Qu¨¦ Beneficencia m¨¢s pobre
Cu¨¢nto calor, mansurroner¨ªa y toros de poca casta, en la ¨²ltima corrida de Beneficencia madrile?a. Aquello fue un muestrario, o d¨ªgase manual, de c¨®mo aburrirse una tarde de fiesta brava, y compr¨¦ndase el decir, a no ser porque afici¨®n tiene uno para inventar de nuevo la fiesta. Y vamos al toro, que es lo que cuenta.
Enrique Ponce a su primero le procur¨® una faena que no acab¨® de suceder, ni mucho menos de cuajar, entre la soser¨ªa del noble bruto y la frialdad del torero de Chiva, que se emple¨® lo justo por ambos pitones, sin terminar de cruzarse ni de rematar hacia los adentros. Trincherillas, ayudados y suaves muletazos sin molestar, pusieron ep¨ªlogo a una labor menor y sin relieve.
Samuel / Ponce, El Califa, Uceda
Toros de Samuel Flores, bien presentados, con poca fuerza, de juego irregular; 1? y 3?, nobles; 5?, manejable. Enrique Ponce: estocada baja y tendida y tres descabellos (silencio); pinchazo y media (silencio). El Califa: estocada trasera tendida y desprendida (silencio); cuatro pinchazos -aviso- pinchazo, otro pinchazo hondo y se echa el toro (silencio). Uceda Leal: estocada tendida, cinco descabellos -aviso- y descabello (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (silencio). Asistieron el Rey y Alberto Ruiz-Gallard¨®n. Plaza de las Ventas, 19 de junio. Corrida de Beneficencia. Casi lleno.
En el cuarto Ponce nos pareci¨® m¨¢s animado y dispuesto a que la tarde no se le fuera en vano. Y mont¨® la muleta, se fue a terrenos de sol, en donde ten¨ªa cerrado y preparado el toro, a merced de su t¨¦cnica reconocida, un oficio que no logr¨® hacer de buena ley al manso, soso y t¨ªmido burel de buena planta y motor a punto de caducar. Y vaya si lo intent¨® Ponce.
A Jos¨¦ Pacheco, El Califa, se le esperaba, y los primeros ol¨¦s en cuanto se par¨® con el capote en su primero dieron fe de que estaban con el torero. Pero todo termin¨® por quedarse en esas primeras salutaciones a dos buenas ver¨®nicas y una media de manos bajas. El cornal¨®n de Samuel Flores era de condici¨®n inv¨¢lida, y no dej¨® a El Califa ni recitar unos amables versillos de consuelo muleta en mano.
Tuvo un quinto toro manejable el torero de X¨¢tiva, con el cual deber¨ªa haber demostrado su pundonor, ganas y saber, y sin embargo se vino abajo inexplicablemente. Jam¨¢s encontr¨® el sitio ni el momento, torpe y en un limbo raro como estuvo.
Uceda Leal en su primero tras una bella faena, con aromas de torer¨ªa, temple y gusto a partes iguales, tendr¨ªa que escribir un mont¨®n de veces en la pizarra de un castigo imaginario, "soy muy malo con el descabello". Pues mand¨® casi a la nada esos derechazos templados y relacionados, los pases de pecho de pit¨®n a rabo, los chispazos de arte ante ¨¦se su primero de fuerzas justas y lenta embestida.
El inv¨¢lido sexto nos agu¨® el guateque a todos. Primero al estilista torero de Usera, y luego al p¨²blico en general y muy especialmente a la afici¨®n, siempre a la espera de naturales templados, ver¨®nicas hondas y, por encima de cualquier cosa, ese af¨¢n leg¨ªtimo del toro bravo. Uceda Leal plante¨® bien una faena inveros¨ªmil, ante un dechado de mansedumbre, blandura y desasosiego. La elegancia siempre por delante, buenas maneras y un sentido del toreo cl¨¢sico.
Eso fue todo lo que dio de s¨ª la corrida que se supone es la m¨¢s importante del orbe taurino y ol¨¦. Pero olvid¨¦monos del pesimismo y recemos porque la pr¨®xima salgamos toreando y dando gritos de emoci¨®n.
![El Califa, en su primer toro.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/YR47OAUJBWLSLUHK22D3I4SFQI.jpg?auth=3ac69adf470b21e5d48c1189ce3f15f9e3c2bbdbf11ec464dbae67d1fe2faa02&width=414)
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