La cantante Dayna Kurtz desvela misterios de la melancol¨ªa
Desde 1990, la neoyorquina Dayna Kurtz act¨²a ininterrumpidamente en los circuitos independientes de Estados Unidos, pero su primer disco en estudio, Postcards from downtown, apenas lleva unos pocos meses en el mercado. "Antes grab¨¦ un par de casetes y un ¨¢lbum en vivo, pero hasta ahora no sent¨ª que tuviese un material lo bastante excitante", se excusa la mujer que ya en 1997 obtuvo en su pa¨ªs el primer premio de la Academia Nacional de Compositores. Su fascinante repertorio, una mezcla siempre melanc¨®lica de blues, jazz y folk, lleg¨® por primera vez a los escenarios espa?oles con conciertos en Madrid y Barcelona.
Kurtz se considera una persona razonablemente feliz, pese al aire oscuro y taciturno de composiciones como Paterson, Miss Liberty o Fred Astaire. "Ni soy una mujer pesimista ni creo que el mundo marche rematadamente mal. Sucede que cuando te sientes radiante no te pones a escribir canciones, sino que te pides un helado. Componer implica encerrarse en tu habitaci¨®n y adoptar un aire introspectivo", argumenta.
Su voz ha despertado comparaciones entusiastas con las de Annie Lennox, Marianne Faithfull, Rickie Lee Jones o Billie Holiday, pero se confiesa a¨²n m¨¢s orgullosa cuando surgen en la conversaci¨®n los nombres de Nina Simone y Tom Waits, sus dos mayores ¨ªdolos. "Conste que puedo disfrutar mucho con artistas tan divertidos como Al Green o Stevie Wonder, pero en general prefiero el arte que mira hacia el interior".
Tal vez por eso mismo, Dayna Kurtz no piensa renunciar a su condici¨®n de nueva diva de la m¨²sica norteamericana independiente. "Puede que nunca venda demasiados discos, pero la sensaci¨®n de libertad, de ser tu propia voz, compensa todo lo dem¨¢s".
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