?Bar?a!
Jueves,12 de junio. Ayer por la noche me llam¨® Agust¨ª Fancelli para preguntarme de qu¨¦ iba a escribir esta semana. Le dije que a¨²n no lo sab¨ªa. "Tal vez escriba sobre una exposici¨®n que vi el fin de semana en Amsterdam, sobre la canci¨®n de Lili Marlene", le dije, "o tal vez escriba sobre Johnny Hallyday, que el domingo celebra sus 60 a?os con un concierto multitudinario en el parque de los Pr¨ªncipes de Par¨ªs". "As¨ª que no vas a escribir sobre el Bar?a", me dijo Fancelli. "?Y por qu¨¦ deber¨ªa escribir sobre el Bar?a?", le dije yo. "Pues porque el domingo se celebran las elecciones a la presidencia del Bar?a", me solt¨® suavemente Fancelli. Reaccion¨¦ bruscamente -uno de mis m¨²ltiples pecados-, diciendo que me importaba un comino qui¨¦n ganase las elecciones del Bar?a, que yo escribir¨ªa sobre Lili Marlene, sobre Hallyday o sobre aquella sobrina del mariscal Bodoglio que acab¨® en Madrid de amante de un hermano de leche del general Mill¨¢n Astray. S¨ª se?or, que cuando hay miga, hay tema.
Me acost¨¦, pero no lograba dormirme. La sugerencia de mi colega - "el domingo se celebran las elecciones a la presidencia del Bar?a"- me daba vueltas en la cabeza. Al final consegu¨ª conciliar el sue?o, pero entonces me puse a so?ar con mi padre (mira por donde, pap¨¢, despu¨¦s de un mont¨®n de meses vuelves a aparecer en estas l¨ªneas), un padre que me recriminaba mi falta de delicadeza con el club donde tuvo tantos amigos y donde tan buenos momentos pas¨® en su juventud. Porque, vamos a ver, ?acaso no es cierto que un s¨¢bado por la noche de principios de los a?os treinta, en un local del Paralelo, Samitier tumb¨® de un pu?etazo a un tipo que molestaba a mi padre? Samitier y mi padre eran buenos amigos. L¨¢stima que cuando Ib¨¢?ez Escofet, mi director en Tele/expr¨¦s, me llev¨® al Camp Nou y me present¨® a Samitier -"?s el fill d'en Sagarra", le dijo Manuel-, el pobre Samitier se me qued¨® mirando fijamente y me pregunt¨®: "?Quin Sagarra? Un noi que jugaba amb el...?". Pobre Samitier, ni siquiera se acordaba del equipo en que jugaba mi padre.
Luego est¨¢ la amistad con Basora (Basora, C¨¦sar, Kubala, Moreno y Manch¨®n); Basora, uno de los que llevaron sobre sus hombros el ata¨²d de mi padre aquella ma?ana del 28 de septiembre de 1961. Guapo mozo, Basora, y muy simp¨¢tico. Y antes est¨¢ el d¨ªa de la inauguraci¨®n del Camp Nou. Mir¨® Sans le pidi¨® a mi padre unos versos y mi padre se los escribi¨®. El poema se llamaba Blau i grana y empezaba as¨ª: "Oh ciutat meva que la vida em prens / i ets menys meva i m¨¦s meva cada dia...". (El se?or Nicolau Casaus se lo sabe de memoria y llora cada vez que lo recita). El poema se escuch¨® el d¨ªa de la inauguraci¨®n (en catal¨¢n, faltar¨ªa m¨¢s), en la voz de mi padre y a trav¨¦s de los altavoces del Camp Nou. A la semana siguiente, Mir¨® Sans le mand¨® un cenicero de plata con el escudo del Bar?a a mi padre, y ¨¦ste, muy discretamente, hizo que se lo devolviesen acompa?ado de unas no menos discretas l¨ªneas. Al d¨ªa siguiente, el presidente del Bar?a le envi¨® un cheque m¨¢s que decente.
?C¨®mo, pues, no iba yo a hablar del Bar?a! Pero, qu¨¦ escribir, si no s¨¦ siquiera qui¨¦nes se presentan. As¨ª que esta ma?ana (la del pasado jueves, para el lector), antes de escribir estas l¨ªneas, me fui al barbero, a cortarme el pelo y arreglarme la barba. Y el barbero me puso al corriente. Seg¨²n me cont¨®, la cosa iba aquella ma?ana de la siguiente manera: Bassat conserva una ligera mayor¨ªa sobre Laporta, aunque ¨¦ste gana terreno, sobre todo despu¨¦s de engolosinar a los socios con el posible fichaje de Beckham, el centrocampista del Manchester United. Le digo al barbero que esto no me preocupa, pues un pajarito me ha dicho que Victoria, la ex spice girl, la mujer del jugador y a la que ¨¦ste hace much¨ªsimo caso, se inclinar¨ªa antes por el Madrid, entre otras razones porque "est¨¢ m¨¢s cerca de Marbella".
Le confieso a mi barbero que mis simpat¨ªas se dirigen a la candidatura de Bassat. ?Por qu¨¦? Pues porque Guardiola est¨¢ con ¨¦l y para m¨ª Guardiola es un chico entra?able. Me recuerda al joven Joan Manuel Serrat, ambos, f¨ªsicamente, hijos naturales de mos¨¦n Cinto. Joan Manuel como presidente y Manolo V¨¢zquez Montalb¨¢n como comisario pol¨ªtico (para que cuando le pregunten al presidente, como le preguntaron al presidenciable Laporta, sobre si su proyecto es catalanista o nacionalista, ¨¦ste sepa qu¨¦ debe responder).
Mi barbero se r¨ªe de mis debilidades verdaguerianas. Mucho me temo que sus simpat¨ªas se encaminen m¨¢s hacia la glamourosa pareja brit¨¢nica. Pero entonces, ?oh milagro!, se abre la puerta de la barber¨ªa y hace su aparici¨®n un hermano (aut¨¦ntico) de Llu¨ªs Bassat. El hombre se sienta a mi lado y, anticip¨¢ndose a la pregunta del barbero, suelta lo siguiente: "Si gana mi hermano, trabajar¨¦ gustoso con ¨¦l en el Bar?a. Pero gratis, y en un solo empleo: responsable de los vestuarios del equipo femenino de f¨²tbol". Tal y como se lo cuento. La frase tal vez no sea pol¨ªticamente correcta, y m¨¢s con lo que est¨¢ cayendo, pero, ?qu¨¦ caray!, le sali¨® del alma. (Si en vez de un hermano hubiese sido una hermana, jurar¨ªa que habr¨ªa dicho lo mismo del vestuario de los jugadores). ?Bien por los Bassat!
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