del arte actual, lo que justifica el t¨ªtulo mismo que anima como gran met¨¢fora la 50? edici¨®n de la Bienal veneciana: Sue?os y conflictos, la dictadura del espectador, que oficialmente se inaugura el pr¨®ximo domingo 15.
Y aqu¨ª el espectador, bajo un calor sofocante que roza los 37 grados a la sombra y una humedad relativa caribe?a, vuelve su dictadura en protagonismo admirado, ante una babel de j¨®venes propuestas llenas de arrojo, que demuestran a las claras la necesidad viva del arte actual y su confrontaci¨®n.
Una de las ¨¢reas, la titulada Clandestinos, es de las que m¨¢s impacta al espectador, y ha sido responsabilidad del propio director art¨ªstico, Francesco Bomani, un florentino afincado en Chicago, cuya visi¨®n comopolita y su mano abierta a lo nuevo, han facilitado la presencia de artistas como Cheney Thompson (Estados Unidos, 1975), que vive y trabaja en Nueva York con una conmovedora visi¨®n que alude a la miseria y destino del emigrante, donde no falta el top-manta y el deseo de mostrar los horrores dom¨¦sticos de la llamada sociedad del bienestar. Casi frente a Thompson aparece Colin Darke (Reino Unido, 1957), que basa su trabajo en los textos marxistas de Lenin y Trotski, teniendo como fondo el moviento republicano irland¨¦s y donde desde el mural de lo cotidiano surge una tr¨¢gica realidad, lo que provoca una inevitable acumulaci¨®n de p¨²blico frente a su mosaico de referencia.
Efectos medi¨¢ticos
En este mismo apartado podr¨ªamos citar al fot¨®grafo chino Liu Zheng (China, 1969), con su mundo transgresor, y a Enrico Davi (Italia, 1966), con un ir¨®nico eco posfuturista y su inspiraci¨®n en la moda y el dise?o. El apartado Desprendimientos (arte contempor¨¢neo africano) revela una explosi¨®n colorista y desgarrada, mientras Sistemas individuales reflexiona sobre la sociedad posindustrial y sus efectos medi¨¢ticos. El impacto mayor llega con Zona de urgencia, en que los artistas chinos, encabezados por Chen Shaoxiong (China, 1962), presentan trabajos de un poder y agresividad que mueven a veces al desconcierto y al humor, como, por ejemplo, la instalaci¨®n que alude a los atentados de las Torres Gemelas y sugiere un siniestro ajedrez log¨ªstico sobre el skyline de la nueva Shanghai.
Otros artistas que concentran mucho p¨²blico son el ruso Yuri Liederman (Mosc¨², 1961), con su instalaci¨®n Electron's names
2, y el artista franc¨¦s de origen argelino Kader Attia (Francia, 1970), con su instalaci¨®n-escultura, consistente en una m¨¢quina expedidora de golosinas y un potencial cliente de escayola vestido como un misterioso rapero suburbano; sin embargo, cuando uno mira atentamente el cristal, ve que dentro no hay chucher¨ªas ni bocadillos, sino pasaportes norteamericanos falsos, chutas desechables y combinados alcoh¨®licos en tetra-brik. ?Provocaci¨®n, estupor o respuesta airada a una ¨¦poca de conflictos? Hay de todo: una artista de Bangkok, Surasi Kusolwong, regala una sesi¨®n de ocho minutos de oxigenaci¨®n gratis, mientras el argelino Adel Abdessemed, radicado en Berl¨ªn, muestra su v¨ªdeo de sexo expl¨ªcito entre hermosas parejas multirraciales.
Para rematar el poderoso, aunque nada festivo, universo pl¨¢stico del Arsenal hay que se?alar el fuerte retorno de la pintura-pintura, la mayor¨ªa de las veces sobre sus soportes cl¨¢sicos: el lienzo o la madera, y avalados por el formato monumental. ?ste es el caso de la colorista Dana Shultz (EE UU, 1976) y del monocrom¨¢tico chino Yan Pei-Ming, con su Big invisible man.
Hay un evidente cambio de papeles entre la hist¨®rica sede de los Jardines y el Arsenal. Mientras los primeros poseen su propia historia, el Arsenal cobra mayor vida e importancia con el empuje generacional. Aunque en los Jardines tambi¨¦n encontramos una vibrante demostraci¨®n de intercambio de tendencias y de contaminaci¨®n entre las diversas manifestaciones art¨ªsticas en un maridaje alegre, optimista, polif¨®nico, la mejor atracci¨®n es el despliegue de los j¨®venes estudiantes de la Academia de Bellas Artes de Venecia, conducidos por Mario de Michelis en un sinf¨®nico performance donde se alude a la ecolog¨ªa y a un universo sostenible con los iconos de nuestro tiempo: el desnudo, los manifestantes antiglobalizaci¨®n y la respuesta liberada de los artesanos reciclando nuestros propios desechos.
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