P¨¦ter Esterh¨¢zy narra la historia de Hungr¨ªa a trav¨¦s de la saga de su familia
El autor abarca en 'Armon¨ªa celestial' a uno de los clanes m¨¢s influyentes de Centroeuropa
La clave est¨¢ en los detalles. Detalles que van formando un todo monumental, una saga de siglos: la de la familia Esterh¨¢zy, un clan que este descendiente brillante, el escritor P¨¦ter Esterh¨¢zy (Budapest, 1950), reconstruye en Armon¨ªa celestial con un hilo que le transporta a todos los tiempos al que llama "mi padre" y con 371 p¨¢rrafos numerados en la primera parte y 201 en la segunda, que recuperan la historia de una de las familias cruciales de Centroeuropa. No lo ha hecho por nostalgia, ni por prepotencia: "Lo he hecho porque puede ayudar a que en mi pa¨ªs se hable del pasado", afirma.
Es un puzzle o una casa, la casa en la que los arist¨®cratas Esterh¨¢zy habitan desde tiempos inmemoriales, participando en los gobiernos del Imperio Austro-H¨²ngaro, pasando por ser mecenas reconocidos de las artes, las letras y la m¨²sica, influyendo en los avances y los trompicones de la historia de Centroeuropa; subiendo, cayendo por los precipicios del comunismo y la represi¨®n, que se ceb¨® con ellos, y recuperados ahora por Peter Esterh¨¢zy, uno de los escritores h¨²ngaros m¨¢s importantes del momento, descendiente del clan.
"Yo me siento un alba?il, voy poniendo los ladrillos", asegur¨® Estherh¨¢zy en la presentaci¨®n de Armon¨ªa celestial (Galaxia Gutenberg / C¨ªrculo de Lectores) ayer en Madrid. El autor cont¨® c¨®mo fue hilando esta obra de m¨¢s de ochocientas p¨¢ginas a lo largo de a?os y a?os de trabajo. "Nueve a?os y medio tard¨¦ en escribir este libro", confes¨® Esterh¨¢zy, que explic¨® paso a paso c¨®mo le fue fluyendo la obra de la cabeza y cu¨¢les fueron sus motivaciones para hacerlo.
"No lo he hecho por nostalgia, es algo muy falso, no me gusta, es mentira, la he querido evitar; aunque, por otro lado, s¨¦ que la nostalgia es inherente al g¨¦nero familiar. Tampoco he querido remontarme lo m¨¢s lejos en el tiempo, porque eso ser¨ªa signo de prepotencia", asegura el autor.
Luego est¨¢ el asunto de la estructura, el orden. ?C¨®mo hacer comprensible toda esa amalgama de historias que se entrecruzan en el tiempo? "Pens¨¦ ordenarlo por temas que me interesaban. La muerte, por ejemplo, los besos, la lluvia, que es algo que me sugiere muchas cosas. Pero en ese caso se planteaba un problema: ?qu¨¦ hacer cuando alguien se besa bajo la lluvia y despu¨¦s muere?".
A Estherh¨¢zy, un autor sorprendente con libros como Peque?a pornograf¨ªa h¨²ngara, Una mujer o Los verbos auxiliares del coraz¨®n, le sobra sentido del humor y se empe?a en quitarse importancia: "No mantengo una relaci¨®n intelectual con mis libros; cuando acabo de escribirlos, me olvido de ellos", afirma. Conserva pelo blanco abundante, sonrisa de guas¨®n y un gusto por los n¨²meros que le viene de su formaci¨®n matem¨¢tica, que abandon¨® por la literatura hace m¨¢s de veinte a?os. Ha ordenado Armon¨ªa celestial por cifras, como prueba de su pasado. "Pens¨¦ que ser¨ªa f¨¢cil, pero, aun as¨ª, mis historias siempre se complican", dice.
Es la prueba de que Estherh¨¢zy es un escritor de raza libre, de los que ahuyentan la comodidad, destruyen y construyen. "He querido escribir un libro de g¨¦nero familiar; siempre me han gustado, porque est¨¢n llenos de fuerza y energ¨ªa. Pero para hacerlo he pretendido desmontar sus reglas y volver a construirlo. Soy como un ni?o, me gusta destruir y luego construir", confiesa.
"Mi padre"
Para hilar, para dar sentido emocional y veraz a su historia, Esterh¨¢zy recurre a una figura que trasciende el tiempo. "Todos los antepasados son mi padre. Decid¨ª que lo contar¨ªa todo a trav¨¦s de esa figura, alguien que estar¨ªa siempre presente en la historia como tal. El padre es un s¨ªmbolo muy fuerte con el que cualquier historia lejana la podemos sentir pr¨®xima por lo que representa", afirma el autor.
No puede haber met¨¢fora m¨¢s fuerte de antepasado que ¨¦sa, de hecho. Pero Estherh¨¢zy quiere extraer conclusiones para el presente a trav¨¦s de sus esp¨ªritus del tiempo, por eso es un enamorado de la historia, lo mismo que colegas suyos tan insignes como Imre Kert¨¦sz, ¨²ltimo premio Nobel. "Una vez nos reunimos y decidimos dejar sentado que, cada vez que nos preguntaran cu¨¢les son las similitudes de los escritores h¨²ngaros de hoy, dij¨¦ramos que el gusto por la historia", afirma.
El autor espera conseguir en Espa?a con Armon¨ªa celestial el mismo ¨¦xito que en Hungr¨ªa o Alemania, donde ha arrasado. Por algo el autor reivindica Espa?a como tierra de promisi¨®n. Es un enamorado del f¨²tbol, y la tierra a la que emigraron en los cincuenta y sesenta Puskas y Kubala lo representaba para ¨¦l. "Hablemos de cosas serias, el f¨²tbol lo es", dice el escritor. Tambi¨¦n es cosa de familia. Un Esterh¨¢zy fue miembro de la selecci¨®n de Hungr¨ªa. Faltar¨ªa m¨¢s.
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