La liga de los duros
A juzgar por las inclementes temperaturas que superaban holgadamente los treinta grados y el estilo de rock a disfrutar, los proleg¨®menos de este concierto ten¨ªan m¨¢s que ver con el desolado y ardiente paisaje australiano de Mad max que con los delirios ¨¦pico-g¨®ticos que suelen devenir del heavy. Por eso, poca gente -s¨®lo aquellos a quienes no atemorizaba la amenaza de morir de una insolaci¨®n- tuvo reda?os para ver y escuchar a las seis y veinte de la tarde y con todo el sol lacerando el cuero cabelludo, al ¨²nico grupo espa?ol del cartel: Plastic Circus. Las hordas de rockeros met¨¢licos llegaban en masa a esa especie de desierto en mitad de ning¨²n sitio que es el estadio de La Peineta, cuando el quinteto sueco In Flames iniciaba su particular descarga de metal progresivo -absurda etiqueta ¨¦sta, si se tiene en cuenta que el rock met¨¢lico progresar, lo que se dice progresar, progresa bastante poco-. No obstante, actuando con la bandera de su pa¨ªs de fondo, el quinteto liderado por el guitarrista Jesper Stromblad ofreci¨® una tremenda descarga de rock convincente, de las que dejan al respetable con ganas de m¨¢s. Todo lo contrario ocurr¨ªa con el tercer telonero de la jornada, Stone Sour, a cuyo cantante, Corey Taylor, le debieron ense?ar un rato antes de salir la pronunciaci¨®n y el sentido de la palabra "huevos". De este modo aprovech¨® sus propias canciones para meter en ellas el referido t¨¦rmino con calzador, como si estuviera haciendo un chiste gracios¨ªsimo. De morirse, vaya.
Metallica
Metallica + Stone Sour + In Flames + Plastic Circus. Estadio de la Peineta. 47 euros. Madrid, 22 de junio.
Veinte mil espectadores
Menos mal que los m¨¢s de veinte mil espectadores optaron por conservar la poca vida que permit¨ªa el bombardeo de rayos solares para disfrutar de modo activo de las m¨¢s de dos horas de concierto que ofreci¨® el hist¨®rico cuarteto Metallica.
La coartada de la visita de estos energ¨²menos californianos que cambiaron el sentido del rock pesado en los noventa era la presentaci¨®n de su ¨²ltimo disco, St. Anger. Pero el cantante y guitarrista James Hetfield y sus ac¨®litos del trueno el¨¦ctrico optaron por la recuperaci¨®n de gran parte de su repertorio de siempre, con lo que all¨ª hasta el m¨¢s tatuado core¨® hasta la saciedad haciendo el signo de los cuernos. Exhibiendo una s¨®lida rudeza que estallaba tanto en la voz cascada de Hetfield como en las guitarras del d¨²o de int¨¦rpretes y en la aplastante bater¨ªa, Fight fire with fire, Frantic, Creepeng Death, Fade to black o la coreada Seek & Destroy fueron s¨®lo algunas de las piezas con las que el grupo regal¨® las orejas a su entregada parroquia, a quienes consult¨® acerca del tema que quer¨ªan o¨ªr, justo antes de lanzarse por ese terrapl¨¦n de sonidos agresivos que es Master of puppets.
Tambi¨¦n hubo exhibici¨®n de fuegos en escena y de una coheter¨ªa que, eso s¨ª, no pod¨ªa competir con la que a esas mismas horas estallaba en el Santiago Bernabeu como celebraci¨®n de la Liga conseguida. Mientras, en La Peineta, Metallica jug¨® y gan¨® otra liga, la liga de los duros, aunque su edad supere ampliamente a la de Ronaldo, Ra¨²l y compa?¨ªa.
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