Un contenedor cultural 'pr¨ºt-¨¤-porter'
Un grupo de arquitectos, con Oriol Bohigas al frente, visita el edificio que abergar¨¢ el espacio cultural El Siglo
La moda de "los grandes almacenes como lugar en el que era posible comprar un poco de todo" se inici¨® en 1878 en Barcelona con la apertura de los m¨ªticos almacenes El Siglo, convertidos hoy en "icono" de lo que fue "el primer gran almac¨¦n de la ciudad" y representaci¨®n, a la vez, del nacimiento de un nuevo sistema econ¨®mico basado en el consumo. La conexi¨®n inmediata de esta biograf¨ªa centenaria se halla en el coraz¨®n del centro hist¨®rico y comercial de la ciudad de Valencia, en un edificio original de finales del XIX que a mediados de los cincuenta alberg¨® el primer almac¨¦n valenciano de El Siglo -al que despu¨¦s rendir¨ªa tambi¨¦n homenaje estableci¨¦ndose all¨ª el primer El Corte Ingl¨¦s-, un inmueble que adquirido el editor Eliseu Climent con la intenci¨®n de convertirlo en "un gran contenedor cultural del siglo XXI".
Para ello, Climent, inspirado en los proyectos mixtos de rehabilitaci¨®n y generaci¨®n de cultura en centros hist¨®ricos -"como puede ser el Centre de Cultura Contempor¨¤nia de Barcelona (CCCB) o como fue el proyecto de ampliaci¨®n del Pompidou de Par¨ªs (que se hizo en cuatro fases)- reuni¨® ayer en los "s¨®tanos" de El Siglo a cinco de los arquitectos m¨¢s temidos y amados por su lejan¨ªa de los cantos de sirena comerciales y de las modas basadas en la imitaci¨®n, encabezados por "la bestia negra" de la arquitectura moderna y uno de los creadores m¨¢s influyentes, el catal¨¢n Oriol Bohigas.
Junto a Bohigas, el grupo formado por los arquitectos Frederic Climent, Alfredo Pay¨¤, Emilio Gim¨¦nez y Carles Dol?, recorri¨® los 3.000 metros cuadrados de un inmueble dotado de una "calidad arquitect¨®nica" y "una modernidad inusual para su ¨¦poca". Un edificio de cuatro plantas que van a dar a un vest¨ªbulo central rodeado de columnas de hierro y coronado por una c¨²pula acristalada, que tiene la virtud, comentaban Climent y Pay¨¤, de "estar conectadas todas entre s¨ª, lo que permite al usuario tener visibilidad desde cualquier punto".
"El edificio rebasa todas las expectativas", resume Antoni Gisbert, el coordinador de la asociaci¨®n Acci¨® Cultural, empresa matriz de la que nacer¨¢ el nuevo "contenedor". Ha sido, precisamente, el descubrimiento de "la amplitud real del espacio" y de la "multiplicidad que ofrece la estructura", lo que ha hecho que "el plan inicial haya cambiado", comentaba un apurado pero prudente Eliseu Climent, hacia el final del paseo por entre los desescombros del altivo esqueleto de ladrido y hierro, cuya "fachada medianera, inusual para su ¨¦poca", discurre en diagonal hacia el Mercado Central, blindada por una decimon¨®nica espalda cubierta de balcones que se erige en paralelo a la emblem¨¢tica Plaza Redonda, desde la estrecha traves¨ªa de Cerrajeros.
Climent, rebasado por la idea de ampliar el proyecto de inicial de Acci¨® Cultural y dar cabida "a multiplicidad de funciones, actividades culturales y en red," cree que lo mejor ser¨¢ apostar "en una primera fase, por un modelo mixto: que simultanee la idea inicial de ubicar las sedes de todas las fundaciones [la Josep Renau, Asusi¨¤s March, Joan Fuster y la propia Acci¨® Cultural] con la creaci¨®n de un espacio cultural de referencia". Aunque, admite que para ello no ser¨¢n suficientes el hipotecario a 20 a?os concedido por Caixa Catalunya para un inversi¨®n total de 8 millones de euros, incluyendo los 3,3 millones que cost¨® la compra del edificio que trajo "el pr¨ºt-¨¤-porter a Valencia". Un estilo del dise?o tan flexible que la alta costura (contra la que naci¨®) se apoder¨® de ¨¦l, hasta que el incisivo filme de Robert Altman le devolvi¨® a su lugar, con un final transgresor que abanderaba el nacimiento del "look del desnudo". Una sobria propuesta arquitect¨®nica -la opci¨®n de "desnudar un edificio para equiparlo solamente"- que ayer tambi¨¦n plane¨® sobre un proyecto de contenedor cultural muy ?pr¨ºt-¨¤-porter?
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