Arqueolog¨ªa y Guerra Civil
En los ¨²ltimos tiempos ha crecido el inter¨¦s en torno al patrimonio de la Guerra Civil Espa?ola, que, no lo olvidemos, se dio en la lejana primera mitad del siglo pasado. Los testigos directos de aquella contienda desaparecen irremisiblemente y en los pr¨®ximos lustros se extinguir¨¢n. No ha de sorprender, por lo tanto, que abunden los intentos de recuperar esta memoria viva que desaparece. Numerosas iniciativas p¨²blicas y privadas dan fe de ello. Tambi¨¦n suscita inter¨¦s el patrimonio mueble e inmueble vinculado a aquella contienda: campos de batalla, refugios antia¨¦reos urbanos, aer¨®dromos, fosas comunes, artefactos y maquinaria b¨¦lica, prensa y documentos escritos diversos son objeto de investigaci¨®n y an¨¢lisis. Cuanto m¨¢s se aleja cronol¨®gicamente la Guerra Civil de nosotros m¨¢s se percibe un af¨¢n de comprenderla desde la perspectiva cient¨ªfica, patrimonial e hist¨®rica. Y, a pesar de la carga ideol¨®gica que el conflicto tuvo en su siglo, hoy este contenido empieza a diluirse para dejar paso a otro tipo de an¨¢lisis, m¨¢s objetivo y cient¨ªfico, como no pod¨ªa ser de otra forma. Hoy, pues, la Guerra Civil no es ya un objeto de confrontaci¨®n pol¨ªtica, sino un tema de investigaci¨®n y divulgaci¨®n hist¨®rica que goza de gran inter¨¦s en nuestro pa¨ªs.
En Espa?a se han dado pasos importantes en este sentido y buena prueba de ello son las propuestas suscritas un¨¢nimemente tanto por el Parlamento Espa?ol como por algunos parlamentos auton¨®micos. Sin embargo, todav¨ªa no siempre est¨¢n claras las acciones y pasos que seguir para recuperar, investigar y poner al alcance de todos el ingente patrimonio legado por la Guerra Civil espa?ola.
Desde la ¨®ptica de un tratamiento cient¨ªfico-patrimonial resulta evidente que, a pesar de las m¨²ltiples facetas de un conflicto b¨¦lico, el legado patrimonial de una guerra es ¨²nico y no se debe fragmentar ni es posible excluir de ¨¦l una parte significativa. ?sta es la primera regla de cualquier enfoque cient¨ªfico-t¨¦cnico de la cuesti¨®n.
La segunda regla, v¨¢lida y respetada en toda Europa, es la incuestionabilidad de los restos del pasado b¨¦lico reciente como parte integrante y fundamental del patrimonio. En efecto, nadie duda, m¨¢s all¨¢ del Pirineo, que campos de batalla, fosas, refugios y artefactos son patrimonio com¨²n que debe ser tratado cient¨ªficamente como tal.
La tercera exige no diferenciar entre lo "mostrable" y lo "no mostrable" bajo cualquier excusa o falacia. Nadie est¨¢ autorizado para erigirse en censor de lo aceptable o no aceptable del pasado. No se puede excluir de la investigaci¨®n, del an¨¢lisis y de la divulgaci¨®n aquello que alguien, erigi¨¦ndose en juez, considera desagradable o morboso de este pasado.
Finalmente, hay una cuarta y ¨²ltima regla que nadie deber¨ªa olvidar y es que aquello que requiere ser extra¨ªdo del subsuelo con fines cient¨ªficos s¨®lo puede ser recuperado utilizando la metodolog¨ªa arqueol¨®gica.
Los ejemplos que jalonan estas reglas son ingentes en todos los pa¨ªses cultos y baste como muestra las sistem¨¢ticas excavaciones para recuperar los cad¨¢veres de la batalla del Somme, la Ruta del Terror de Berl¨ªn o los campos de concentraci¨®n convertidos en museo. En Espa?a tenemos el ejemplo de las defensas de Madrid excavadas recientemente por la doctora Amalia P¨¦rez y por el doctor Jorge Mor¨ªn. En este sentido, es inquietante y hasta cierto punto incomprensible la situaci¨®n del patrimonio de la Guerra Civil en Catalu?a. Un an¨¢lisis somero evidencia que la mayor¨ªa de los principales espacios hist¨®ricos de los escenarios b¨¦licos no gozan ni siquiera de la m¨ªnima protecci¨®n legal. Tampoco se impulsan pol¨ªticas realistas de musealizaci¨®n y de divulgaci¨®n; se tolera el vergonzoso saqueo de los restos materiales de los yacimientos arqueol¨®gicos de los campos de batalla; muchos de estos restos son objeto de comercio que, dada la dudosa protecci¨®n legal, no es ni siquiera claramente il¨ªcito. Ello puede suceder porque no existe en la Administraci¨®n responsable de preservar el patrimonio, la Generalitat de Catalu?a, la conciencia de que estos restos forman parte de dicho patrimonio y que, por lo tanto, sea necesaria su conservaci¨®n.
Como muestra de ello hay que citar el caso paradigm¨¢tico de la fosa com¨²n del municipio de Albinyana (Baix Pened¨¨s), en la que fueron enterrados en 1939 medio centenar de soldados republicanos. Una iniciativa conjunta de las Universidad de Barcelona y la Rovira i Virgili de Tarragona se propon¨ªa excavarla.
Estas universidades quer¨ªan iniciar de forma di¨¢fana una excavaci¨®n sobre las fosas de la Guerra Civil con todas las garant¨ªas cient¨ªficas, as¨ª como fijar un modelo que conjurara actuaciones descontroladas y da?inas en este campo.
Desgraciadamente, la excavaci¨®n ha sido bloqueda. El alcalde del pueblo de Albinyana, donde gobierna CiU, lo ha impedido. Sin otras razones que "Presidencia de la Generalitat no lo considera oportuno", ha negado el preceptivo permiso. No hay argumentos, tan s¨®lo temores. No s¨®lo quedan enterrados en Albinyana los cuerpos de estos muchachos que murieron en defensa de la Rep¨²blica; ahora tambi¨¦n queda enterrada su memoria.
En casos como el expuesto se vulneran todas las reglas, y eclosiona el esperpento. El clamor suscitado en Catalu?a por el tema de las fosas comunes, estimulado por emisiones televisivas, condujo al Parlamento catal¨¢n a hacerse eco. As¨ª, desde el legislativo se inst¨® al Gobierno de la Generalitat a intervenir. Curiosamente, las iniciativas de la Generalitat se han gestado a trav¨¦s del Departamento de Presidencia. Hubiera sido l¨®gico que un tema de arqueolog¨ªa, y en definitiva cient¨ªfico, se vehiculara a trav¨¦s del Departamento de Cultura y la Direcci¨®n General de Patrimonio. No fue as¨ª. La Generalitat, con una concepci¨®n oscurantista, ha optado por situar las fosas en la ¨®rbita de lo pol¨ªtico. El tratamiento de estas fosas se segrega del estudio del patrimonio general de la Guerra Civil. Parece ser, pues, que el tema es tratado con secretismo y ocultaci¨®n; lo tratan como un tema morboso, que hay que ocultar. ?De qui¨¦n? ?Por qu¨¦?
La pol¨ªtica de la Generalitat al respecto puede incidir en la destrucci¨®n de este singular patrimonio. Es inconcebible que con argucias se impida a los equipos cient¨ªficos universitarios intervenir en el tema. ?Por qu¨¦ quieren ocultar la historia reciente? ?De qu¨¦ tienen miedo?
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